Calzados Weyler cuelga el cartel de cerrado tras 57 años en Santa Cruz de Tenerife
El pasado mes de febrero cerró una de las tiendas dedicadas a la venta de calzado más antiguas de Santa Cruz de Tenerife. El negocio, abierto por el ya fallecido Mauricio Sicilia Fernández en julio de 1959 en la Plaza de Weyler, esquina con la calle Galcerán, calzó los piés de los tinerfeños durante más de medio siglo.
Sicilia se ocupó de su negocio hasta que falleció hace algo más de una década, y luego lo hizo su esposa, Dolores Rodríguez -nacida también en La Palma- pues el contrato de renta antigua le daba derecho a ello. El fallecimiento el pasado mes de diciembre de Lola, como la conocían vecinos y clientes, ha desencadenado el cierre del negocio que gestionó en los últimos tiempos, como encargado, el mayor de sus hijos.
En las primeras décadas, los clientes de Calzados Weyler eran preferentemente vecinos de Santa Cruz pero también del norte y sur de la isla, que se trasladaban por aquel entonces a la capital para comprar zapatos y ropa, e incluso isleños de La Palma y de La Gomera que aprovechaban sus viajes a Tenerife para hacerse con calzado nuevo y alguna prenda de vestir.
“Fue una época muy buena. Santa Cruz era la capital comercial de la isla”, relata Carlos Sicilia, el hijo mayor del empresario palmero. “En los pueblos había pocos comercios y la gente venía a Santa Cruz a hacer sus compras; venían a comprar zapatos, ropa y artículos del hogar en las guaguas o en los coches pirata”, unas furgonetas particulares que por un módico precio transportaban a la gente hasta Santa Cruz.
Mauricio Sicilia abrió este negocio en la década de los 50, pero antes tuvo dos negocios en la misma zona. El primero fue una venta (tienda de comestibles) que abrió con su hermano Eleuterio en la calle Ramón y Cajal, y después abrió el Bodegón Las Breñas en la Plaza Militar. Gestionó durante 11 años este negocio al que dedicaba muchísimas horas al día, en una época en la que contrajo matrimonio con Lola y en la que tuvieron una hija y tres hijos.
Asesorado y animado por un conocido, este empresario abrió la tienda Calzados Weyler a la que se dedicaría hasta el fin de su vida.
Fue en ese local donde sus cuatro hijos aprendieron el oficio de comerciante mientras echaban una mano en el negocio familiar. Dos de ellos, Carlos y Pedro Sicilia, son comerciantes de profesión y ambos han tenido sus negocios también por la misma zona. Su única hija, Elba, es ama de casa y se ha dedicado a su familia, mientras que el más pequeño, Mauricio Sicilia, fallecido hace menos de cuatro años, era un reputado diseñador de moda, conocido por sus trajes de novia.
El cartel de la tienda de calzados no luce ya en la esquina de la Weyler, donde multitud de recuerdos se agolpan en un local sin luz que aguarda a un nuevo propietario o nueva propietaria. Quizás a otra familia, y por otros 57 años...es difícil pero no imposible.