El mar canario se calienta 0,26 grados por década
En el área de Canarias el océano se calienta a un ritmo “un poquito” más que en otras partes de la corriente marina del Atlántico Norte. Según se desprende de un estudio en el que han participado más de 400 científicos de todo rel mundo, en la superficie marina el incremento se temperatura es de 0,26 grados cada diez años, destacó Eugenio Fraile, del Instituto Oceanográfico Español durante la presentación de los resultados de la Expedición Malaspina 2010.
Eugenio Fraile explicó que durante esta expedición se ha analizado la sección de mar que hay de Canarias a Miami, y que es en la que se transporta el máximo contenido de calor hacia la atmósfera. Por esta franja de agua, manifestó Eugenio Fraile, se transporta una cantidad de calor similar a la que producen más de medio millón de centrales eléctricas generando calor de manera continua durante un año.
La expedición Malaspina hará aportaciones revolucionarias al conocimiento de los océanos y marcará un hito en la ciencia, dijo este miércoles en rueda de prensa Carlos Duarte, investigador principal del proyecto.
Duarte, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explicó que con los datos obtenidos durante la expedición llevada a cabo durante siete meses de navegación en el buque Hespérides y dos en el Sarmiento de Gamboa y en la que se han obtenido más de 120.000 muestras de aire, agua, gases y placton en Atlántico, Índico y Pacífico, se comienza a traducir en aportaciones que serán revolucionarias.
Entre esas “revoluciones” comentó que se ha iniciado la primera secuenciación del genoma global de los organismos que integran los océanos y que se ha descubierto que la masa de peces es muy superior a la que se pensaba, que la temperatura del mar en la zona de Canarias es un poco superior a lo que se creía, y cómo están distribuidos los contaminantes.
Carlos Duarte indicó que se han presentado los primeros datos de cientos de millones de genes nuevos, la mayor parte de los cuales no se sabe qué función tienen, y añadió que en este aspecto se están abriendo las puertas a un reservorio de biodiversidad desconocido.
La secuenciación se lleva a cabo en el Centro Nacional de Genómica y también se secuencia por primera vez el genoma de los organismos presentes en la atmósfera, en la que nunca se piensa como parte de la biosfera, agregó Carlos Duarte.
En cuanto a que las reservas de peces son “muy posiblemente” unas treinta veces superiores a lo que se creía, señaló que se debe a la aportación del pez linterna, que tiene unos cuatro centímetros de longitud y es el vertebrado más abundante en la biosfera, a pesar de lo cual no se había cuantificado su presencia.
Otro hito, a juicio de Carlos Duarte es que ahora se sabe como están distribuidos los contaminantes en los océanos, una vez que se han identificado cinco áreas en las que son muy altas las concentraciones de contaminantes orgánicos persistentes, que pueden tener efectos adversos.
Con los trabajos iniciales de esta expedición se sabe que hay cerca de 200.000 contaminantes que son compuestos sintéticos orgánicos que no existían y que tienen un impacto biológico importante, desde inducir patologías hasta provocar mortalidad en los organismos marinos.
También destacó Duarte que se ha generado el primer mapa de distribución global de basura de plásticos, e identificado las áreas en las que se acumulan, así como que hay un mecanismos que los hace desaparecer en el océano profundo, con lo que se acumula mucho menos de lo que se esperaba.
Gracias al trabajo realizado en esta expedición también se sabe que la transferencia de carbono a partir del hundimiento de células de placton hacia el océano más profundo, con lo que se retira CO2 de la atmósfera, es mucho más eficiente de lo que se pensaba.
Se creía que el carbono se transportaba hacia el océano profundo a una velocidad de pocos metros por día, pero posiblemente sea de unos 500 metros, algo mucho más eficiente, añadió Carlos Duarte.
La expedición Malaspina ha tomado el nombre de la expedición científica acometida en 1788 a través del mundo por el teniente de navío Alejandro Malaspina a bordo de las corbetas Atrevida y Descubierta, que regresó con una colección ingente de especies botánicas, minerales y datos científicos, considerada como la mayor recopilada por investigadores españoles en toda su historia.