La paradoja de los niños superdotados: más listos que el resto, ‘invisibles’ para el sistema

Varios estudiantes salen de un instituto en Tenerife

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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En Canarias hay 1.722 estudiantes con altas capacidades intelectuales (ALCAIN) repartidos entre Educación Primaria, Secundaria y Bachillerato. Puede parecer un dato relativamente alto. Pero tan solo se acerca al 1% de todo el alumnado de las Islas, un porcentaje de identificación “muy bajo” para el que debería haber, según concluye un estudio recientemente publicado en la Revista Lusófona de Educaçao. Tanto las autoras del trabajo como otras expertas apuntan que esta realidad es extrapolable al resto de España y que no se está detectando como es debido a estos niños superdotados.

“El procedimiento actual dificulta que la identificación sea plena. Si pasas un test de inteligencia, no hay filtro previo. Pero si son el profesorado o los propios padres y madres los que tienen que detectar, es posible que no lo hagan porque no existe un conocimiento exhaustivo de lo que son las altas capacidades”, señala África Borges, una de las autoras del estudio y catedrática de Metodología de las Ciencias del Comportamiento en la Universidad de La Laguna (ULL).

La investigación utilizó la información facilitada por la Dirección General de Ordenación, Innovación y Calidad de la Consejería de Educación del Gobierno regional relativa a los centros públicos de enseñanza desde el curso 2015-2016 a 2019-2020. En todos esos años, la ratio de alumnos ALCAIN en el Archipiélago se encuentra por debajo del 1%. Pero es que a nivel estatal ese valor es incluso más bajo, del 0,47%, también para el curso 2019-2020, según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional.

Que haya porcentajes tan pobres es alarmante. Las cifras en realidad deberían ser más elevadas y podrían alcanzar hasta el 20%, según varíe el modelo de conceptualización empleado. En Canarias, sin ir más lejos, un estudio publicado en 2004 analiza una muestra al azar de 1.910 alumnos de primer curso de Educación Primaria, en la cual se halló un 8,01% de estudiantes con excepcionalidad intelectual. Algunos de ellos contaban con sobredotación intelectual (2,04%), otros con talento simple (1,21%), talento complejo (1,89%) y talento mixto (2,89%).

Leire Aperribai, doctora en Psicología Clínica y de la Personalidad por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) explica el porqué de esta realidad: “El factor que más influye es la definición que tenemos sobre las altas capacidades. Existen mitos y estereotipos que nos impiden detectar a este alumnado. A ello le sumamos la falta de procedimientos e instrumentos que faciliten la identificación y la falta de formación de agentes de educación (profesorado, orientadores, directivos…)”.

La experta da en la clave: hay diversidad conceptual sobre qué son altas capacidades. En un principio, se fijaban estos rasgos a partir de un test psicométrico de inteligencia general, lo que suele venir representado por un Coeficiente Intelectual (CI) igual o superior a 130. Pero cada vez son más los científicos que no están de acuerdo con una medida monolítica al respecto. “La ausencia de una definición oficial del término [a nivel estatal] en la legislación educativa dificulta la interpretación de los resultados, la transferencia de conclusiones y la comparación de los mismos”, remacha un estudio publicado en 2014.

Tampoco existe un protocolo armonizado en España que facilite las cosas. En Canarias, por ejemplo, el procedimiento abarca tres pasos: la detección de indicios de altas capacidades, la solicitud de la evaluación psicopedagógica al centro educativo y la realización del test posterior. Sin embargo, el punto más controvertido vuelve a ser el mismo. ¿Cómo saber si este estudiante es ALCAIN?

El decreto canario determina que este tipo de alumnado “maneja y relaciona de manera simultánea y eficaz múltiples y variados recursos cognitivos, o bien destaca de manera excepcional en uno o varios de ellos”. Pero esta definición suele escapar de la concepción de la mayoría. Rosabel Rodríguez, doctora en Psicopedagogía por la Universidad de les Illes Balears (UIB), destaca que se suele describir a estos niños como pequeños Einstens o Mozarts, como si fueran genios a punto de salir de la lámpara. Pero nada más lejos de la realidad.

