Causaron verdadera conmoción las declaraciones del empresario Javier Esquível ante un juez de Las Palmas de Gran Canaria para hablar del chalet que le tuvo alquilado a Soria de aquella manera tan particular, que llueve y no se moja, como los demás. Nos podemos imaginar el cabreo del empresario con su inquilino, que además de remitirle los pagos a no se sabe muy bien qué caja de zapatos, encima lo ha colocado en una situación tan embarazosa. Porque tener que contar milongas ante un juez no es plato de gusto para nadie, y si encima lo has de hacer por la perreta de uno que te tenía prometido un paraíso E-4 y al final te dio monsergas, más jeringa aún la cosa. Esquível ha dicho en sede judicial que el encuentro con Luis Soria en Alemania no fue casual, como aseguró ante Parramón y ante el Parlamento el ex consejero de Industria, empeñado en que no le salpique ni una gota del estanque de los tiburones. Pero la cosa se complica.