Puertos deportivos y golf en Lanzarote: un modelo turístico en apuros
Durante años, el paradigma del nuevo modelo de desarrollo que necesitaba Lanzarote para diversificar el turismo de sol y playa, defendido por las patronales, pasaba por la construcción de puertos deportivos, campos de golf y otros equipamientos del denominado ‘ocio complementario’. Instalaciones que por regla general suponen la transformación del litoral o la urbanización de terrenos rústicos.
Su propia rentabilidad desde el punto de vista empresarial está en entredicho y, en el caso de los puertos deportivos, afectan al dominio público al levantarse gracias a concesiones del Gobierno estatal o autonómico. El concurso de acreedores de Puerto Calero Marinas, que gestiona dos puertos deportivos en Lanzarote, uno en La Palma y tiene concedido un cuarto en Fuerteventura, ha abierto el debate sobre la viabilidad económica de unas instalaciones que requieren de una elevada inversión y que llevan aparejadas una importante oferta comercial como fórmula para aumentar los ingresos procedentes de la mera actividad náutica.
En las cuentas de Puerto Calero Marinas, la sociedad reconoce unas pérdidas antes de impuestos superiores al millón de euros en 2014, que se suman a los 534.000 euros del año anterior. La empresa valora sus activos en terrenos, construcciones o instalaciones técnicas en más de 48 millones de euros, pero tenía deudas con bancos y acreedores que rondaban los 35 millones.
La “tensión de liquidez” de la empresa le obligó a presentar en el Juzgado de lo mercantil en febrero la comunicación de inicio de “negociaciones” con los acreedores contempladas en la Ley Concursal. En marzo la constructora del grupo Disa, accionista del 24,5 por ciento la empresa y que ejecutó el puerto deportivo en Arrecife, presentó una demanda contra Puerto Calero Marinas para reclamar “la ejecución de pagarés impagados”. En junio la compañía entró en concurso de acreedores.
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