Las fuerte lluvias provocan la inundación de portales y negocios de una calle paralela al río Manzanares
MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
Las fuertes lluvias registradas en la capital han provocado durante toda la noche el estancamiento de hasta un metro de agua en muchos de los locales de la calle Manzanares, paralela al río y donde van a parar todas las aguas que se registran en la zona y que bajan desde el barrio de Usera.
Esta situación ha dejado una imagen con coches anegados arrastrados por el agua, portales y bajos inundados y hasta máquinas tragaperras flotando en mitad de los bares.
Los vecinos culpaban a primera hora de la mañana de hoy a la falta de previsión del Ayuntamiento a la hora de planificar las obras de la M-30, ya que no se han instalado colectores capacitados para aguantar todo el agua necesaria y se ha levantado un muro de separación que provoca su estancamiento.
“Se viene todo el agua desde Laguna, que por algo se llama Laguna y se anegan todos los colectores que son pequeños y que ahora están intentado derivarlos a otros”, protestó Fermín, dueño de la panadería 'El Guerrillero del Pan' mientras trataba de limpiar su local y que aprovechó para denunciar que “eso que han hecho aquí --en referencia al muro de contención--, es una mierda completa”.
Así, calificó la parte de las obras de la M-30 paralelas a la calle Manzanares como “la mayor sinvergonzonería que ha habido”, puesto que, tal y como recordó “el año pasado ocurrió lo mismo, y los años pasados no ocurrió de casualidad porque el muro de en frente sin terminar”. De hecho, diez horas después de las inundaciones, los bomberos y operarios del SELUR seguían tratando de canalizar las aguas y arreglar los desperfectos.
COLECTOR SE QUEDA PEQUEÑO.
Un camarero del bar La Terraza, José Luis, que ayudaba a evacuar el agua del sótano, subrayó que “todos los años suele pasar que, cuando llueve un poco bastante, hay un colector que se queda pequeño”, pero apuntó que, ante estos problemas se está haciendo un nuevo colector cerca de la Ermita de El Santo para ayudar a canalizar el agua. “Cada vez que mea un pájaro se inunda todo, tengo dos metros de agua en el sótano”, explicitó Enrique desde la barra del mismo negocio.
Por su parte, Escobar, un vecino que limpiaba su coche, que había sido inundado, recordó que en 30 años en el vecindario es “la cuarta o quinta vez que ocurre” y aprovechó para criticar que, antes de las obras de la M-30, había unas bombas de agua que derivaban todas las lluvias hacia el río que ahora han desaparecido.
“Cuando con las obras de las M-30 quitaron las obras preguntamos qué va a ocurrir, y nos tranquilizaron, pero ha vuelto a ocurrir y se nos queda a todos no sólo cara de tontos, sino los coches destrozados y los bajos y tiendas inundados y llenas de porquería”, describió este vecino.
Por último, Valeria, que vive junto a su familia en un bajo, describió todas sus pertenencias maltrechas: muebles llenos de ropa, lavadora, televisión, frigorífico, la comida. “En dos minutos se inundó todo, estábamos casi hasta el cuello de agua”, se lamentó, mientras subrayó que, ahora todas sus esperanzas las tiene en que el casero se haga cargo de sus pérdidas o en algún tipo de ayuda por parte del Ayuntamiento.