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Guía del Parque Nacional de Timanfaya: la belleza de la tierra recién nacida

Un grupo de viajeras observa los paisajes del Parque Nacional de Timanfaya. VIAJAR AHORA

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El Parque Nacional de Timanfaya, joya de la isla de Lanzarote atrae cada año a más de 1,3 millones de visitantes, siendo uno de los espacios naturales más demandados por los viajeros y viajeras que cada año llegan a Canarias. Este trozo de isla, que alcanza una superficie de más de 5.100 hectáreas, es la puerta de entrada a otro mundo; un lugar especial donde la Naturaleza no dio opciones e impuso, con toda la fuerza posible, su capricho. La carretera LZ-67 avanza desde el pueblecito de Mancha Blanca hacia el sur. Durante los primeros kilómetros, los paisajes repiten el esquema de otros lugares de la isla; protagonismo de la roca desnuda, del volcán, de las cenizas; pero cuando avanzamos, el paisaje se dramatiza. El viajero advertirá que, a diferencia que en otros lugares de la geografía lanzaroteña, de repente los hombres y mujeres de la isla dejan de tener presencia.

Los campos de cultivo, que en otros lugares alcanza el virtuosismo surrealista de lugares como La Geria, se interrumpen casi de inmediato dando paso al espacio vacío; vacío desde nuestro punto de vista, que nos lleva a llamar desierto o selva a cualquier lugar donde nuestras actividades y construcciones no tienen cabida. El volcán se adueña por completo del paisaje. Y los campos de lava ya no dejan espacios para que prospere la vid; y a las faldas de los volcanes no se pueden ver esos pueblecillos blancos y bonitos que tanto caracterizan al campo conejero.

Esto es otra cosa. Más primigenia; más salvaje; más contundente. El hombre viene, ve y se va. O trabaja y se va. Pero se va. Y ahí está la clave de este trozo de tierra; aquí los hombres y mujeres de Lanzarote perdieron la partida. Por suerte. Porque estamos ante uno de los espectáculos naturales más intensos de Canarias. Un paraíso pese a que las plantas apenas empiezan a poder echar raíces y aunque sólo un par de bichos, más allá de nosotros, que vamos de paso, puedan llamar al lugar su hogar.

Los expertos en estas cosas de cómo se mueven las fuerzas de la tierra te dirán que el Parque es la mejor muestra de vulcanismo en el Archipiélago canario y que los campos de lava, que responde a las tipologías ‘aa’ y ‘pahoehoe’ y que la colección de conos, tubos volcánicos, jameos, hornitos y otros elementos típicos de este tipo de paisajes lo convierten una clase magistral sobre vulcanismo; según la exposición de motivos de declaración del lugar como parque nacional, “el área representa una muestra del vulcanismo reciente, con un alto grado de conservación de las estructuras geomorfológicas, debido principalmente a la casi inexistencia de actividades humanas y a la especial climatología de la isla de Lanzarote que garantiza la persistencia de un paisaje inalterado”. Para los locales, más allá de ver al lugar como recurso natural y turístico de primer orden, Timanfaya es la huella de un trauma que sumió a la isla en uno de sus periodos más oscuros.

“El primero de septiembre entre las nueve y diez de la noche la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya a dos leguas de Yaiza. En la primera noche una enorme montaña se elevó del seno de la tierra y del ápice se escapaban llamas que continuaron ardiendo durante diecinueve días. Pocos días después un nuevo abismo se formó y un torrente de lava se precipitó sobre Timanfaya, sobre Rodeo y sobre una parte de Mancha Blanca”. El testimonio de don Andrés Lorenzo, cura de Yaiza allá por 1730, nos habla de un cataclismo que acabó con las tierras más fértiles de la isla, sepultó 20 pueblos y expulsó de la isla a gran parte de su población, que tuvo que emigrar para no morir de hambre. Este primer ciclo de fuego duró seis años; En 1824 se produjo otro episodio eruptivo que terminó de configurar este paisaje: 25 conos volcánicos; enormes coladas de lava; extensas planicies de cenizas; montañas de todos los colores imaginables; cuevas de geometrías imposibles. Para el que no sepa ver, tierra muerta; para el que sepa, sólo tierra recién nacida.

