Una ruta en coche por Valonia; la Bélgica oculta al sur de Bruselas

Paisajes bucólicos en Valonia. La combinación de Naturaleza y Patrimonio es una de las grandes bazas de esta región belga. photophilde

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Flandes se lleva la inmensa mayoría de la atención y la inmensa mayoría de los viajeros se quedan a las puertas de la región que empieza apenas unos kilómetros al sur de la ciudad de Bruselas. Valonia ocupa más de la mitad de la superficie de Bélgica; su porción más agreste y salvaje. Una mitad que queda eclipsada por la belleza de las ciudades de su vecina flamenca. La gran mayoría de los periplos viajeros por este rincón de la vieja Europa se inician en Bruselas y se encaminan hacia el norte tras el reclamo de ciudades de la tala de Brujas, Gante o Amberes. Pero hay todo un mundo al sur de la capital de Europa. Un país que también cuenta con viejas poblaciones con mucha historia a sus espaldas; lugares clave para la historia europea como Waterloo o Las Árdenas; lugares en los que se nos presenta una Bélgica ‘atípica’ de montañas, bosques impresionantes, cuevas, ríos ‘encañonados’ y otros tesoros dignos de verse. Una región que no es muy conocida por los viajeros que visitan Bélgica; una zona del país en la que no hay aglomeraciones ni hordas turísticas. Un lugar ideal para un viaje de un par de días en coche.

¿CÓMO PLANIFICAR EL VIAJE? Las distancias son cortas (te vamos a proponer tres rutas que no superan los 200 kilómetros por día), pero no conviene hacer base en Bruselas. Nosotros te recomendamos Namur como centro de operaciones para explorar la región para tener desplazamientos diarios más cortos con medias entre 160 y 200 kilómetros (algo más que asumible). Además, Namur es un destino por sí misma. Es una ciudad con los suficientes atractivos como para dedicarles dos o tres tardes después de cada jornada de viaje por la bucólica campiña del Sur belga.

DÍA 1 DE BRUSELAS A NAMUR POR LA FRONTERA FRANCESA : Del centro de Bruselas a Waterloo hay apenas 19 kilómetros por carretera. Las primeras calles de esta pequeña ciudad de casas pequeñas (que funciona casi como un barrio periférico de la capital) marcan la frontera con Flandes. Entramos en tierras valonas a lo grande. Waterloo jugó un papel crucial en la historia contemporánea de Europa. Aquí se libró la batalla (18 de junio de 1815) que acabó con el sueño imperial de la Francia napoleónica. En sí la ciudad no tiene mucho que ver, pero para fanáticos de la historia es una visita obligada. En el centro de la localidad hay un museo dedicado a la figura del duque de Wellington (Chausse de Bruxeles, 147; Tel: (+32) 2 357 28 60), el general británico que derrotó a Napoleón en la famosa batalla. Pero lo que de verdad mola es visitar los diferentes escenarios del campo de batalla y su Memorial, un impresionante centro de interpretación en el que se analiza a fondo la batalla –los audiovisuales son brutales-.

La ruta propuesta pasa junto a Charleroi buscando la frontera con Francia para visitar algunos pueblecitos que merecen la pena:Ragnles; Beaumont;Barbençon; Lompret; Soulme; Crupet… Esta parte del país está plagada de paisajes bucólicos, pueblecitos encantadores, viejas haciendas y castillos. Imprescindibles para hacer una parada son Barbançon y su castillo medieval; Lompret , con su pequeño casco medieval rodeado de bosque; Soulme, con sus granjas tradicionales, Crupet, con sus molinos de agua, sus casas tradicionales del XVI y XVIII y su imponente castillo medieval y Dinant, con su espectacular emplazamiento bajo un cantil a orillas del Mosa. Pese a su pequeño tamaño, Bélgica concentra una gran cantidad de patrimonio en pocos kilómetros y en los alrededores de Namur hay arte para parar un tren. Quizás el ejemplo más extremo es el del pequeño pueblo de Maredret. Apenas son tres calles, pero en ss afueras se encuentran dos abadías neogóticaas impresionantes: laAbadía de Maredret y la Abadía de Maredsous. Antes de hacer entrada en Namur aprovecha para visitar Sosoye, uno de los lugares más bonitos de la región.

La meta de este primer día por tierras Valonas es la ciudad de Namur, capital de la región y centro patrimonial de primer orden. La ciudad se encuentra en la confluencia de los ríos Mosa y Sambre, en una posición estratégica que permitía controlar el acceso al cauce bajo del Mosa, una de las salidas naturales y navegables hacia el Mar del Norte. De la importancia de la plaza da buena fe la Ciudadela, un complejo defensivo de murallas y castillos desde el que se domina toda la ciudad y el cauce de ambos ríos. El casco histórico de Namur es pequeño, pero tiene bastantes atractivos. La Plaza de Armas forma el corazón de una ciudad que cuenta con varios edificios notables (laCatedral de Saint Aubain; el Campanario de Beffroi o las casas burguesas de las calles Fer y El Ángel) y una atmósfera que está a caballo entre las grandes ciudades flamencas y lo francés.

