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Tetuán. Una pequeña guía de la paloma blanca del norte de áfrica

Medina de Tetuán. Una pequeña puerta conecta la zona histórica con el Ensanche español.

Viajar Ahora

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No es Fez o Marrakech, pero casi no hay turistas y la gente va a lo suyo. Y eso se agradece muchísimo. Sobre todo para los viajeros y viajeras que gustan de ver las cosas por sí mismos sin agobios de ninguna clase. Marruecos es un país fascinante. Ya lo hemos dicho otras veces (nos encanta). Y también un país de enormes contrastes que son el fruto de su posición geográfica y del papel que, para bien y para mal, le tocó jugar en la historia. El norte marroquí es el que presenta una mayor cantidad de detalles distintos. Aquí se conjugan varios factores que contribuyen de manera decisiva a ese carácter especial: Mediterráneo y Rif. La cercanía con el mar, y la orilla norte, propició oleadas de ida y vuelta que durante más de 2.000 años protagonizaron invasiones, razias, luchas, defensas desesperadas e intercambios de todo tipo. Y la Cordillera Rifeña es la responsable de sus paisajes verdes y amables y, también, de la presencia de lo bereber.

El contacto constante entre el norte y el sur completa este potaje que se deja ver en las calles de una ciudad que, por ejemplo, aún mantiene viva la herencia que dejó el protectorado español que se prolongó por una amplia franja del siglo XX. El Cine Español (Mohamed Ben Larbi Torres); el Instituto Juan de la Cierva (Moussa Ibn Noussair, 77), que sigue dando clases; los grandes edificios públicos y religiosos de la Plaza Mulay Mehdi –con el Consulado de España y la Iglesia de Nuestra Señora de Las Victorias como elementos más significativos-; el Mercado Central (Avenida Conseil Municipale); Feddan Park (antigua Plaza de España)… El Ensanche de Tetuán se empezó a construir en 1913 justo después de que las autoridades españolas decidieran convertir la ciudad en la capital del protectorado. Hoy, la Avenida Mohamed V sirve de columna vertebral de la ciudad nueva que se hizo a imagen y semejanza de los ensanches españoles de finales del XIX. Calles rectas, espacios públicos y una gran colección de edificios racionalistas, modernistas, neo herrerianos, neo árabes… Es una buena manera de empezar la visita. Aquí te vas a encontrar las huellas de España en las fachadas, en los letreros de las tiendas y en las voces de las gentes. En esta zona de la ciudad hay otros lugares de interés como el Museo Arqueológico (Av. Mohamed Ben Larbi Torres, 2) y el Centro de Arte Moderno (Av. Al Massira, sn).

Entrando a la medina blanca.- La Plaza del Mechouar (Plaza de Hassan II) sirve de nexo entre el Ensanche español y la medina tradicional. La ciudad amurallada contaba en sus tiempos con más de una decena de puertas que abrían pequeños huecos en los muros defensivos. Una de las más importantes sigue siendo Bab Ruah, que se encuentra junto al enorme Palacio Real de Tetuán. Junto al Majzen (poder real) se encuentra la Mellah de Tetuán, el antiguo barrio judío que se diferencia del resto de la población por sus calles rectas y sus casas con ventanas (aquí puedes visitar la Sinagoga de Isaac Ben Wallid -Isaac Bengualid, 7-). El resto de la medina sigue las mismas pautas de otras ciudadelas islámicas del país alauita: es un verdadero laberinto de calles, callejuelas secundarias y pequeños callejones sin salida a los que se llega a través de esquinas de geometría imposible, pasadizos subterráneos o escaleras por las que apenas cabe una persona. Meterse en una medina es una experiencia genial. Te van a decir hasta la extenuación que es necesario ir con un guía para no perderte. Pero no hace falta. Primero, Tetuán no es una ciudad grande y en pocos minutos se llega de un extremo del laberinto al otro. Y segundo, hay un truco introducido por las autoridades españolas durante los tiempos del protectorado. Si en el centro de la calle ves tres filas de adoquines es que estás en una calle principal con llegada a alguna de las puertas (babs); si tiene dos, estás en una calle secundaria con conexión a una principal y si tiene una estás en un callejón sin salida. Nosotros hemos recorrido muchas medinas sin ayuda y nunca hemos tenido problemas.

Otra de las cosas que más nos gustan de la ‘Paloma Blanca’ es que casi no hay turistas. Y eso se deja notar en la medina, que no está atestada de zocos artificiosos como sucede en medinas como Marrakech o Fez. Justo a espaldas del Palacio Real está la Mezquita Luqash, una de las más importantes de la ciudad. Su antigua Madraza (escuela coránica) se ha convertido en el Museo del Islam un interesante espacio que permite ver un edificio religioso por dentro. Una de las cosas que no nos gustan de Marruecos es que la entrada a las mezquitas y mausoleos están vetados a los no musulmanes. Y uno rabia al imaginar las maravillas artísticas que se esconden tras los muros de grandes templos como la Mezquita El Kebir, la mayor de la ciudad. Hay muy pocas oportunidades para ver la ciudad por dentro (esto es en el interior de los edificios). La Residencia Artística Tankart (Derb Ben Jelloun, 2) y Dar El Oddi (Derb Oddi, 5) son dos centros culturales instalados en fastuosas casonas tradicionales que merece la pena ver.

Nos encaminamos hacia Bab Mkabar, la puerta que comunica la ciudad con el inmenso cementerio que ocupa casi todo el norte de la ciudad. La gran calle de este sector de la medina es Rue Laayoun, que conecta esta puerta de la que te hemos hablado con la zona de Feddan Park. Estas calles principales son las que acaparan la mayor parte de los zocos tradicionales que suelen concentrarse en torno a los grandes edificios religiosos. En este caso, la Zouia de Sidi Ali Baraka (mausoleo que guarda los restos de un importante santón) arremolina un pequeño centro de comercio tradicional en el que puedes comprar a buen precio la fantástica artesanía local (objetos de uso cotidiano y ornamentales). Bab Mkabar es famosa porque en sus alrededores puedes visitar las Curtidurías de Tetuán. Las tenerías de la ciudad norteafricana no son tan grandes como las de Fez, por ejemplo, pero son interesantes de ver y tienen un par de buenas fotos. Justo después de atravesar la muralla se extiende el enorme cementerio. Oro punto de interés en la vieja medina es la Kashba, antigua fortificación militar que se sitúa en la parte alta de la misma.

Fotos bajo Licencia CC: Aleksandr Zykov; Rodrigo Silva; Maarten; Martin Cox

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