Así gestionan la COVID-19 los grandes países emisores de turistas a Canarias: eficacia alemana y debilidad británica
El 23 de mayo el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, anunciaba la apertura de las fronteras para turistas internacionales y, poco después, el líder del Ejecutivo canario, Ángel Víctor Torres, expresaba su deseo de que a las Islas llegaran “aviones llenos” pero “seguros”, con test en origen, condición sine qua non que se mantiene a día de hoy. De ahí que, por ahora, la Consejería de Turismo se haya mostrado más reticente a iniciar un corredor turístico con Alemania, como llevará a cabo Baleares desde el próximo lunes, 15 de junio, permitiendo la entrada de 10.900 turistas con una estancia mínima de cinco noches y sin pasar la cuarentena que se exige a los viajeros internacionales.
En este sentido, el Ejecutivo isleño recalcó el jueves, tras un Consejo de Gobierno, que si el turista que viaja a Canarias no se hace un test 48 horas antes de subirse al avión, el Gobierno se lo hará al aterrizar, sometiéndolo a una cuarentena o devolviéndolo a su país en caso de dar positivo. Si bien aún no queda claro cómo se compensará el gasto de realizar las pruebas diagnósticas PCR a los turistas una vez lleguen a las Islas.
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Alemania y Reino Unido son los dos principales emisores de turistas a Canarias, pero el Gobierno regional, que desde abril elabora una estrategia denominada Plan Fortaleza centrada en potenciar al Archipiélago como destino seguro, por ahora ha cerrado solo con Madeira, territorio con datos epidemiológicos similares, como recomendó la Unión Europea, un corredor verde con test en origen. La temporada alta de las Islas es en otoño e invierno y el objetivo es llegar a esa fecha con la seguridad sanitaria probada y garantizada para que británicos y alemanes vuelvan a las playas canarias. De lograr este objetivo, la principal preocupación radica, según pinta en un escenario con previsiones moderadas la estrategia trazada, en la evolución de la pandemia en dos países que en 2019 aportaron más del 50% de los turistas.
Y, por ahora, el ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno alemán, Heiko Maas, ya ha anunciado que el día 15 retirará el aviso de no viajar a los países comunitarios, que se hará extensible a España cuando se permita el ingreso de turistas. Alemania ha sido vista como un ejemplo de respuesta más eficaz ante la pandemia en comparación a otros países con una población similar (más de 80 millones de habitantes). Los últimos datos muestran que sobrepasa los 185.000 casos, pero más de 170.000 pacientes se han recuperado de la enfermedad y han fallecido algo más de 8.700 personas. España, con más de 40 millones de habitantes, supera los 240.000 casos acumulados, las 150.000 altas y sobrepasa los 27.000 muertos oficiales debido a la COVID-19.
El primer caso que registró Alemania tuvo lugar a finales de enero, cuando China decretaba el confinamiento de la ciudad de Wuhan, donde se originó el virus en diciembre. Una minuciosa investigación de un equipo de científicos publicada en The Lancet Infectious Diseases ha permitido reconstruir la cadena de transmisiones derivada de la paciente cero, que aterrizó en el país el 19 de enero procedente de Shanghai para mantener reuniones empresariales. Uno de los empleados contagiados viajó a La Gomera: fue el primer caso en España, registrado el 31 de dicho mes.
A partir de ese momento, Alemania comenzó a prepararse: realizaba test y aplicaba un método amplio en el que se identificaba a los posibles contagiados, tanto con contacto directo como secundario, y aplicaba un aislamiento de 14 días, lo que propició que la tasa de mortalidad fuese menor. Pero el Gobierno alemán no aplicó “medidas drásticas”, como anunció la canciller Angela Merkel, hasta mediados de marzo, cuando contaba con más de 6.000 casos y superaba la decena de muertes: cierre de fronteras, también de casi todos los locales o establecimientos no esenciales y distanciamiento social de 1,5 metros. Sin embargo, no llegó a aplicar el confinamiento de la población y permitió que los restaurantes continuaran su actividad con servicios de recogida. Estas medidas fueron acordadas con los 16 Länder (estados federales), que se encargarían de su aplicación.
