Cuatro días para ver lo mejor de El Cairo: El Moez a fondo en busca del Callejón de los Milagros
La apertura (tantas veces postpuesta) del nuevo Museo Egipcio ha colocado al país del Nilo entre los destinos más demandados por los viajeros. Ya hablaremos del museo en otro artículo, pero ahora nos vamos a ocupar de la magnífica ciudad que lo alberga y que muchas veces queda eclipsada por la gran cantidad de joyas arqueológicas que se apelotonan a las dos orillas del río más famoso de la historia de la Humanidad. La inauguración del nuevo museo junto a las Pirámides de Giza ha desplazado el punto de atención hacia la famosa meseta donde se erigen las grandes construcciones del tiempo de los faraones: ahora ya no hay que pasar por aquel viejo (y encantador por qué no decirlo) Museo de Antigüedades Egipcias de la Plaza de El Tahrir para ver los grandes tesoros de Tutankamón. Así que la capital ha quedado, incluso, fuera de algunos circuitos. Pero El Cairo sigue siendo El Cairo. A nuestro juicio, una de las ciudades imprescindibles en cualquier currículo viajero que se precie.
La metrópolis egipcia impresiona y aturde. La primera vez que la visitamos nos dejamos guiar por los pasos de ‘El Callejón de los Milagros’, la obra maestra de Naguib Mahfuz y nos perdimos por las callejuelas que rodean la calle Al Moez, corazón del Cairo Islámico, ese laberinto magnífico donde como por arte de magia, tras un tapial humilde o una puerta sencilla aparecen grandes mezquitas, madrasas y zocos que se cuentan entre los más bellos del mundo (ver iconos azules en el mapa). El Cairo, con sus más de 20 millones de habitantes no sólo es la capital de Egipto: es la gran capital cultural del universo islámico. Y eso requiere de varios días de visita.
Aquí se concentran algunas de las instituciones educativas, culturales y religiosas más importantes del orbe musulmán. El Cairo es uno de los epicentros de los grandes tiempos de la cultura islámica. Y eso se deja sentir en sus callejuelas. Y empezamos por Al Moez más allá de las letras de Mahfuz (un escritor al que adoramos) que según nos contaron, se inspiró en la Calle El Gamaleya para situar su famoso callejón de los milagros. En esta callejuela ‘paralela’ a Al Moez puedes ver algunos monumentos de interés como la espectacular Janqa de Baybars al-Gashankir (El Gamaleya, 17), un espectacular mausoleo del siglo XIII dedicado a un santón local o el no menos bonito Karavasar de Uda Bashi, un ‘hotel’ destinado a los comerciantes. Casa de al-Sihaymi (Darb Al Asfar).- El viejo El Cairo da pocas oportunidades para ver por dentro espacios domésticos. Este palacete ‘oriental’ es del siglo XVII y es una muestra de la ‘segunda edad de oro’ de la ciudad tras la conquista otomana.
La Mezquita Al-Hakim y las murallas fatimíes.- En esta importante mezquita del siglo X nos encontramos con algunos de los elementos constructivos más antiguos de la ciudad islámica (entre ellos los minaretes más veteranos de todo El Cairo). La Mezquita Al-Hakim ocupa un gran espacio junto a los muros y fue testigo de la fiebre constructiva que vivió la medina tras la conquista fatimí impulsada por el propio crecimiento de El Cairo y su consolidación como centro religioso y de estudios. Es la segunda más grande de toda la ciudad y fue un importante centro de aprendizaje de la jurisprudencia islámica. La mezquita está adosada al complejo de murallas que guardaba El Cairo en su flanco norte. Muy cerca del templo podemos ver dos puertas monumentales de gran belleza: Bab al-Futuh (Darb Al Keshta, 1) y Bab El-Nsar (Al Gamali). Justo enfrente de los muros (construidos en el siglo XI por el crecimiento de la población cairota) puedes visitar importantes cementerios islámicos.
