Cuatro días para ver lo mejor de El Cairo: La ciudadela y las grandes mezquitas de la capital de Saladino

La ciudad de las mil mezquitas. Tejados de El Cairo. Al fondo puede verse la Ciudadela de Saladino.

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La Plaza de Saladino ejerce de centro de el viejo El Cairo. Esta rotonda caótica se sitúa a las puertas de la Ciudadela, un enorme complejo de murallas, palacios, mezquitas, mausoleos y antiguos edificios administrativos que resume más de siete siglos de existencia de esta metrópolis norteafricana. Saladino. El nombre de este líder mítico nos retrotrae a los tiempos de las Cruzadas (entre los siglos XI y XIII) y a las luchas entre cristianos y musulmanes por el control de Tierra Santa. Saladino fue uno de los líderes que expulsó a los cristianos de Jerusalén y también el responsable de la caída del califato chiita fatimí y la reintegración de los territorios de Egipto y el norte de África a la órbita del califato abasí de Bagdad. Un sometimiento simbólico al califa ya que, en la práctica, gobernó sus dominios de manera independiente. La plaza, como te decíamos, ocupa un espacio de centralidad en la ciudad histórica, tanto como el propio Saladino ocupa un lugar central en la historia de un país que volvió a ser cabeza de un imperio con esta figura mítica.

Los muros de la fortaleza invitan a entrar de inmediato, pero te recomendamos iniciar este según día de paseo por las calles de El Cairo (marcado por iconos de color violeta en el mapa) por la Mezquita del Sultán Hassan (El-Darb El-Ahmar) aunque esto suponga dar un par de pasos en dirección contraria a la ciudadela y un salto de varios siglos hacia adelante hasta los tiempos del sultanato mameluco. Este complejo que incluye el propio templo y hasta cuatro madrasas para estudiantes es de los más grandes y bonitos de todo Egipto siendo uno de los edificios más destacados de todo el arte islámico mundial.

Muro de la Quibla de la Mezquita del Sultán Hassan. Este es el lugar que marca la dirección de La Meca a la hora de dirigir los rezos.

El uso de la madera, el yeso y el mármol encuentran aquí una de las cimas del talento árabe que tiene su máximo exponente en el Muro de la quibla (el que está orientado hacia La Meca), con sus elementos típicos (el mihrab -la hornacina que señala hacia la Ciudad Santa- y un mimbar -púlpito-) elaborados en mármol y piedras decorativas muy llamativas. Otro de los elementos diferenciales de esta enorme mezquita es que está rodeada de capillas con mausoleos funerarios dedicados a la memoria de varios gobernantes de la dinastía. Cada cual es más bonito que el anterior.

Dos edificios cercanos a la mezquita que puedes visitar.- Desde la mezquita puedes tomar la preciosa calle de Darb Al Labana para internarte en la red de callejuelas que se arremolina a los pies de la ciudadela para descubrir dos auténticas joyas que suelen pasar inadvertidas para los viajeros y viajeras que se acercan hasta aquí. El primero es un viejo Bimarestán de tiempos de los mamelucos. ¿Y que es un bimarestán? Pues un hospital. El Bimarestán del Sultán del Sultan Al Moayad Sheikh (El-Darb El-Ahmar) es un precioso edificio del siglo XV que supone uno de los mejores ejemplos de arquitectura mameluca con su característica mampostería de ablaq que alterna piedra roja oscura y clara. Y el segundo es la Qubbat al-Kumi (Yassin, 8) un bonito mausoleo que está medio en ruinas pero que es muy lindo de ver.

Muros de la Ciudadela de Saladino. Durante más de siete siglos, este complejo de fortalezas, mezquitas, cuarteles y palacios fue el centro de poder de todo Egipto.

La Ciudadela de Saladino.- Entrar por Bab El Azab (Puerta de los soldados) es ingresar literalmente a otra ciudad dentro de la propia ciudad. La ciudadela es un destino en sí mismo y si la quieres ver en profundidad no te va a quedar más remedio que dedicarle un día entero o aún más. Lo que se apelotona aquí dentro es enorme y complejo. Las primeras piedras se erigieron por orden de Saladino en el siglo XII y las últimas ampliaciones y modificaciones datan de los tiempos del colapso del Imperio Otomano a principios del XX. Bab El Azab, por ejemplo, es un añadido otomano del XVIII. Así que para racionalizar la visita hay que ir a tiro hecho y ver lo más importante. Para nosotros los imprescindibles son tres.

