“La lucha entre el silbo gomero y el herreño carece de sentido: todos deberíamos proteger el lenguaje silbado de Canarias”
José Juan Batista Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1959) es uno de los mayores expertos en el estudio de la estructura y evolución del lenguaje. Junto a Marcial Morera editó el libro El silbo gomero, 125 años de estudios lingüísticos y etnográficos, que contribuyó a que fuera declarado patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Rodriguez critica la polémica creada entre islas en torno al reconocimiento de la existencia del silbo herrero, “que está documentado desde hace 150 años”, y defiende su declaración como Bien de Interés Intercultural.
Doctor en Filología Clásica, licenciado en Filología Hispánica y en Derecho, Rodríguez es profesor titular de la Universidad de La Laguna; donde actualmente dirige la Cátedra de Estudios Bereberes. También ha ejercido como profesor visitante en la Universidad de Ginebra (Suiza) y Leipzig (Alemania), donde estudió la formación de palabras en las lenguas clásicas y románicas y desarrolló labores de traducciónn jurídica comparada entre el alemán y el español.
Además, ha publicado diez libros, desde Composición de palabras en la épica griega arcaica (1988) hasta La Escuela Traductológica de Leipzig (2013), además de cien artículos en campos que ha contribuido a desarrollar en las dos universidades canarias, como la formación de palabras en las lenguas clásicas, románicas y germánicas, libros de viaje en lengua alemana sobre Canarias y fraseología comparada.
¿Cuántos lenguajes silbados conoce?
He oído tres lenguajes silbados: el de La Gomera y El Hierro, que es el mismo porque es español silbado, el de la isla de Eubea, que es griego silbado, y el de las montañas de Kuşköy, en la costa oriental del Mar Negro, que es turco silbado y apenas entiendo alguna palabra, como tamam (o.k.). Ahora, con Internet, todos podemos oírlos. Y sé, pero solo por haberlo leído, del silbo de los Pirineos, ya extinguido, del silbo practicado por los bereberes del Atlas y del los indios mazatecos en México, que, por lo visto, se realiza en condiciones muy distintas de todos los anteriores, pues no es un silbo a distancia.
¿Cuál cree usted que es el origen de los lenguajes silbados de Canarias?
Sobre el origen del silbo en Canarias solo se pueden emitir hipótesis, pues por ahora no tenemos certezas sobre cómo surgió. Por mi parte, creo que el silbo llegó a las Islas con los bereberes que las poblaron en los primeros siglos después de Cristo. Pero no se puede descartar que haya surgido en las Islas, pues sobre esto no hay nada demostrado: hay muy pocas certezas y demasiadas hipótesis. Claro que no todas las hipótesis son iguales: unas son más verosímiles que otras, pero de aquí a ser ciertas...
¿Monogénesis o poligénesis?
Seguimos con hipótesis, me inclino aquí más por una monogénesis (quizá llegaron aquí bereberes montañeses que tenían noticia de esa forma de comunicación). Pero, evidentemente, los diversos lenguajes silbados que existen en el mundo muestran que la poligénesis es también posible.
¿Le parece correcta la denominación silbo gomero para referirse a todas estas manifestaciones?
Cuando he oído hablar a la gente común, siempre hablan sencillamente de “el silbo”. Desde los años cincuenta del siglo pasado y, especialmente, desde los estudios del profesor Ramón Trujillo, en los años setenta, entre los estudiosos fue tomando carta de naturaleza el término de silbo gomero. Por eso constituyó una gran sorpresa para mí enterarme de la existencia del silbo en El Hierro, primero en un escrito de Lajard a fines del siglo XIX y luego por las grabaciones contemporáneas efectuadas en esa isla. Siendo así y hasta que no se demostrara que el silbo herreño fue llevado a esa isla por silbadores gomeros, la denominación más lógica sería silbo de La Gomera y El Hierro, como lo llama Jens Lüdtke en Los orígenes de la lengua española en América (2014), o, probablemente simplificando demasiado, silbo canario. La gente que silba lo llama silbo y no dice la procedencia. En suma, si se documenta que el silbo nació en La Gomera y de allí se expandió a otra isla, no habría nada que objetar al término silbo gomero, pero -hasta que esto no se demuestre fehacientemente- hablar de silbo gomero de El Hierro me parece una catacresis, una expresión lingüísticamente poco afortunada. Filológicamente, hasta que no se demuestre documentalmente que el silbo es exclusivamente originario de La Gomera, me parece desaconsejable imponer la expresión silbo gomero de El Hierro.
¿Cree que dos silbadores pueden comunicarse cualquier mensaje, independientemente de su extensión y complejidad?
No, el silbo es un lenguaje sustitutivo que nació para emplearse en unas circunstancias determinadas, no es un lenguaje natural: el silbo nació y se empleó tradicionalmente en situaciones concretas para atender a necesidades concretas. El uso natural del silbo es muy distinto del uso recreativo con que se ha venido promocionando en el último medio siglo. Así, el silbo nació para comunicarse a grandes distancias, no para comunicarse de cerca. He presenciado el uso natural del silbo en La Gomera: un matrimonio que tenía un considerable rebaño de cabras se comunicaba silbando cuando se extraviaba algún animal, por ejemplo. Siempre asistí a un intercambio de mensajes cortos entre los esposos.
¿Qué le parece el estudio y rescate de otros silbos canarios, como el herreño, el tinerfeño y el grancanario?
