Lo que revelan los tesoros subterráneos de Lanzarote

El Jameito.

M.J. Tabar

Arrecife —

Las entrañas de Lanzarote constituyen una fuente inagotable de información. Este mes de octubre, sesenta científicos de México, Estados Unidos, Polonia, Hungría, España, Grecia, Reino Unido, India, Italia, Irán, Alemania, Suiza y Canadá se han reunido en la sede de la UNED en Lanzarote para poner en común sus investigaciones de biología evolutiva, zoología, geología y espeleobuceo. Ha sido la cuarta edición del Simposio Internacional de Ecosistemas Anquialinos.

El término “anquiliano” es todavía extravagante para Google y un concepto de discusión para la comunidad científica. En lenguaje común sería una masa de agua que queda aislada del mar y tiene unos rasgos ecológicos muy peculiares. Es lo que pasa con el agua del Atlántico que se filtra por las grietas que deja la porosa lava basáltica de Lanzarote.

El jameíto es una de las joyas de estos ecosistemas. El zoólogo Horst Wilkens recuerda que el género Munidopsis está representado por setenta especies que viven en profundidades abisales, más allá de los 500 metros, y que la única excepción vive en Jameos del Agua y fue descubierta por el científico austriaco Oskar Simony en 1888: el Munidopsis polymorpha vive también en el agua marina que se cuela por otras fisuras volcánicas del subterráneo lanzaroteño, como los Charcos de Luis, en Órzola.

Wilkens salvó de la extinción a esta especie, cuyo plan de conservación se lleva desarrollando desde el año pasado. En 2017 se empezó con la recogida de datos. Se tomaron muestras de sedimento para “evaluar el efecto de las monedas arrojadas en la laguna de Jameos” y muestras de agua para estudiar la dieta del jameíto. También se han comparado las distintas poblaciones de jameíto que existen en distintas zonas de la Isla.

El biólogo Alejandro Martínez, uno de los encargados del Plan de Conservación del jameíto y un gran investigador del ecosistema anquialino lanzaroteño, ha sido el coordinador de este simposio en el que han participado, entre muchos otros científicos de prestigio internacional, Tom Liffe y Martyn Farr, considerados los padres del espeleobuceo. Tom ha descrito más de 200 especies de animales de cuevas. Sin los arriesgados trabajos de los exploradores de las cuevas submarinas hubiese sido imposible realizar avances en la investigación.

En 1983, Tom formó parte de la expedición submarina que exploró el Túnel de la Atlántida y halló el remípedo Morlockia ondinae, un ser tan extraño que es difícil de situar en el contexto evolutivo. Parece un crustáceo pero tiene más cosas en común con las insectos que con las gambas. Su origen es un enigma: sólo se ha encontrado en cuevas separadas por enormes distancias: en el Caribe, Australia y Lanzarote.

Casa de los Volcanes

Entre febrero y noviembre del año pasado, un equipo científico multidisciplinar realizó un escáner láser del Túnel de la Corona. Algunos de los geólogos más importantes del mundo mapearon los ocho kilómetros del tubo volcánico, que tiene pasajes muy sinuosos y niveles que van de los dos a los veinticinco metros.

¿Por qué es necesario un mapa en tres dimensiones del tubo? En primer lugar para crear un modelo virtual que pueda usarse con fines divulgativos en la Casa de los Volcanes, cuyo material expositivo se está renovando. También es fundamental tener un mapa detallado del túnel para poder identificar zonas críticas donde podrían producirse colapsos.

¿Más? Sí. Hay un tercer motivo igual de relevante: hay que recabar datos sobre su morfología para poder realizar, por primera vez, una comparación detallada con tubos similares observados en la Luna y en Marte.

Uno de los objetivos de esta gran reunión científica es conseguir que los trabajos sean multidisciplinares. Debe ser así. La geología tiene cosas que contar a la zoología y viceversa. Se necesitan mutuamente para poder tener una visión amplia.

El origen volcánico de Canarias, su evolución geológica y su enorme diversidad ecológica convierten a este archipiélago en un lugar con un enorme número de especies que sólo pueden encontrarse en este punto del mundo (endemismos). El subterráneo canario tiene una gran variedad de hábitats, según el tipo de lava que lo conforme y cómo sea su estructura. Siempre que exista suficiente humedad y aporte de materia orgánica, albergará un fascinante reino troglodita.

La mayor parte de esta fauna adaptada a la vida de estas cuevas subterráneas está en Lanzarote: más del 60 por ciento. La mayoría se encuentra en las partes inundadas del tubo volcánico de La Corona (en el Túnel de la Atlántida, Jameos del Agua y Jameos de los Lagos), aunque algunas viven en aguas intersticiales de los alrededores. Muchos científicos proponen que son animales que descienden de ancestros del mar profundo.

Lanzarote tiene un patrimonio geológico y biológico único. Desde el siglo XVII, científicos de todas las partes del mundo han visitado la Isla porque es “un laboratorio natural excepcional”. El Geoparque, la Reserva de la Biosfera de Lanzarote y el Gobierno de Canarias están desarrollando proyectos de investigación relacionados con la geología, la física, la astrobiología, la biología evolutiva, la microbiología y la conservación.

La investigación de ecosistemas marinos y anquialinos en Lanzarote ha llevado al descubrimiento de centenares de nuevas especies endémicas, muchas de ellas todavía pendientes de descripción. Desde que la Isla fuera nombrada Geoparque en 2014 ha aumentado la colaboración con centros de investigación para desarrollar políticas de conservación basadas en los resultados científicos.

Sólo la ciencia nos dirá si Jameos podrá seguir siendo la discoteca que planeó César Manrique o si es necesario repensar los hábitos y el futuro de la Isla. Además de ser un lugar fundamental para seguir dando pasos en el conocimiento científico, el objetivo final es conocer cada vez mejor Lanzarote y trabajar para preservar su patrimonio natural a largo plazo.

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