Para exhortar a la población a cumplir las medidas, Merkel, por primera vez en sus 15 años de mandato, realizó un discurso televisado en la que subrayó la importancia de obedecer las reglas: “Esto es serio, tómenselo en serio”, al tiempo que advertía de la gravedad de la pandemia: “Desde la Segunda Guerra Mundial, nuestro país no ha afrontado un desafío que dependa tanto de nuestra solidaridad colectiva”. Un mes después, el Gobierno alemán consideraba “controlable” la pandemia en su país, que nunca tuvo a su sistema sanitario colapsado. Y a finales de abril se anunciaban medidas de desescalada, que deberían aplicar los Länder.
A excepción de las protestas de negacionistas, conspiracionistas o de la ultraderecha por las medidas restrictivas aplicadas, en general la percepción de la ciudadanía respecto al Gobierno alemán ha sido positiva y ha mejorado la valoración de Merkel en su último año al frente del Ejecutivo. Las críticas han recaído en la desigual desescalada que se ha llevado a cabo en diferentes estados federales, sobre todo en aquellos donde gobiernas lideres que aspiran a reemplazar a la canciller alemana.
Durante mayo, Renania del Norte-Westfalia, el estado federado más poblado de Alemania y fronterizo con Holanda y Bélgica, eliminaba los 14 días de aislamiento para quienes ingresen en el país a través de su territorio procedentes de países comunitarios; la Bundelisga se convertía en una de los primeros grandes campeonatos de fútbol europeos en retomar su actividad; Berlín reabría sus escuelas de forma gradual, por cursos, y bajo estrictas medidas de seguridad (limitación de alumnos, por turnos, solo asignaturas troncales, separación de 1,5 metros o pasillos en un solo sentido). En restaurantes, en algunos Länder, los usuarios deben rellenar un formulario antes de comer para contactar rápido, en caso de infección, y así cortar la cadena de contagios.
El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo, reconoció haber enviado una carta a Merkel “para que no se olvide de sus vacaciones” en la Isla durante este verano, como ya ha hecho la canciller en otras ocasiones. “Ella es muy amante de la naturaleza, sobre todo del senderismo”, afirmó.
Reino Unido, respuesta tardía y polémica
Reino Unido, respuesta tardía y polémica La gestión de la crisis sanitaria en el principal mercado emisor de turistas en Canarias ha sido muy diferente a la de Alemania. Con más de 66 millones de habitantes, Reino Unido es el tercer país del mundo con más fallecidos (más de 41.500), solo por detrás de Estados Unidos y Brasil, doblando la cifra que el consejero científico del Ejecutivo de Boris Johnson, Patrick Vallance, consideraba a mediados de marzo que sería “un buen resultado” de la gestión de la crisis. También sobrepasa los 295.000 casos y menos de 2.000 personas se han recuperado. Uno de los miembros del comité de expertos médicos del Gobierno británico reconoció a la BBC a inicios de junio que se han perdido “muchas vidas” por no adelantar el confinamiento.
El primer caso registrado tuvo lugar el 31 de enero. El primer ministro británico, Boris Johnson, no acudió a cinco reuniones que se celebraron entre ese mes y febrero del equipo de emergencia Cobra (Cabinet Office Briefing Room A), que suelen ser presididas por el máximo mandatario y a la acuden miembros del ejecutivo o jefes de inteligencia ante diversas crisis. En febrero, cuando China ya había aislado a varias ciudades y ya se propagaba en Italia, Reino Unido decidió mantener el nivel de alerta en moderado.
Fue el 2 de marzo cuando Johnson acudió a la primera reunión, en el que se optó por poner en marcha la estrategia de inmunidad de rebaño, que se consigue a través de una vacuna o cuando una gran cantidad de personas está protegida frente a un virus tras haber superado la infección y, por ello, no puede seguir propagándose. También se contemplaba la contención: aislar a los primeros casos, buscar a la cadena de contagios y mantener una cuarentena; o la protección de ancianos y enfermos crónicos.
