La Rambla de Santa Cruz: arteria de comunicación y cultura de la capital tinerfeña
Es la actual denominación de la principal vía de comunicación de la capital tinerfeña, la que vertebra la circulación de vehículos y peatones desde la Avenida de Anaga (al norte), donde empieza y termina –que lo mismo da- y la Plaza de la Paz, constituyéndose en la avenida más larga de Canarias, con casi dos kilómetros de longitud. Su extensión superaría los tres kilómetros –las Ramblas-, ya que guarda la misma conformación urbanística, si añadimos a su medición la prolongación de la Avenida de la Asunción –o de las Asuncionistas-, hasta el cruce con la Avenida Benito Pérez Armas, ya a punto de desembocar en la conexión de la ciudad por la TF-5 en dirección a La Laguna.
Al margen de estas consideraciones generales, La Rambla es uno de los enclaves imprescindibles de ver y disfrutar de la ciudad, configurada a partir de un gran paseo peatonal arbolado, con un ancho de entre diez y doce metros según los tramos, y dos carriles para la circulación de vehículos en cada lado, hasta alcanzar una anchura de treinta metros, lo que permite compatibilizar su uso para el tráfico rodado y el esparcimiento del transeúnte.
Y no es para menos: las Ramblas se disponen como un hermoso bulevar, a modo de gran bóveda boscosa –parafraseando al oceanógrafo Jacques Cousteau cuando visitó la ciudad-, donde el protagonismo de los laureles de Indias no opaca el brillo de las palmeras, jacarandás, flamboyanes y una diversidad de jardines distribuidos a lo largo del trayecto. De esta manera son pocos los lugares en el mundo que permitan disfrutar de un paseo urbano con el delicioso clima de Santa Cruz, lo que convierte a las Ramblas en un escenario ideal para el ocio al aire libre, el relax, la contemplación, el deporte, y disfrutar de los bancos, los estancos, esculturas de artistas de renombre, espacios de juegos para los más pequeños y las históricas terrazas del kiosco de La Paz y de Numancia.
Recorrer el bulevar es también toda una experiencia histórica y cultural, que permite componer una semblanza de lo que ha venido siendo Santa Cruz a lo largo del tiempo siguiendo el cortejo de edificaciones que lo acompañan. Ejemplos de arquitectura racionalista, neoclásico y neocanario, además de composiciones eclécticas y edificaciones de estilo contemporáneo se suceden a ambos lados del paseo, con la sede del Colegio de Arquitectos de Canarias, hasta el Hotel Mencey y los distintos palacetes en los límites de La Rambla con los barrios de Las Mimosas y Salamanca, para llegar al edificio del Cine Víctor, en la confluencia con la Plaza de la Paz, entre otras construcciones emblemáticas.
La Rambla de Santa Cruz ha registrado numerosos cambios de denominación a lo largo de los siglos, siendo una de las vías más antiguas de la isla. Tal es así que a mediados del siglo XVII ya existía el llamado Camino de los Coches, que cubría el tramo entre las actuales calles Viera y Clavijo y Doctor José Naveiras, vía que en la segunda mitad del siglo XIX ya se fue prolongando hacia el sur –bajo el nombre de Paseo de Ortega- y con una disposición de tres calles (una central y dos laterales más estrechas, acompañadas de hileras de árboles. En 1873 pasó a llamarse Rambla 11 de Febrero, abriéndose un periodo de varias décadas –hasta los años 30 del siglo XX- donde se fue expandiendo hacia el Barrio Salamanca, la actual calle Juan Pablo II y Rambla Pulido. Desde 1936 pasó a ser Rambla General Franco y en 2008 adquirió la denominación actual.
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