Los diputados dan la espalda a los 'indignados'
Conforme iban entrando por la puerta de atrás los nuevos diputados de la VIII legislatura del Parlamento regional, cerca de cincuenta indignados, rodeados de otros tantos policías nacionales, escenificaban a unos metros de la puerta principal una entrega de premios a los más “chorizos” del anterior mandato, la mayoría de los cuales conserva escaño.
Entre ellos, Miguel Zerolo, Inés Rojas, Cristina Tavío, Paulino Rivero se llevaron las mayores caricaturas y los más sonoros pitidos conforme se representaba la falsa entrega de premios, un bocadillo “pan de oro que lo aguanta todo”.
Sin embargo, mientras esto sucedía, los aludidos ni se enteraron, ya cobijados a la sombra de la Cámara regional, en donde prometieron o juraron cumplir por su “conciencia y honor” cumplir fielmente sus obligaciones como diputados y guardar y hacer guardar la Constitución y el Estatuto de Autonomía que, según el pacto de CC y PSC-PSOE será revisado por fin en los próximos cuatro años.
No hubo sorpresas de ningún tipo. El palmero Antonio Castro Cordobez fue reelegido como presidente del Parlamento. Hasta el líder del PP, José Manuel Soria declaraba poco antes en una emisora de radio que todos estaban de acuerdo en que lo hizo bien en el anterior mandato. Tampoco hubo sorpresas en la elección de los vicepresidentes Julio Cruz y Manuel Fernández, ni en la de los secretarios de la mesa parlamentaria, José Miguel González y Águeda Montelongo.
Es decir, que no hubo nada que saliera del aburrido guión protocolario, ni dentro ni fuera de la Cámara. Tanto despliegue policial para contener a 50 indignados se debió a los temores de que pudiera suceder “algo similar a lo ocurrido en Barcelona”, según fuentes policiales, pero ni por asomo la estrecha calle de Teobaldo Power ni sus aledaños hubieran permitido despropósitos más allá de “la protesta por la constitución de un Parlamento plagado de políticos corruptos, muchos de ellos imputados en delitos de robo a los ciudadanos”, según expresó a este periódico una activista del 15M.
A los de dentro lo de afuera ni les iba ni les venía. Ni siquiera José Miguel Pérez, que cada vez que hablaba con un periodista era para reiterar el compromiso de consolidar un Gobierno estable y acometer reformas en las administraciones públicas, en la Sanidad, en el estatuto de Canarias y en la pésima aplicación de la Ley de Dependencia.
Ni este diputado casi vicepresidente ya del Gobierno canario, ni los demás parlamentarios acogieron en sus declaraciones a los periodistas (un corrillo aquí, otro corrillo allá) ninguna de las quejas lanzadas por el 15M, ni parece en el horizonte que se vayan a debatir algunas alternativas de los indignados, como las de eliminar gastos en coches oficiales, en comidas abundantes y cotidianas de negocios oscuros, en prebendas de viajes, representaciones o cobros extras por asistir a comisiones.
Tras felicitarse los unos a los otros, darse abrazos con promesas de vamos a llevarnos bien, los diputados de la VIII legislatura volvieron a salir por la puerta trasera del Parlamento para festejar en restaurantes de lujo el inicio de la nueva etapa.