Todo lo que sea arrojar luz sobre el pasado histórico (en el sentido de no mítico o legendario) de las Islas me parece fundamental para ahondar en la verdad y despejar errores. Ayudaría a dilucidar si hay monogénesis o poligénesis en el origen del silbo. Pensemos que fue a principios de este siglo XXI cuando el profesor Manuel de Paz señaló que la primera referencia al silbo articulado en La Gomera se encontraba en un libro sobre Canarias publicado por Karl von Fritsch en 1864. Y tenemos que seguir investigando en documentos anteriores, tanto españoles como extranjeros, a ver si hallamos más datos sobre el silbo. Y digo tanto españoles como extranjeros porque, por ejemplo, para los guanchismos, al lado de Espinosa, Abreu Galindo (quien parece que, en realidad, copia a Argote de Molina) y José de Sosa, destacan las aportaciones del escocés George Glas, el francés Sabino Berthelot y el austríaco Josef Dominik Wölfel.
Desde el punto de vista académico, ¿cree que los lenguajes silbados de Canarias están recibiendo el interés adecuado por parte de los filólogos canarios?
Yo creo que no porque tras la documentación del silbo herreño se ha levantado una tremenda polémica que ha desviado la atención filológica de un patrimonio inmaterial, convirtiéndolo en un asunto político, lo cual desvirtúa su consideración científica.
Y, en este sentido, pienso que tanto la investigación filológica como la histórica deben intentar desvelar la verdad en torno al lenguaje silbado en las Islas: investigar dónde se originó, si es que se originó en una isla, y cómo se transmitió al resto. Y este estudio debe hacerse fría y científicamente, sin estar sometido a presiones de ningún tipo. No cabe duda de que el silbo gomero es, actualmente, el más conocido, pero tampoco cabe duda de que el silbo herreño existe y se ha documentado desde hace unos 150 años, según se desprende del testimonio de Joseph Lajard, quien a finales del siglo XIX entrevistó y oyó silbar, en Las Palmas, a varios panaderos herreños. Y que había panaderos herreños en Las Palmas a finales del siglo XIX es algo cierto y demostrado. De hecho, el abuelo de una compañera de la ULL, característicamente apellidada Padrón, era un herreño que, a finales del siglo XIX emigró a Las Palmas y puso una panadería. Y me parece una osadía pretender que Lajard inventó los datos que consigna, pues describe, dibujándolo convenientemente, la forma de boca, labios y dedos al silbar, o que confundió a herreños con gomeros. De manera que es un hecho incontrovertido que, en El Hierro, se viene silbando al menos desde hace 150 años y se seguía silbando todavía, como constató, sorprendido, Maximiano Trapero en 1991. Ahora bien, ¿cómo llegó el silbo a El Hierro o cómo llegó a La Gomera? Esto no lo sabemos y deberíamos intentar averiguarlo.
¿Qué le parece que el silbo herreño sea declarado bien de interés cultural?
Soy partidario de que todo el patrimonio inmaterial de las Islas que lo merezca sea considerado Bien de Interés Cultural (BIC). Y, en este sentido, es de justicia que el silbo herreño sea reconocido como BIC. Es algo que le viene bien a Canarias. Yo me alegré muchísimo cuando el silbo gomero fue declarado patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Y creo que el libro que editamos Marcial Morera y yo (El silbo gomero. 125 años de estudios lingüísticos y etnográficos) también contribuyó a ello. Por la misma razón (y en este libro se recoge el citado testimonio de Joseph Lajard), espero que el silbo herreño obtenga el BIC. Y espero y deseo, por bien de todos que, superado el anacrónico pleito insular, no se produzcan enfrentamientos indeseados entre El Hierro y La Gomera por ese reconocimiento. Los canarios hemos de remar todos en la misma dirección: la unión hace la fuerza.
¿Hay actualmente poco interés en el silbo?
Hasta el último tercio del siglo pasado, no se le daba gran importancia al silbo: según me han confesado algunas personas, se veía como cosa de “magos”, algo de lo que no se presumía, sino todo lo contrario. A partir de los estudios de Trujillo y los esfuerzos realizados en La Gomera para su conservación, ha cambiado la percepción general sobre el silbo. Y, desde hace años, hay muchos jóvenes que lo aprenden, sobre todo a partir de la labor de difusión de los silbadores gomeros Lino Rodríguez, Isidro Ortiz y Eugenio Darias, pero también de David Díaz Reyes y de la asociación Yo silbo, que ha fomentado el silbo en otras islas, sobre todo en Tenerife, lo cual demuestra el gran interés que despierta actualmente el silbo.
Sin embargo, la constatación de la existencia del silbo en El Hierro y su solicitud como BIC no es, lamentablemente, un tema pacífico, sino que, lejos de la sana controversia entre especialistas, se discute por gente interesada con más corazón que cabeza. Esta lucha entre los silbos de islas hermanas carece de sentido: el trabajo que se ha hecho con el silbo gomero ha ayudado y ayudará mucho al silbo herreño y estoy seguro de que el reconocimiento del silbo herreño repercutirá en beneficio de todos los canarios, incluidos, por supuesto, los gomeros. En este sentido, todos deberíamos proteger el lenguaje silbado de Canarias y apoyar el BIC del silbo herreño.
*Entrevista realizada por la Asociación Cultural para la Investigación y Conservación del Silbo Herreño.
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