Todo lo que implica que Canarias no haya detectado casos de coronavirus en sus playas

Un hombre con una mascarilla en la playa

Toni Ferrera

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El principal dato de esta noticia es que la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias no ha detectado ningún caso positivo de COVID-19 que haya contraído el virus en la playa. La conclusión, según los expertos, es que esto significa entre poco y nada. ¿Por qué? Primero, porque el sistema de rastreo no es capaz de llegar a esos lugares, así como también le cuesta hacer una fotografía completa de bares, comercios y transporte público. En ese apartado estamos algo ciegos. Y segundo: aunque la transmisión en espacios abiertos es menor, sobre todo cerca del mar donde la brisa juega un papel importante en la dispersión de aerosoles y gotículas infecciosas, no supone el riesgo cero. Si una persona con suficiente carga viral pasa un tiempo sostenido (mínimo 15 minutos) a menos de dos metros de otra, da igual el sitio que la posibilidad de inhalar esas partículas y enfermar está presente.

Las imágenes de playas masificadas fueron protagonistas en el primer verano de la pandemia. La mayoría se echó las manos a la cabeza, como ocurrió en Gran Canaria, en Valencia o en Bournemouth, Inglaterra. Allí las fotografías parecían indicar una falta de sensibilidad de los británicos al final de la primera ola por el número de sombrillas que se apreciaban. Demasiadas, señalaban algunos. Ocho meses después, el epidemiólogo Mark Woolhouse, de la Universidad de Edimburgo, pinta una realidad diferente.

“Durante el verano, las noticias se llenaron con imágenes de playas llenas de gente, y hubo una crítica por ello”, recordó a los diputados de la Cámara de los Comunes en unas declaraciones recogidas por The Guardian. “No hubo brotes relacionados con las playas públicas. Hasta donde yo sé, nunca ha habido un brote de COVID-19 vinculado a una playa, en ningún lugar del mundo”.

Esta redacción se ha puesto en contacto con la Consejería de Sanidad del Gobierno canario para conocer si lo ocurrido en el sur del Reino Unido se ajusta a lo vivido en las Islas. Y, según afirman, no hay constancia de que entre los más de 40.000 positivos notificados desde el estallido de la epidemia, alguno de ellos se haya contagiado en la playa. Para María del Mar Tavío, catedrática de Microbiología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), existen varias lecturas.

Por un lado, recalca, es difícil saber dónde se ha dado la infección con exactitud. Acorde al último informe del Instituto de Salud Carlos III, Canarias desconoce en qué lugares se contagia más del 40% de los diagnosticados. Y aun así, para el 60% restante del que sí se sabe esta información, las cifras hay que cogerlas con pinzas. De ahí a que el Ministerio de Sanidad recuerde, de forma semanal, “la sobredimensión de aquellos entornos que están mejor vigilados, como pueden ser las residencias de mayores o los centros educativos, así como aquellos brotes que se producen entre familiares y amigos”.

El rastreo en España se hace hacia abajo. Esto es, se busca conocer a cuántas personas ha contagiado un caso, y no cuándo se contagió. Por eso se analizan las 48 horas previas, para aislar a los contactos estrechos, y no los últimos 14 días, que es el periodo en el que podría haber contraído el virus. “Incluso con el Radar COVID solo sabemos el positivo con el que ha tenido contacto”, añade Tavío.

Con todo, la experta ve “probable” la aclaración que ha hecho Sanidad porque la playa es un espacio al aire libre donde es menos posible la transmisión. Opinión que comparte José Luis Alonso, presidente de la Sociedad Canaria de Salud Pública.

“El riesgo cero no existe por las microgotas que emitimos cuando hablamos o tosemos o estornudamos. ¿Qué podemos hacer, entonces? Sabiendo que los espacios públicos son más seguros, podemos emplear estrategias para mantener estas zonas abiertas, fundamentales para la salud física y mental, tratando de evitar las aglomeraciones, no acudiendo a sitios concurridos o en hora punta, manteniendo la distancia…”, explica Alonso.

Y agrega: “Habría que ser creativos para llevar estos espacios abiertos a los colegios. Cerrar algunas calles para que puedan ser utilizadas por los peatones al aire libre. Parques abiertos, también. Fomentar la utilización de estas zonas para estar menos tiempo en los sitios cerrados”.

En la playa, como ahonda Tavío, entran en juego la brisa, que dispersa las partículas infecciosas del COVID-19, y el amplio volumen de aire, por lo que se concentra mucho menos la cantidad de virus. Aunque hay otro factor: la radiación solar. Un estudio de la revista Nature concluye que un aumento permanente de los rayos ultravioleta se asocia con un descenso en la tasa de muertes por coronavirus. Otro de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS, en sus siglas en inglés) también apunta que, a mayor radiación ultravioleta, la tasa de crecimiento diario de los contagios reduce.

“Todavía no lo podemos asegurar. Puede ser que la temperatura influya en la desecación del virus y disminuya el riesgo de contagio por superficie, porque este necesita cierta humedad para ser infectivo. Pero no simplemente por estar al sol disminuye su infectividad. Y evidentemente sin la distancia de seguridad puede haber contagio”, apostilla Tavío.

El agua del mar tampoco parece exponer ningún peligro. “Hasta la fecha no hay pruebas de que el virus de la COVID-19 sobreviva en el agua, incluidas las aguas residuales”, detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su página web. Además, el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de los Estados Unidos (el CDC) sostiene que no hay evidencia de que el SARS-CoV-2 pueda diseminarse a través de aguas recreativas.

“Sería una noticia nefasta para el sector que surgiera un brote en la playa”

Canarias se ha encomendado a la población residente para salvar el turismo en Semana Santa. Las playas son un espacio relativamente seguro en comparación con el resto. Para el Archipiélago sería una noticia “nefasta”, como dijo el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Joan Grimalt, el pasado mes de junio, si se detecta un brote en una playa (algo bastante improbable) que terminaría por rematar al sector turístico.

El Archipiélago reforzó en verano la presencia policial en las costas para cumplir la nueva normativa ante el aumento de contagios. La Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria ha llegado a tramitar 200 sanciones en un mismo fin de semana, la mayoría por mal uso de la mascarilla, fumar o no respetar las distancias. Pero esto no debería repercutir en un cierre de las playas, como ha ocurrido en varios puntos de España y del mundo, tal y como piden los científicos. “Uno pensaba que por la indignación moral sobre esas fotos de la playa, que la diversión, en sí, transmite el virus”, ironizó Julia Marcus, epidemióloga de Harvard, en conversación con el diario The Atlantic. “Pero cuando las personas encuentran formas de disfrutar de sus vidas con menor riesgo, en realidad es una victoria para la salud pública”. 

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