El Diario de Sesiones del Parlamento es como la prueba del algodón, no engaña, no se deforma, ni se transforma, se tumba o se muere. Permanece ahí, para siempre, para la consulta de eruditos, historiadores, estudiantes y periodistas curiosos. En el pleno del Parlamento de Canarias del 15 de enero pasado se discutía acerca de lo mal que lo hizo el Gobierno en la tramitación del expediente de Tebeto. En un momento dado del debate, el diputado socialista Manuel Fajardo acusó a los servicios jurídicos del Gobierno de no haber actuado con la diligencia debida. En concreto, Fajardo dijo que “como letrado de muchos años de ejercicio, (...) no es normal que en un procedimiento donde se discuten 104 millones de euros que a uno le reclaman, uno, no solicite el recibimiento del pleito a prueba; dos, no haga una contrapericia; tres, no solicite vista y, cuatro, no haga conclusiones. ¡Porque si eso es normal en Derecho, que venga Dios y lo vea!”. A Fajardo le respondió Ruano, y no se pierdan la respuesta, porque es de traca.