El Palacio Beshtak, los baños de y la Mezquita Al-Zahir Barquq.- Nos centramos en la Calle Al Moez (una zona conocida como Bayn al-Qasrayn -entre los dos palacios-) para visitar un pequeño núcleo que atesora varios edificios de interés. El más conocido de todos es el Palacio Beshtak, un complejo de salones, patios y habitaciones del siglo XIV. Si el entorno de la Mezquita Al-Hakim nos propone un viaje a los tiempos del Califato Fatimí, esta zona de Bayn al-Qasrayn es el gran centro patrimonial del sultanato mameluco en el viejo El Cairo. El otro gran edificio de la zona es el conjunto que forman la Mezquita de Al-Zahir Barquq y la Madrasa de al-Kamil Ayyub, dos grandes edificios religiosos que también datan del siglo XIV que bien merecen una visita. Y ya que andas por aquí no dejes de entrar al Hamann del Sultán Inal (Haret Beet), otro de los monumentos mamelucos del área. Porque las maravillas no cesan. Esto es Al Moez. Y si no mira como se plantean aquí eso de hacer fuentes públicas con la Sabil-Kuttab de Katkhuda.
El Complejo de Qalawun (El Moez).- Todo a lo bestia. Este magnífico edificio del siglo XIII se construyó sobre los cimientos de un gran palacio fatimí como reafirmación del poder de la nueva dinastía mameluca. Aquí se combinan una madrasa (una escuela coránica que se convirtió en una de las grandes facultades de Medicina de la Edad Media); un gran hospital (asociado a la madrasa) y el mausoleo del sultán al-Mansur Sayf al-Din Qalawu, un monumento funerario que cuenta con una de las cúpulas más hermosas de todo el arte islámico. Este edificio es una cima de la civilización musulmana y demanda tranquilidad y mirar mucho. Por fuera es una pasada y por dentro es una acumulación de belleza que es difícil de describir. Justo enfrente de este gran edificio (para muchos el más importante de El Cairo) se encuentra la Madrasa y Mausoleo de al-Salih Najm al-Din Ayyub.
El Zoco de Jan el-Jalili y las huellas de Naguib Mahfuz.- El bazar viejo es uno de los puntos de referencia de El-Moez. Los orígenes del gran zoco del Cairo Islámico es un viejos caravasar del siglo XIII que fue atrayendo a comerciantes y artesanos de toda condición y ralea hasta convertir la zona en un inmenso mercado de callejuelas techadas, pequeñas plazas y bóvedas cubiertas de todo tipo de mercaderías. Una maravilla. Aquí se compra, se bebe café y se fuma… Aquí es donde se pueden rastrear las mejores páginas de El Callejón de los Milagros. En el Café Fishawy (Haret Khan Al Khalili), un local histórico conocido por sus espejos, se escribió buena parte de la novela ya que Mahfuz era más que habitual. Muy cerca de aquí está la Mezquita Al Emam El Hussein (Al Mashhad Al Husseini), uno de los templos más importantes del islam. El edificio es del siglo XI y según la tradición guarda las reliquias de un nieto de Mahoma (en un mausoleo maravilloso).
Cruzar la calle Al Azhar para ver la cúpula de Abu Dahab.- Al Azhar es una buena piedra de toque para enfrentarse a la aventura de cruzar una calle en El Cairo. Tráfico caótico, bocinas, acelerones y frenazos con voces que vete tú a saber que dicen. Salimos del entorno de El-Moez para visitar un par de lugares de interés y cerrar la primera jornada de esta propuesta de viaje por las venas de la capital egipcia. Los ojos se te van a ir de manera inevitable a la mole imponente de la Mezquita Al Azhar con sus minaretes y su portada monumental, pero es mucho mejor empezar por la, en principio, sencilla portada de la Mezquita de Abu Dahab (Gameaa Al Azhar): la recompensa de la elección es una de las cúpulas más bonitas de toda la ciudad y todo un ejemplo de la buena arquitectura que dejó el Imperio Otomano por toda la ciudad (esta es del siglo XVIII y recuerda a esas preciosas mezquitas de Estambul).
Muy cerca de Abu Dahab (y después de entrar a la Mezquita de Al Azhar que merece mucho la pena) tienes un pequeño tesoro que suele pasar inadvertido para los que pasean por las calles cariotas: la Casa de Zeinab Khatoon. Esta mansión del siglo XIV es uno de los mejores ejemplos de arquitectura palaciega de la ciudad (muestra la evolución de este tipo de residencias desde la época mameluca a la otomana). Mucho más obvio que el pequeño palacio es el Caravasar de Al Ghouri (El-Darb El-Ahmar) un imponente edificio del siglo XVI que supone el culmen de las ‘agencias’ comerciales que se repartían por toda la ciudad.
Fotos bajo Licencia CC: Francisco Anzola; Jorge Láscar; Kate Andrews; Warren LeMay; Francisco Anzola; Rowan El Shimi; Christoph Derndorfer-Medosch
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