Un colegio canario de los jesuitas lanza un manifiesto para instar a la población a “dignificar y respetar” a los migrantes que llegan a las Islas

Un grupo de migrantes rescatados por Salvamento Marítimo desembarca en el muelle de Arguineguín EFE/ Elvira Urquijo A.

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

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El Colegio San Ignacio de Loyola de Las Palmas de Gran Canaria ha difundido un manifiesto en el que llama a la población de las Islas a unirse a la lucha por “la dignificación y el respeto” de las personas migrantes que llegan a las costas del Archipiélago.

Los jesuitas se han querido manifestar así contra las reacciones de “rechazo y repudio” que se están dando durante esta crisis migratoria hacia estas personas y, por extensión, “hacia sus razas, sus culturas y sus orígenes”. La comunidad educativa ha querido recordar además que los canarios “nacieron migrantes y migrantes siguen siendo”.

Este es el manifiesto que han publicado coincidiendo con el Día Internacional del Migrante:

“Las migraciones no son un fenómeno nuevo en nuestras historias, la universal y la local. En la historia universal es algo tan viejo que se encuentra en la misma diseminación de nuestra especie por todo el planeta, desde su cuna original hasta los más remotos confines. La Biblia lo recoge en Génesis 9: ”​

Bendijo Dios a Noé y a sus hijos y les dijo: Crezcan, multiplíquense y pueblen la tierra

“. Por cierto, conviene recordar que esa cuna común a todos nosotros se halla precisamente en África.

Tampoco es nueva la migración en nuestra historia local. Vivimos en un archipiélago volcánico que un día, hace millones de años, surgió del mar entre lava y ceniza. Cuando aquella furia geológica cesó, no quedó sino roca desnuda, hermosa pero inerte, que poco a poco se fue poblando de vida venida de más allá del mar: de semillas y pájaros primero y más tarde de seres humanos de un continente y de otro que portaban a cuestas canes y ganado, espadas y azadones, lenguas y cuentos, memorias y proyectos, ilusiones y sueños. De aquellos sueños migratorios venimos los canarios. Venimos y marchamos. Hacia América y Europa fueron muchos canarios empujados por el afán de aventuras o por la necesidad que impone el hambre o por ampliar su formación. El canario nació migrante y migrante sigue siendo.

Estamos viviendo en Canarias durante este 2020 una de esas situaciones que se denominan “crisis migratoria”. Una crisis migratoria se puede definir de muchas maneras, pero en lo esencial es la llegada de un gran número de personas sin recursos a un lugar donde no se desea su llegada ni se está preparado para ella. No es la primera crisis de este tipo que vive Canarias, pero sí la más intensa. Esta situación, como es natural, está provocando reacciones diversas entre nuestra población. Vemos, sin embargo, con gran pesar, como una parte importante de esas reacciones son de rechazo, de repudio. No un rechazo a las causas que provocan estas migraciones, no un repudio a las penurias que son consecuencia de ellas, sino un rechazo y un repudio hacia las personas migrantes y, por extensión, hacia sus razas, sus culturas y sus orígenes. Este repudio a las personas choca frontalmente con los valores y creencias que defendemos desde el Colegio San Ignacio de Loyola de Las Palmas de Gran Canaria, así como desde el resto de colegios y obras de la Compañía de Jesús. No es una situación fácil, no es un problema sencillo de remediar el de las migraciones no deseadas y no tenemos la solución. Lo que sí tenemos absolutamente claro desde nuestra identidad ignaciana es que, en el centro de todas nuestras obras, está siempre la salvación de la persona. Sin distinciones de orígenes, culturas, razas, religiones, sexos, creencias, ni causas ni consecuencias de sus migraciones.

Es nuestra convicción la defensa de los más afligidos, de los más necesitados. El evangelio nos lo grita en Mateo 25:35-45: ​“¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí“. El padre Arrupe, general de la Compañía desde 1965 hasta 1983, crea en 1980 el Servicio Jesuita a Refugiados, conmovido al conocer el sufrimiento de miles de ”​prófugos del mar​“ que escapaban de la guerra en la región de Indochina. La Compañía de Jesús estableció en el 2019 sus cuatro Preferencias Apostólicas para los siguientes diez años. Entre ellas: ​”Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia“.​ Está en nuestros valores y así lo defendemos y proclamamos.

Por todo ello, el ​Colegio San Ignacio de Loyola de Las Palmas de Gran Canaria manifiesta:

Que somos conscientes de la existencia del sufrimiento y la necesidad de nuestros hermanos que llegan a nuestras costas empujados a dejar sus hogares para buscar nuevas esperanzas. Conscientes de que la realidad es compleja y de que, sin embargo, no nos debemos dejar cegar por ella y dejar de ver las vidas, ilusiones y esperanzas que palpitan en los muelles, en los campamentos, en las calles de nuestras islas.

Que somos compasivos ante su situación, que no nos deja indiferente su dolor, que no anteponemos nuestra comodidad a su necesidad. Que al ver sus rostros y conocer sus vidas nos sentimos conmovidos y llamados a compartir su carga. Que no acalla nuestras consciencias el dotarlos de una manta y dejarlos en las calles de nuestras ciudades.

Que somos competentes para prestar ayuda. Que tenemos medios para compartir, conocimiento para difundir y voz para no callar ante las injusticias que sufren estos hermanos. Que sabemos cuál es nuestra responsabilidad y que se encuentra a la vuelta de la esquina, en cada rincón de nuestra comunidad.

Que estamos comprometidos con la defensa del ser humano en situación de vulnerabilidad, en especial ahora con los migrantes llegados a nuestras costas, con todos los medios de los que disponemos. Que no desfalleceremos en ser fieles a nuestra misión y en trabajar por su dignidad.

Y por todo lo anterior:

Llamamos a todos los miembros de nuestra comunidad, a la escolar en particular, y a toda la sociedad canaria en general, para que se unan a esta lucha por la dignificación y el respeto a todas las personas que llegan a nuestra tierra. Confiamos en que el recuerdo de nuestro origen e historia migrantes, el agradecimiento debido a quienes nos acogieron y siguen acogiendo en muchas partes del mundo y nuestras convicciones religiosas o morales, nos lleve a todos los canarios a no dejar de ser el pueblo ejemplar y acogedor que siempre hemos sido. Podemos tener ideas distintas sobre cómo abordar el fenómeno de la migración. No debemos tener dudas sobre cuál es nuestra responsabilidad con todo aquel que necesita de nuestra ayuda“.

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