Interior de la Mezquita de Mohammed Ali, una construcción levantada por las autoridades otomanas en El Cairo para rivalizar con las famosas cúpulas de Estambul.

La Mezquita de Mohammed Ali es la más grande y espectacular del complejo, aunque es la más moderna (siglo XIX). Este imponente templo de mármol, caliza, alabastro y maderas preciosas se construyó para rivalizar con las grandes mezquitas de Estambul y se nota. La cúpula central es impresionante y la decoración es brutal (como la gigantesca araña que cuelga de las bóvedas y que recuerda a Santa Sofía).

La Mezquita de Al-Nasir Muhammad es la más histórica. Lo que vemos hoy es resultado de una reconstrucción completa en el siglo XIV para hacer una de esas joyas de la arquitectura mameluca que tanto abundan por las callejuelas de El Cairo. La decoración es brutal con un uso virtuoso del mosaico.

Fuente de Los Leones en el Palacio de Gawhara. Este recinto recuerda a Topkapi y se levantó sobre los sucesivos palacios que ocuparon este lugar a lo largo de los siglos.

El Palacio de Gawhara es el mejor de los ejemplos del uso de este espacio como residencia de gobierno durante esos más de siete siglos de historia. Este palacio otomano de principios del XIX está inspirado en los pabellones y patios del mismísimo Topkapi de Estambul y es una de esas maravillas que poner de manifiesto ese concepto de lujo oriental que se esparció por Europa. Para ver las zonas más antiguas de este complejo hay que irse hasta la llamada Casa de la Multiplicación. Si tienes tiempo y ganas de seguir explorando este espacio puedes ir hasta el extremo norte del complejo para ver la Mezquita de Sariyat al-Jabal, la primera de las ‘otomanas’ de El Cairo construida en el siglo XVI y con una particularidad: se usaron muchos elementos egipcios y puedes ver rastros de jeroglíficos y columnas con más de cuatro mil años de historia.

Fuente de Sabeel Um Abbas. Para muchos, la más bonita de las fuentes públicas históricas de El Cairo.

Más allá de la Ciudadela; un paseo hasta la Mezquita de Ibn Tulum.- Para terminar este segundo día de paseo nos internaremos por algunas avenidas donde el Viejo El Cairo va dando paso a la ciudad más moderna: esa que muestra las ‘heridas’ del colonialismo en forma de edificios a la europea, grandes calles y plazas con fachadas parisinas. Pues entre este nuevo El Cairo se esconden alguno de los rastros de la ciudad más antigua: como sucede en la Avenida que forman las calles Sheikhoum, Al Saleeba y Al Khoderi (que parten desde la misma Plaza de Saladino). Lo ‘malo’ de El Cairo es que casi en cada manzana te encuentras con algo que te llama la atención. Y es difícil resistirse a la tentación de entrar y conocer: como la Fuente de Sabeel Um Abbas (Saleeba), considerada la más linda de toda la ciudad (adosada a un colegio del XIX como la propia fuente y junto a dos mezquitas históricas).

Patio de la Mezquita de Ibn Tulum de El Cairo. Se construyó en el siglo IX por el crecimiento exponencial de la población cairota.

Es difícil abstraerse. Por eso hay que ser muy selectivos. Si sólo tuvieras tiempo para ver una de las muchas mezquitas y santuarios que hay por toda la ciudad (la llaman la de las mil mezquitas) te recomendaríamos pasarte por la Mezquita de Ibn Tulum (Plaza de Ahmed Ibn Tulum), construida en el siglo IX para ser la gran mezquita de una ciudad que crecía sin cesar. Estamos, pues, ante uno de los edificios históricos más importantes.

Fotos bajo Licencia CC: Francisco Anzola; Gon Caride; jsieso; Moody Man; jome jome; Dan; Gary Ku

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