Un fin de semana en Viena: de la vanguardia del Hundertwasserhaus al clasicismo del Belvedere

Fachada multicolor y caótica de la Hundertwasserhaus, una extravagancia del Landsrasse vienés. Brian Dooley

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En la segunda de las rutas propuestas por Viena nos moveremos por el exterior del Ringstrasse, la avenida circular que sustituyó a las viejas murallas medievales de la capital austríaca y que encierra al casco histórico. Te proponemos un viaje en el tiempo que se inicia en la más rabiosa vanguardia y vuelve a la raíz clásica de la ciudad. En la primera parte de esta pequeña guía nos centramos en la ciudad histórica y primamos la ruta a pie aunque también te recomendamos hacer uso del bus turístico (el precio está incluido en la Vienna Pass) para recorrer el Anillo Imperial y hacer uso de las audio guías. El programa de hoy es más limitado: primero, porque el segundo día de una escapada de fin de semana suele durar hasta media tarde. Y segundo porque si en la primera jornada nos dedicamos a callejear, hoy nos centraremos en uno de los grandes complejos culturales y museísticos de la ciudad: el Palacio Belvedere. Pero antes, nos perderemos por las callejas del Landstrasse, un barrio con doble personalidad. Ya te diremos porqué.

El Ringstrasse vuelve a ser nuestro punto de arranque. En esta ocasión empezamos en el extremo sur del Stadtpark (Calle Johannesgasse) junto al Wienflussportal. Desde aquí mira hacia el norte y podrás ver como el Wienfluss, el pequeño río que muere en el Danubio y que da nombre a la ciudad, separa la Viena clásica, justo la que queda dentro de nuestra vieja conocida la Ringstrasse de la moderna. A un lado verás algunos edificios de porte clásico como el Kursalon Hübner (Johannesgasse, 33), un soberbio auditorio de estilo renacentista que sigue la lógica de los grandes edificios del anillo y allá a lo lejos, apareciendo sobre las copas de los árboles, algunos de las pocas –por suerte- grandes torres de la ciudad. Camina hacia el norte por el Stadtpark atravesando los puentes que cruzan el Wien y visitando las estatuas de los gigantes de la música que adornan el parque (Strauss, Schubert, Robert Stolz). Por aquí dicen que Viena tiene tantos puentes como Venecia. Como no nos gustan las comparaciones inútiles sólo los cruzamos para disfrutar de este jardín bonito que se planificó para dar respiro al Anillo Imperial.

BIPOLARES EN LANDSTRASSE.- Dos barrios en uno. Por un lado está el Landstrasse de los edificios de oficinas de acero, hormigón y cristal, las embajadas y los centros comerciales. Intérnate por Marxergrasse y camina a los pies de los gigantes. La ilusión de downtown anglosajón (eso que, por lo menos, a nosotros no nos gusta nada) desaparece a las pocas cuadras. Entonces el Landstrasse muestra su otra cara: la bohemia, vanguardista y artística. El centro neurálgico del barrio es la famosa Hundertwasserhaus Hundertwasserhaus (Kegelgasse, 36-38), una verdadera extravagancia que salió de la imaginación del arquitecto Friedensreich Hundertwasser. En la inmensa mayoría de las ciudades europeas, las casas sociales son insípidos cajones de cemento; aquí, son una verdadera obra de arte. Este complejo de casas, terrazas comunes, espacios comerciales y jardines es un ejemplo de vanguardia arquitectónica que, por una vez, se usó para dar hogares a los más desfavorecidos. Un lugar, además, que ha servido como elemento de irradiación cultural en la zona. Aquí vas a pasar un buen rato. Muy cerca de aquí, por ejemplo, te vas a encontrar con la Kunst Haus (Untere Weißgerberstraße, 13; Tel: (+43) 1712 0491) otra de las obras maestras arquitectónicas de Hundertwasser que alberga un museo centrado en su figura.

Volvemos al Ringstrasse (ya te dijimos que esta iba a ser la arteria maestra de los dos días) y visitamos Karlsplatz, otro de los múltiples jardines y parques del anillo imperial. Allí nos vamos a encontrar con la Iglesia de San Carlos Borromeo (Kreuzherrengasse, 1; Tel: (+43) 1504 6187), una de las grandes obras maestras del barroco en la ciudad. Aunque no seas de ver iglesias entra; no te conformes con su soberbio exterior: por dentro es algo que no se puede explicar con palabras. Desde aquí te hacemos una propuesta que es válida de lunes a sábado. Si ves que ya tienes hambre puedes darte un paseo hasta el Naschmarkt (Acceso por Paniglasse y Schaurhofegrasse –ver mapa-), el mercado callejero más grande de la ciudad y también uno de los más antiguos de Europa, ya que se lleva celebrando en el mismo lugar desde hace más de cinco siglos.

UNA TARDE EN EL PALACIO BELVEDERE.- El Palacio Belvedere (Acceso por Avenida Rennweg; Tel: (+43) 1795 570) es un destino en sí mismo. Se construyó a principios del siglo XVIII en lo que, por aquel entonces, eran las afueras de la ciudad como residencia de verano del príncipe Eugenio de Saboya aunque pronto pasó a manos de la familia real austríaca. El resultado de varias décadas de trabajos fue uno de los máximos exponentes de barroco local. El lugar es enorme y comprende tres complejos palaciegos, jardines monumentales, caballerizas y hasta un jardín botánico. Los palacios y las caballerizas se han reconvertido (es lo que suele pasar en las repúblicas) en centros culturales y expositivos. Aquí, por ejemplo, se guarda la mayor colección del mundo de obras de nuestro amigo Gustav Klimt, incluido su célebre ‘El beso’ (Belvedere Superior). Este lugar demanda tres o cuatro horas de visita.

UN EXTRA POR SI SALES AL DÍA SIGUIENTE.- La mayoría de los viajes de dos días suelen acabar con un viaje apresurado al aeropuerto a media tarde (con suerte a última hora) para volver a casa. Pero es posible que pases aquí una noche más y te vayas por la mañana (por ejemplo si haces una ruta por Centroeuropa o estás rememorando al viejo Orient Express). Para llegar a la Colina de Kahlenberg tienes dos opciones: la línea verde del bus turístico o el bus público 38A desde las inmediaciones de la estación de Heiligenstadt (Línea de metro U4 –color verde-). La parada del 38A se encuentra en la calle Halteraugasse poco después de la esquina con Boschstraße (ver mapa). Esta pequeña colina cubierta de viñedos y manchas de bosque tiene varias cosas para ver. La primera es el Monasterio de San Joseph de Kahlenberg (en las inmediaciones hay un mirador desde el que se ve toda la ciudad). Desde aquí parte un sendero (apenas un kilómetro) que llega hasta el Castillo de Leopoldsberg, dónde a parte de una bonita iglesia, hay impresionantes vistas sobre el Danubio y una buena porción de valle. Vale la pena el esfuerzo.

Fotos bajo Licencia CC: Thomas Fabian; Miguel Mendez; Alejandro; Sergei Gussev; Brian Dooley

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