La crisis del COVID-19 trunca el sueño africano de decenas de estudiantes canarios: “Ojalá podamos volver”
- Claudia Guerra tenía una beca en el Instituto Pasteur, que trabaja en un test para detectar el coronavirus en diez minutos: “Era una gran oportunidad. Ahora se habla mucho de la investigación, pero la Ciencia siempre tiene que mendigar limosna”
“África, ¿por qué no”. Con la esperanza de acercarse a un continente vecino y muchas veces desconocido, 41 jóvenes de Gran Canaria decidieron embarcarse en febrero en el programa Becas África Occidental impulsado por el Cabildo insular y la Fundación Universitaria de Las Palmas (FULP). Sin embargo, su experiencia se vio truncada de un día para otro ante la emergencia sanitaria que golpea a España y, desde hace pocas semanas, también los países africanos. Todos los becados que estaban en Gambia, Senegal, Mauritania, Marruecos y Cabo Verde han regresado ya a la Isla. Aún no han tenido tiempo de asimilar su vuelta ni tampoco el estado de alarma en el que se encuentra el país desde hace ya dos semanas, pero todos comparten un deseo claro: “Ojalá podamos volver”.
Claudia Guerra Marrero estudió Biología, hizo el máster de Enfermedades Tropicales y Salud Pública y consiguió una beca para trabajar en el Instituto Pasteur de Dakar. Un laboratorio de investigación asociado a la Organización Mundial de la Salud que está trabajando en la creación de un test capaz de detectar el coronavirus en diez minutos. Pocos días antes de volver, el ambiente en el Instituto permanecía en calma.
“Allí tienen que lidiar con el dengue, el cólera y también tuvieron la epidemia de ébola. Me decían, tú estate tranquila porque aquí lo estamos”, recuerda Claudia. Además, subraya que allí se tomaron medidas con antelación, como el cierre del tráfico aéreo o de las universidades y escuelas cuando había 26 contagiados. “Vieron lo que iba a venir, y se anticiparon para aprovechar que las cuestiones climáticas dificultan que allí crezca un virus de esta naturaleza”.
Para Claudia, tener que volver “ha sido duro”. Era la oportunidad que llevaba esperando toda su vida. “Ahora se habla mucho de la importancia de los investigadores, pero la realidad es que para los egresados de carreras científicas conseguir un puesto es como entrar en un tanque de pirañas. Cae una gota de sangre y todos vamos a por ella”, asevera. La bióloga destaca que las instituciones científicas siempre tienen que “mendigar limosna” para continuar con su labor. “Es muy bonito decir que hay que apostar por el I+D, pero sin Investigación no hay Desarrollo”, defiende. A pesar de ello, durante su breve experiencia en Senegal, ha conseguido que el Instituto Pasteur le ofrezca una estancia de seis meses para el futuro.
La empresa consultora en la que otra de las becadas, Ana Guersi, estaba haciendo prácticas que le han permitido seguir trabajando de forma telemática hasta que termine el mes de abril. “Fue todo muy rápido”, explica. En cuestión de horas y, de acuerdo con las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores, tuvieron que desplazarse al aeropuerto de Dakar para tomar el último vuelo a Banjul, pasar la noche en Gambia, y salir al día siguiente hacia Canarias. Este jueves 26 de marzo llegó a Gran Canaria el último becado que seguía en Mauritania.
El Cabildo de Gran Canaria ha afirmado que cuatro jóvenes decidieron volver desde el inicio de la crisis por voluntad propia. Una vez decretado el estado de alarma, la corporación decidió repatriar al resto por prevención: “Sus países no eran zonas de riesgo, pero cabía la posibilidad del cierre del espacio aéreo”. En ambos casos, la institución se ha hecho cargo de los costes. La arquitecta Laura Hechavarría, que hizo sus prácticas en una empresa constructora e inmobiliaria de Gambia, señala que les tranquilizaba saber que todos tenían un seguro médico que les cubriría en caso de necesidad. Sin embargo, les preocupaba que las carencias del sistema sanitario o un posible desabastecimiento llegaran a provocar violencia o revueltas en las calles.
La vuelta se dio en un momento en el que la integración en los distintos países ya era plena. “Ya cogíamos el transporte público, íbamos al mercado, empezábamos a entendernos con su idioma, el wolof, teníamos confianza con los compañeros de trabajo. Es una pena”, comenta Laura. Pero un mes ha sido suficiente para que la arquitecta haya traído a Canarias con ella parte de otra cultura, otro modo de vida y de trabajar. “Hay otro ritmo. Hay que tener paciencia, pero las cosas salen en África. No somos tan diferentes”, subraya.
Además, insiste en eliminar la idea eurocentrista de “salvar” al continente africano. “Puede que nuestra forma de trabajar funcione aquí, y tratar de imponerla en otro lugar no tiene sentido. Tal vez allí no es operativa, pero eso no quiere decir que el lugar no sea válido”. Cristina Escobio, graduada en Relaciones Internacionales y becada en la Cámara de Comercio en Dakar, coincide en esta perspectiva. “A veces nos olvidamos de que estamos en frente de África. Somos parte de ella”.
El coordinador de Desarrollo Económico y Conocimiento, Raúl García Brink, destaca la decisiva intervención del Ministerio de Asuntos Exteriores, del Gobierno de Canarias y las autoridades africanas en el operativo de repatriación dirigido por el Cabildo y la FULP a través de su director gerente, Eduardo Manrique de Lara. A pesar del deseo de todos los jóvenes de volver al continente en cuanto sea posible, el Cabildo de Gran Canaria ha señalado que, por el momento, continuarán con el Programa mediante trabajo remoto con las empresas privadas, instituciones públicas, ONG, ayuntamientos y embajadas con las que trabajaban en prácticas.
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