Canarias alberga tres áreas afianzadas de cría de angelotes, el tiburón más amenazado del mundo

Buceadores junto a un ejemplar de angelote

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Las islas de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote albergan cuatro áreas de cría del angelote (Squatina squatina), el tiburón más amenazado del mundo, y dos de ellas se encuentran en playas de gran afluencia turística.

La revista Aquatic conservation publica este mes el primer estudio derivado del proyecto lanzado por el Museo de Investigación Zoológica Alexander Koenig de Bonn (Alemania), la Sociedad Zoológica de Londres y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) para salvar a esta familia de tiburones, que tiene en Canarias sus últimos reductos, tras desaparecer del Atlántico y el Mediterráneo.

Los siete científicos que firman este trabajo han contado con la colaboración de un programa de ciencia ciudadana llamado Poseidón, una plataforma creada por la ULPGC que ha permitido a los clubes de buceo de las Islas notificar todos sus avistamientos de angelotes durante un año (de abril de 2014 a marzo de 2015), con gran amplitud de detalles (momento, profundidad, tamaño del ejemplar, sexo...).

En ese período, 39 buceadores de 22 clubes de todas las islas de Canarias notificaron 678 avistamientos de tiburones ángel, que en más de la mitad de los casos fueron confirmados después por inmersiones del equipo científico del programa Angel Shark.

“La participación de los buceadores recreativos ha demostrado ser una herramienta muy eficaz para obtener grandes volúmenes de datos en un área geográfica amplia en muy poco tiempo. El conocimiento y la participación de los buceadores ha contribuido significativamente a este estudio y también ha aumentado la conciencia sobre el estado de este tiburón en peligro de extinción ”, dice Eva Meyers, del Museo de Bonn, primera firmante del artículo sobre el angelote.

Los datos proporcionados por los buceadores confirman que el hábitat del angelote se extiende por toda Canarias, pero en particular en las cuatro islas más orientales (Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife), por razones que pueden tener que ver tanto con la configuración física de su costa (tienen más extensión de aguas someras), como por su mayor cercanía al afloramiento de aguas profundas ricas en nutrientes que se produce de forma cíclica en la costa africana.

Los científicos han identificados tres áreas claras de cría del angelote (la playa de Las Teresitas, en Tenerife; el litoral de Puerto del Carmen, en Lanzarote; y los fondos de El Cabrón, en Gran Canaria), a los que podría unirse una cuarta, sobre la que no tienen tantos datos (la costa de Sardina del Norte, en Gran Canaria).

Las dos primeras coinciden con zonas de alta presión de turistas en la costa. De hecho, el año pasado, la playa de Las Teresitas vivió un episodio que contribuyó a difundir ampliamente que se trata de un área de cría, cuando un jugador del CD Tenerife mató a una cría de angelote con una pica durante un entrenamiento del equipo, pensando que se trataba de un pez más (y fue denunciado por ello).

Los autores subrayan además que se sabe poco sobre los hábitos de reproducción de este tiburón (inofensivo para el hombre), por lo que conceden mucho valor a otro de los datos aportados por los clubes de buceadores a través de Poseidón: la mayor parte de los ejemplares recién nacidos fueron avistados entre los meses de abril y julio.

Las tres instituciones que firman el trabajo sugieren, además, limitar la pesca en las zonas de aguas someras donde se ha detectado la presencia frecuente de los angelotes, tanto durante el período de emparejamiento de los tiburones (el invierno), como en los meses de cría (primavera/verano).

“El estatus crítico del angelote ha sido el gran desconocido durante mucho tiempo en Canarias, ya que esta especie se ve todavía con relativa frecuencia. A través de esta investigación y de la colaboración para su conservación, como parte de un programa de trabajo más amplio, conseguiremos entender y cuidar a este tiburón emblemático”, apunta David Jiménez (ULPGC), otro de los autores.

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