Coalición Canaria salvó de la piqueta en 1995 el edificio de Tenerife golpeado por olas gigantes y que toca terrenos de dominio público

Vista aérea de Mesa del Mar, con el edificio Mar y Sol, el que resultó afectado por el fuerte oleaje del fin de semana (Tenerife)

Vicente Pérez

Santa Cruz de Tenerife —

La imagen de la ola gigante que el pasado sábado arrancó de cuajo un balcón en la tercera planta de un edificio en Tenerife ha puesto en el mapa de la actualidad al pequeño núcleo turístico de Mesa del Mar.

Situado en el municipio de Tacoronte, al norte de la isla y al pie de un imponente acantilado, el inmueble Mar y Sol fue objeto de una polémica en los años noventa, cuando el Ayuntamiento, entonces gobernado por un alcalde socialista, de común acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente (que prometió 600 millones de pesetas -3,6 millones de euros-), intentó recuperar para el uso público parte del tramo de costa que ocupa esa construcción. Este bloque fue en su origen, años sesenta del pasado siglo, un hotel, cuyos apartamentos luego fueron vendidos a particulares y ahora su uso se ha convertido en residencial.

Pero ocurrió que en 1995 accedió a la alcaldía la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI entonces y hoy Coalición Canaria -CC-; ese fue uno de los partidos que años después fundaría CC), que dio marcha atrás al proyecto, hasta que finalmente, en 2013, el deslinde público elaborado por la Dirección General de Costas dejó fuera del dominio público marítimo-terrestre el edificio, salvo dos pequeñas esquinas, y quedó dentro de la servidumbre pública de protección.

Por esos años los propietarios habían recurrido el acuerdo del pleno municipal (tomado en 1993) que declaraba ilegales la venta de apartamentos como viviendas en el Mar y Sol. El litigio lo ganó la parte privada, Hoteles Afortunados, SA, y este llegó al Tribunal Supremo.

Un complejo turístico inaugurado por Manuel Fraga

La urbanización del entonces hotel la promovió el empresario Arcadio Pérez Dorta, ya fallecido. La construcción comenzó a principios de los sesenta del pasado siglo con unas difíciles obras en la carretera que daría acceso a ese complejo turístico. En 1967 se inauguró, en un acto que presidió Manuel Fraga Iribarne, el ministro de Turismo del régimen franquista.

Su declive como zona turística de lujo comenzó en los años ochenta y se convirtió paulatinamente en un barrio residencial, siempre con el ojo puesto en los embates de los temporales marinos, que ya en el pasado habían provocado daños en las instalaciones públicas y privadas más próximas al mar.

El sábado 17 de noviembre de 2018, fue uno de esos días: el furioso océano entró de lleno en las plantas bajas del edificio, lo que causó destrozos en enseres, ventanas, paredes, balcones y zonas comunes, y por seguridad fueron desalojadas el fin de semana 65 familias.

Este lunes, ya sin avisos meteorológicos por oleaje, los vecinos relataban a TVE 1 cómo vivieron con horror ese temporal, que no es el primero que sufren, pero sí uno de los que más daños les ha ocasionado en los últimos decenios, hasta el punto de que algunos propietarios se plantearon incluso no regresar a sus viviendas.

Que el mar bata sobre los cimientos de este edificio y que, de vez en cuando, dé un buen susto a los inquilinos de las plantas bajas, no extraña a nadie. Basta contemplar dónde está construido, sobre la misma línea de mar y con un estrecho paseo a su alrededor por el que no conviene transitar cuando el mar está embravecido. A ojos de buen cubero, está en lo que se considera dominio público, pero la realidad es que la orden ministerial que trazó esa línea en la costa de Tacoronte lo deja fuera.

El Ministerio aclara que el domino público fijado apenas le afecta

Fuentes de la Demarcación de Costas en Santa Cruz de Tenerife indicaron este lunes a Tenerife Ahora que el deslinde vigente toca muy levemente dos esquinas de las edificaciones que hay en la parcela, la mayor parte de la cual se halla en servidumbre pública.

Pese a la evidencia de que estos bloques de apartamentos están casi sobre el mar, desde ese organismo público se indica que se trata de un inmueble construido de modo legal antes de la ley de 1988, y que se pudo beneficiar de esa circunstancia, además del hecho de que el Ayuntamiento cambiara de criterio a mediados de los años noventa para desarrollar un proyecto de recuperación de ese espacio costero para uso público.

Las mismas fuentes señalaron que los deslindes en sí mismos no son inamovibles, pero subrayaron que hasta 2013, para modificarlos, había que demostrar hasta dónde alcanzaban las olas en el máximo temporal conocido, pero desde entonces, con la reforma de la ley, es preciso verificar que el mar ha llegado más lejos en al menos cinco ocasiones en un lustro, lo cual dificulta cualquier solicitud en este sentido.

El alcalde socialista hasta 1995 lo tachó de “enorme atentado”

Sea como fuere, el edificio que ahora se ha hecho famoso en toda España provocó un duro enfrentamiento político en los años noventa en la isla. Tal es así que el entonces alcalde socialista, Guillermo Graham, que defendió su derribo -con indemnizaciones a los propietarios- publicó en el periódico Diario de Avisos un revelador artículo de opinión, apenas unos meses después de perder la alcaldía, en el que calificaba esa construcción de “enorme atentado contra el litoral de Tacoronte”. “La costa”, escribió el político del PSOE, “es un espacio de ocio de los ciudadanos y no se puede permitir que sea ocupada por construcciones ilegales o aparentemente legales como el edificio Mar y Sol”.

En este artículo (desempolvado ahora de las hemerotecas por el periodista Esaú Hernández en un hilo de Twitter), Graham no tenía dudas de que “el edificio está afectado por la Ley de Costas [de 1988], y en ningún caso legalmente puede aceptarse un deslinde distinto al que se establece en la ley; es decir, más tarde o más temprano se podría aplicar una Ley que depende del Estado y que no parece que vaya a modificarse”. El augurio de aquel alcalde socialista no se cumplió, y en 2013, con el PP en el Gobierno estatal, la ley se reformó y además el deslinde aprobado posteriormente salvó el Mar y Sol.

Aquel regidor municipal de Tacoronte fue más allá y destacó en su columna aparecida en prensa que durante su mandato el Ayuntamiento tuvo “importantes batallas jurídicas contra un poderoso señor de todos conocido”, en alusión al promotor de esta urbanización controvertida, levantada sobre una escasa plataforma rocosa y en las laderas del acantilado.

El partido ATI (hoy CC) en Tacoronte se opuso a ese proyecto de recuperar la costa con argumentos como el “desorbitante” coste para el erario público y una “insultante” compensación económica para los dueños del Mar y Sol. Al llegar al poder municipal, en pleno época de revisión del Plan General de Ordenación del municipio, con el gobierno que presidió el alcalde Hermógenes Pérez, de ATI-CC, el asunto quedó aparcado para siempre.

En internet pueden encontrarse a la venta pisos en la calle de Mesa del Mar, algunos por 58.000 euros y 83.000 euros, en los que puede verse cómo el Atlántico está tan cerca que parece que va a colarse por la ventana. Y es lo que ocurrió en las primeras plantas del inmueble el pasado fin de semana.

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