Muy atravesados tienen que ser los relevos que Mauricio y Soria promueven en el Puerto como para que hagan bueno a Luis Hernández. No pueden atribuírsele al todavía presidente del Puerto más meteduras de pata y otras acciones sospechosas sin tener la obligación moral de acudir a los tribunales. Pero sus detractores sólo ven en él su filiación romanista y su empeño en no adjudicar la ampliación del dique Reina Sofía a quien correspondía según el manual. Tal es el grado de mala espina que da Arnáiz y quien le acompañe (parece que José María Hernández es irrecuperable para la causa), que hasta Puertos del Estado (Ministerio de Fomento) ha hecho llegar su malestar a quien corresponde, con el oportuno aviso a nevegantes y prácticos. Por cierto, hablando de prácticos, muy oportuno el almuerzo del pasado jueves en El Pote entre Arnáiz y el irrepetible Aurelio Ayala, director general del Tesoro in péctore y asesor del ya caído en desgracia José Miguel Suárez Gil al que le crecen enanos en todas partes, emisoras de radio incluidas.