El 23 de marzo, con más de 5.000 casos confirmados y superando las 300 muertes, el Gobierno británico decidió cambiar la estrategia y, al igual que ya habían hecho otros países del continente como Italia o España, se confinó a la población, que solo podrían salir a la calle por necesidad (para adquirir alimentos, razones médicas, cuidar de personas vulnerables o ir al trabajo si es imprescindible) y hacer ejercicio 1 hora al día. Además, decretó el cierre de centros escolares, locales y establecimientos no esenciales, además de la prohibición de actos en lugares públicos. Johnson defendió estas medidas alegando que se enfrentaban “a la mayor amenaza en décadas”. “Quedaos en casa, proteged al Sistema Nacional de Salud y salvad vidas”, afirmó en un discurso a la nación. El 4 de abril, el primer ministro era trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos tras dar positivo el 27 de marzo.
Precisamente ese día estalló una crisis porque un asesor del primer ministro e ideólogo del Brexit, Dominic Cummings, se saltó el confinamiento y viajó más de 400 kilometros en coche junto a su mujer y su hijo desde Londres a Durham para ir a casa de sus padres. Esto desató una crisis política que se sumaba a la respuesta tardía a la pandemia, la falta de equipos de protección para sanitarios al inicio de la crisis sanitaria o la insuficiencia de test realizados, a pesar de que el ministro de Salud, Matt Hancock, quien también había dado positivo por coronavirus, afirmó que en el mes de abril Reino Unido había realizado más de 100.000 test diarios.
Aunque Johnson había anunciado que las medidas de confinamiento duraría tres semanas, hasta el 12 de mayo, se vio obligado a alargar el confinamiento ante los más de 30.000 muertos que registraba en esas fechas (siendo el país de la UE con más fallecidos por la enfermedad), pero sí anunció algunas medidas de desescalada el 10 de mayo, como la reapertura de tiendas de jardinería, bibliotecas públicas, regreso al trabajo para quienes no pueden realizarlo desde casa o hacer ejercicio por tiempo ilimitado. Además de cambiar el lema de Quedaos en casa por el de Estad en alerta, Johnson estableció un sistema de alerta del 1 al 5 por colores y en el tercer nivel se permitiría el levantamiento del confinamiento en base a diferentes criterios. Escocia, Gales o Irlanda del Norte se desmarcaron de las medidas y mantuvieron las restricciones.
Con más de 39.000 muertes, el 1 de junio Reino Unido permitía reuniones en espacios abiertos de hasta seis personas, siempre con distancias de 2 metros. También se anunciaba la reapertura de escuelas de primaria en la primera quincena y de secundaria para la segunda, al igual que los comercios. La Premier League de fútbol se reanudará el próximo miércoles, 17 de junio. Los bares o restaurantes seguirían cerrados hasta julio. Johnson explicó en su momento que tomaba estas decisiones al haber cumplido con los cinco requisitos que se había marcado el gobierno: asegurar que el sistema de salud no estaba colapsado, caída en el número diario de muertos y de infectados, resolver problemas operativos y evitar un segundo ciclo de contagios.
Sin embargo, el grupo de asesores científicos del Gobierno británico advirtió que el país podría enfrentarse a severas consecuencias por un desconfinamiento prematuro y profesores o padres y madres expresaron su preocupación por la reapertura de los centros escolares, una medida de la que nuevamente se desmarcaban Escocia, Gales o Irlanda del Norte. Así, el 9 de junio el Ejecutivo reculaba y suspendía hasta septiembre la vuelta a las escuelas de primaria, aunque permite que si un centro en Inglaterra lo estima, puede abrir sus puertas.
En cuanto a las fronteras, el Gobierno de Johnson también ha recibido duras críticas por su imposición desde el 8 de junio de una cuarentena obligatoria de 14 días para los viajeros que lleguen al Reino Unido, que rechazan tanto diputados de todos los partidos como los sectores más afectados, de viajes y turismo. Además, los sindicatos han señalado que la aplicación de esta medida fue caótica, sin preparación suficiente para el personal de aduana. Gran Bretaña ya ha anunciado su intención de establecer corredores turísticos, aunque no entrarían en vigor hasta finales de junio, y países como Grecia o Portugal han manifestado su intención de negociar estos acuerdos.
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