“Mientras sigamos pensando que un alumno con altas capacidades es una persona brillante, que destaca de una forma muy significativa, que le acompañan unas notas académicas muy buenas, que no causa problemas, etc. Si eso no cambia y continuamos con los estereotipos, los profesores tampoco van a poder identificarlos porque no son así. Y de esta manera van a sufrir los dos agentes”, aclara Rodríguez.

Todas las expertas consultadas coinciden en que el perfil de estos jóvenes es heterogéneo. En que hay que fijarse en la potencialidad en el aprendizaje, el deseo, la inquietud, la creatividad y las respuestas originales, incluso desde edades muy tempranas, tres o cuatro años. Y todo ello, compararlo con la media. Ana Fuensanta, doctora dentro del programa de psicología de la Universidad de Murcia (UMU), agrega más detalles: “Son niños cuyo vocabulario, forma de expresarse, no concuerda con la edad que tienen. Son más adultos a la hora de pensar. Van un poco más allá y eso lo podemos comprobar en los juegos, en la forma de relacionarse, también para conectar conceptos”.

Un caso muy concreto: una niña que roza la media en prácticamente todo, pero supera el percentil 95 en matemáticas. Así se conoce a quienes cuentan con un talento simple dentro de los alumnos ALCAIN. Pero debido a la escasa formación de los docentes (un cuestionario difundido en 2016 reveló que de 637 profesores de ESO en toda España, solo 176 afirmaron poseer conocimientos específicos respecto a estos jóvenes) y la predisposición de ayudar principalmente a quienes suelen sacar peores notas, este tipo de estudiantes pasan desapercibidos y no reciben la atención especializada requerida. Luego llegan las consecuencias, como el fracaso escolar o los problemas psicosociales.

“En el mejor de los casos, este alumnado puede dar con un centro educativo que emplee metodologías favorables, como pueden ser aquellas basadas en TICs, en aprendizaje basado en problemas… Si no, el estudiante con alta capacidad se verá condenado a estar durante unas seis horas en el colegio o instituto”, resalta Aperribay. “Aquí entra en juego la diversidad de cada uno. El más activo tenderá a participar más que el resto, a molestar, a moverse… El más quieto o con rasgos más tímidos, lo hará de otra manera, de forma que puedan aparecer somatizaciones (dolores de estómago, de cabeza, etc.) y aumente el absentismo”.

Varios trabajos académicos han investigado la relación entre los alumnos ALCAIN y el fracaso escolar. Uno publicado en el año 2000 sugiere que entre el 35 y 50% de estos menores no terminan sus estudios. Otra investigación indica que el porcentaje es inferior, entre el 10 y 15%. Aperribay agrega que “se habla de un 40%”, aunque para ella habría que darle la vuelta a ese dato. “Quizá se debería de hablar a la inversa, de un 40% de veces que las escuelas fracasan en la educación del alumnado con alta capacidad”.

Sobre ello también habla la doctora Fuensanta, quien recalca que la diversidad en general supone un “problema” para el sistema educativo por la falta de recursos. “Si solamente nos basamos en una normalidad, vamos a tener dificultades para tratar las necesidades de los niños que necesitan un apoyo extra en el aula”. Rodríguez lo resume de esta manera. “Hay plantas que crecen sin valor, casi sin agua. Pero hay otras que son más delicadas y que tienes que cuidarlas y mimarlas para que vayan creciendo”.

El estudio que analiza el censo de estudiantes ALCAIN en Canarias también desliza la idea de que podría haber un sesgo a favor de la identificación de niños sobre niñas en este sentido. De los 1.772 alumnos en el curso 2019-2020, 1.061 son chicos y 661 chicas. Todas las expertas consideran que se debe al machismo estructural y las obligaciones sociales a las que estas se ven expuestas, “pues en ocasiones quieren ocultar su condición para poder encajar mejor en su grupo de amigos o la sociedad”. Por ello, hacen un alegato en defensa la educación inclusiva para “permitir el desarrollo de los niños superdotados, de acuerdo con sus capacidades, talentos y necesidades concretas”.

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