La sentencia, que se dará a conocer públicamente por el absuelto este mismo viernes, no tiene desperdicio porque, además de defender la libertad de expresión, lo hace en base a que las tres acusaciones que la familia Soria consideraba lesivas para su honor e imagen quedaron probadas. Es decir, Soria participó en dos votaciones para la recalificación de los terrenos; la recalificación se produjo y, tercero, como consecuencia de ello, la hermana del entonces alcalde, se benefició del asunto. Tan drásticos son los argumentos de la juez, que termina por condenar a los demandantes al pago de las costas del procedimiento judicial. Y un detalle curioso: los hechos se remontan a junio de 2002, es decir, que han tardado dos años en resolver un litigio que ahora parece tan sencillo.