El pájaro es Pino

El pájaro es Pino

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En un vuelo entre dos islas viaja una señora con un pequeño canario en su jaulita. ¿Siente el pájaro la paradoja de saberse volando sin batir sus alas o simplemente canta hoy distinto porque intuye su nueva vida? 

Pino, la dueña, me cuenta que Alfredo, que así lo llamó en honor al gran Alfredo Kraus, lleva 6 años en su vida y que cada día se despierta con su canto, alegre y vivo, “como es él”, señala. Pero que hoy ha estado mudo hasta que se montaron en el avión. “Sabe que nos mudamos” me dice. “Es el pájaro más listo que hay… se lo digo yo”. 

Resulta que Alfredo y Pino van a pasar en su nueva morada, al sur de esta nueva isla, el resto de sus vidas. Pino aún ignora que será ella quien se irá primero de esta dimensión y que Alfredo la sobrevivirá en una última casa-jaula, que será la de Aurora, su hija. 

La vida de un pájaro enjaulado no dista mucho de la de sus dueños desenjaulados. Los barrotes invisibles de esta vida son los que impidieron ver a Pino que sacarla a ella de su pequeña jaulita herreña sería lo que la mataría de pena. 

El día que eso ocurra, Alfredo cantará como nunca, entre alertando y despidiendo a su dueña y compañera, inerte en el suelo. Sólo detendrá su canto un nudo en la garganta. 

Al día siguiente Alfredo amanecerá mudo y empezará a desvestirse del penúltimo plumaje. 

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