DIA 2 DE NAMUR A LIEJA POR LA CAMPIÑA VALONA : Nos internamos en plena campiña valona. La ruta que te proponemos es un rosario de pequeños pueblos e hitos que se suceden cada pocos kilómetros: como Mozet, que está a apenas diez minutos en coche de Namur y que es uno de los pueblos más bonitos de la región. La Autopista A-4 te permite plantarte en el Castillo de Lavaux-Sainte-Anne en apenas diez minutos. La región está plagada de estos viejos edificios que ponen de manifiesto que estamos en una de las zonas de Europa con más huellas del feudalismo medieval. También a tiro de piedra se encuentra el Castillo de Rochefort, uno de los más importantes de la región (aprovecha para visitar la Cueva de Lorette y el bonito casco histórico del pueblo). La siguiente parada de importancia está en Weris. A primera vista es otro pueblo más con su iglesia, sus casas de piedra y su castillo granja del siglo XII. Pero Weris es famoso internacionalmente por la concentración de monumentos megalíticos que se localizan en sus alrededores. En el pueblo hay un museo dedicado a los dólmenes locales y en el pueblo de al lado (Barvaux) está uno de los laberintos más grandes del mundo y en Nys uno de los mejores ejemplos de granja-castillo de la zona.

De Soiron destaca la imponente Iglesia de Saint Roch y su castillo, uno de los símbolos más notables del llamado Renacimiento de la región de Herve, un estilo arquitectónico caracterizado por la combinación del ladrillo rojo y la piedra calcárea de la zona. Estamos ya a apenas unos kilómetros de Lieja, una de las grandes ciudades belgas y hacer una visita en profundidad demandaría al menos una jornada. La mayoría de los viajeros y viajeras que visitan el país no incluyen a esta ciudad en sus itinerarios. Nosotros apenas estuvimos el tiempo necesario para tomar un café y poco más, pero su casco histórico nos pareció interesante y según lo que hemos podido leer tiene una buena colección de edificios interesantes y cosas que ver. Nos quedamos con las ganas de visitar su Museo de Ciencias Naturales, que según las guías es de lo mejorcito de todo el país. Si estás de paso y tienes poco tiempo acércate a la Colegiata de Saint-Barthélemy (románica del siglo XII), pasea por las cales aledañas a la Catedral de San Pedro y si eres un fanático de la arquitectura visita la espectacular Estación. Desde Lieja a Namur se viaja rápido por la Autovía E-42 (63 kilómetros). Si aún te quedan ganas de ver más cosas te puedes dar un salto hasta la Abadía Cisterciense de Villers, una de las más importantes construcciones románicas de toda Europa.

DÍA 3 EXPLORANDO LAS ÁRDENAS .- El extremo sur de Bélgica ha jugado un papel fundamental en la historia europea durante los dos últimos milenios. En sus bosques se han librado algunas de las batallas más importantes del continente. Esta fue, hasta hace poco más de medio siglo, una de las fronteras más calientes del mundo. El Castillo de Vevés es un ejemplo de esa historia turbulenta. El castillo que ha llegado hasta nuestros días es fruto de las reformas efectuadas en el siglo XV, pero las piedras más añejas se remontan al VII. Vevés es uno de muchos. Toda esta parte del país está llena de antiguas fortalezas. A apenas unos kilómetros se encuentra el pueblo de Buillon. Aquí, a apenas unos kilómetros de la frontera francesa, el Río Simois forma un cerrado meandro que no es isla por cien metros: un lugar ideal para construir una fortaleza casi inexpugnable con su pueblecito y todo. El Castillo de Herbeumont es otro de los lugares que hay que ver.

La campiña que ocupa todo el norte de Valonia aquí queda reducida a pequeñas islas de prados entre las manchas de bosques; espacios humanizados en el que el viajero se encuentra con viejas y encantadoras poblaciones como Chassepierre o viejos restos del pasado como la Abadía de Orval, otra de las muchas joyas medievales de la región en la que además de ver piedras podrás degustar una de las mejores cervezas trapenses que se realizan en el mundo una de las mejores cervezas trapenses que se realizan en el mundo. Estamos a dos pasos de Francia, a uno de Luxemburgo y a un par más de Alemania. En las afueras de Bastogne un bosque de 4.000 árboles que forman la figura de una madre abrazando a un bebé; todo un símbolo de paz en un lugar marcado por la guerra. Aquí tuvo lugar una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial; la última ofensiva de una Alemania agónica; la última gran victoria de Hitler; la última gran derrota de los aliados.

En diciembre de 1944 los alemanes lanzaron una ofensiva tratando de frenar a los aliados que ya estaban a las puertas de Alemania. El Museo de la Guerra de Bastogne rememora de manera brillante aquel episodio casi epigonal del conflicto. Viejos tanques que adornan plazas, campos memoriales, monumentos, y un par de museos (como el de La Roche en Ardenne) recuerdan un hecho que parece incompatible con la apariencia bucólica de un paisaje marcado por los valles excavados por los ríos (Sambre, Mosa, Ourthe y Semois), los bosques tupidos, los prados verdes y los pueblecitos encantadores.

Fotos bajo Licencia CC: Viaggio Routard ; photophilde ; zoetnet ; Jorge Gobbi ; Caroline Léna Becker ; Esther Westerveld; Walter de Valk

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