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Frenar conductas machistas en los agresores es posible: “Los programas de intervención reducen la reincidencia”

La doctora en Psicología Elena Terreros.

Jennifer Jiménez

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“Si enseñas a una persona a amar bien, va a entender el amor de una manera no violenta”, señala Elena Terreros, doctora en Psicología que trabaja desde hace más de 14 años en Contexto, un programa que interviene con agresores machistas. Al proyecto llegan tanto hombres que tienen una condena de menos de dos años de prisión por un delito de violencia de género como otros que buscan ayuda para cambiar de manera voluntaria. Durante al menos un año se trabaja en estos espacios “el manejo de la ira, la gestión de sus emociones, sus actitudes respecto a la violencia, el sexismo…” señala la psicóloga, que añade que el proceso se evalúa al comienzo y al final para tener datos objetivos de cómo mejoran su conducta. También afirma que cada año extrae del sistema Viogen las tasas de reincidencia oficial de los participantes y “tenemos un 7,5% de reincidencia oficial”, es decir, más de un 80% de los hombres con los que trabajan no vuelven a cometer estos delitos. Por tanto, “aquellos hombres que pasan por estos programas de tratamiento reinciden muchísimo menos que los que no pasan o no los finalizan”, remarca. “El programa es muy firme en que la violencia no está justificada en ningún momento y en que cuando ellos pasan el límite del buen trato al maltrato deben cambiar esta conducta”. 

Terreros explica que lo primero que se trabaja es la resistencia que puede existir ante el programa. Son hombres que “suelen tener una baja asunción de responsabilidad o que suelen culpar a la víctima de sus conductas”, añade. “Lo que trabajamos es la asunción de responsabilidad respecto a la gravedad del delito cometido y las consecuencias que tienen para la víctima y los hijos e hijas” y para ello se diseña un plan motivacional individualizado que combina alianza terapéutica y de motivación al cambio. “Les ayudamos a tomar conciencia y a entender cómo la violencia no resuelve los conflictos y no te ayuda a establecer relaciones de pareja positivas”, asegura.  Durante los dos primeros meses se valoran sus conductas para poder realizar una evaluación objetiva cuando finaliza la trayectoria y comprobar que verdaderamente han cambiado. 

¿Qué se trabaja con los agresores? Terreros recuerda que el proyecto Contexto, que se desarrolla en Valencia, está avalado de forma científica y en él colabora un equipo de investigación de la Universidad. En la primera fase, se realizan entrevistas iniciales donde se construye un objetivo de cambio con los participantes “que es incompatible con el uso de la violencia”. Con ellos se trabajan los celos, la dificultad de control de impulsos, que aprendan a comunicarse y a gestionar sus emociones. Durante cada intervención son dos las profesionales que trabajan y para ello han recibido una formación específica: “Esto es muy importante para poder tener las herramientas. También hacemos supervisión para ayudar y apoyar a las profesionales que desempeñan esta función” ya que al trabajar con hombres que al principio son resistentes al programa “se hace difícil”. 

La primera parte, de entrevistas, es individual, pero a los dos meses empieza la intervención de carácter grupal. “Trabajamos en grupos de unos 12 a 15 participantes y son sesiones semanales de dos horas de duración y ahí hacemos una atención psicosocial y educativa”, aclara. El objetivo es que una vez finalice este proyecto, los hombres puedan tener relaciones saludables y no vuelvan a agredir a la víctima, que puede ser su pareja anterior u otras nuevas parejas. También considera imprescindible estos programas para romper la transmisión generacional. “Si conseguimos que se relacionen de manera positiva con sus hijos e hijas van a aprender una forma saludable de relación y que no se reproduzcan estos patrones violentos”. 

Trabajar todas las violencias machistas

Terreros reivindica la importancia de trabajar todos los tipos de violencias machistas. Dentro de ellas apunta a la psicológica como la más compleja ya que muchas veces cuando no se ha producido agresión física el hombre no es consciente de lo que ha hecho. “Es una violencia más invisible”, recalca. “Tenemos muchas veces hombres que han vertido amenazas sobre sus parejas, contra su integridad física y la integridad física de sus hijas e hijos”, añade. Por ello, remarca la necesidad de trabajar la importancia de lo que supone la amenaza y en tomar consciencia de la gravedad que tiene. Así mismo, en el programa Contexto se aborda la violencia sexual dentro de las relaciones de pareja y apela a la comunidad educativa y a la sociedad ante el hecho de que la pronografía esté incidiendo directamente en los adolescentes y en su concepción sobre las relaciones. 

La doctora en Psicología destaca que el proyecto tiene tres objetivos principales: la investigación, la formación de nuevos profesionales especializados en la intervención con agresores y la intervención con ellos. La violencia de género señala que es multicausal y que precisamente en el programa se trabaja para seguir investigando. “Obviamente, el sistema patriarcal está en la base, y a través del patriarcado aprendemos a resolver los conflictos de manera violenta, también en el ámbito de la pareja”, agrega. Según un estudio que publicó el equipo en 2019, sí que existen factores de riesgo como el consumo abusivo de drogas, el haber vivido violencia en la familia, el ser violento también con cualquier otra persona no solo en la relación de la pareja … No obstante, si hay un factor de riesgo que destaca es el hecho de que el hombre no haya pasado por un programa de tratamiento. “Aquellos hombres que han pasado por ellos reinciden muchísimo menos que los que no han pasado o no han acabado, ya que a lo mejor inician y no terminan y eso es un factor de riesgo muy grave, lo que nos dice que los programas son efectivos y necesarios”, insiste.  

Terreros señala que se trabaja con hombres mayores de edad y que, aunque la media suele estar entre los 35 y los 45 años, han llegado a tener a un hombre de 80 y a otros muy jóvenes, recién cumplidos los 18. Un 80% viene con condena por violencia de género y un 20% acude voluntariamente. En un año, además, suelen atender a unos 150 hombres. Afirma que el proyecto se financia con subvenciones, pero que para los agresores son gratuitos ya que trabajan bastante con hombres con dificultades económicas serias. “Aunque la violencia se da en todos los estratos sociales, sí que hay una parte importante de personas sin recursos porque al final son factores de riesgo”, apunta. 

La experta aboga por visibilizar este tipo de programas y lanzar el mensaje de que el amor no tiene nada que ver con el control, la posesión, sino en respetar a una compañera que es tu igual, que tienes en cuenta sus opiniones, su forma de ver la vida, su forma de gustar… Recientemente, la psicóloga ha estado en Las Palmas de Gran Canaria, invitada por la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento dando para dar a conocer Repara, el primer programa público municipal para erradicar conductas violentas en hombres y que ha sido impulsado en Valencia.  “Si tienes un familiar que es violento y la sociedad te está diciendo que no puede cambiar pues es difícil poder hablar de algo así, pero no es la realidad, ellos pueden cambiar, necesitan programas específicos especializados y es una responsabilidad de la sociedad y del estado ofrecer esas respuestas”. 

Más sobre estos programas 

La doctora en Psicología recuerda que los programas con maltratadores surgieron en los años 60 en Estados Unidos y en España en los 90. Sin embargo, fue a raíz de la Ley Integral de Violencia de Género de 2004 cuando empezaron a existir en España más programas de intervención. Contexto surge en 2006 en la Universidad de Valencia, con Marisol Lila como directora y comienza a través de una colaboración con instituciones penitenciarias para el diseño de un programa de intervención con agresores porque no existían en ese entonces. 

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