Estábamos en la LZ-67. Conviene empezar la visita en el Centro de Interpretación de Mancha Blanca (Dirección: Crta de Yaiza a Tinajo (LZ-67) km 8,5; Tel: (+34) 928 118 042; Horario: LD 9.00 – 17.00; E-mail: manchablanca.cmayot@gobiernodecanarias.org) para descubrir los secretos del parque justo antes de meterse de lleno en él. Aquí empezaremos a comprender que esto no es un espacio vacío. Que más allá de esa primera impresión estamos en un sitio vivo pese a que el tiempo vaya mucho más lento que en el resto de la isla.

Uno de los máximos valores de Timanfaya es que representa un ejemplo magnífico de los paisajes de vulcanismo reciente; la escasa actividad humana y el bajísimo nivel de precipitaciones anual de la comarca contribuyen a mantener ese estado de tierra primigenia. A través de su exposición y recursos audiovisuales (impresionante el simulador de erupciones) empezaremos a comprender qué es y, sobre todo, qué significa Timanfaya. Nada mejor que aprender y, después, salir a alguna de las terrazas con las que cuenta el centro de interpretación

Un par de kilómetros más adelante, ya en pleno Parque Nacional, se encuentra el Islote de Hilario. Lo primero que nos llama la atención es su color claro, que contrasta con los tonos oscuros y rojizos del entorno. Estamos ante una de las montañas anteriores a las erupciones que quedó por encima de los depósitos de nuevos materiales volcánicos que, paradójicamente, da acceso a las Montañas del Fuego (Acceso: LZ-67 km 7,5; Tel: (+34) 928 840 056; Horario: LD 10.00 – 17.45), huella del último periodo eruptivo de 1824. Aquí, el lugar aún está vivo. A ras de suelo, las temperaturas pueden rondar los 100 grados centígrados mientras que a 13 metros de profundidad, el calor supera los 600. En las inmediaciones del Restaurante El Diablo (Tel: (+34) 928 840 057) operarios del lugar queman matorrales con el simple gesto de meterlos en agujeros en la tierra; o provocan geiseres de vapor al echar agua en unas tuberías que se introducen en la montaña. El propio restaurante utiliza el calor que emerge de las profundidades de la tierra para cocinar.

Desde aquí parten los autobuses que recorren la Pista de los Volcanes, un recorrido de 14 kilómetros que se adentra en el alucinante paisaje de las Montañas del Fuego (precio incluido en la entrada del parque –9 euros-) mostrando todo un universo de formas y colores que da buena cuenta del inmenso poder creador de la tierra. Estamos ante los volcanes más jóvenes; apenas dos centurias que, en los lapsos de tiempo que suelen marcar los procesos geológicos, son prácticamente un suspiro. La otra forma de adentrarse en los parajes surrealistas de Timanfaya es a pie. El sendero de Termesana parte del pequeño pago del mismo nombre –al sur del parque- (reservas al tel. (+34) 928 118 042 los lunes, martes, jueves y viernes) y en apenas tres kilómetros (hasta el pago de Pedro Perico) te muestra las grandes características geológicas y naturales del parque; eso sí, la compañía de guías especializados ayuda, y mucho. También hay una Ruta litoral de Nueve kilómetros (solo ida) que parte del pueblo pesquero de El Golfo, en el extremo sur del parque (descargar folleto de senderos en Timanfaya del Gobierno de Canarias) y que puede hacerse de manera guiada (reservas al tel: (+34) 928 118 042).

Y para terminar quedan los famosos camellos, aunque sean dromedarios. Una de las estampas más conocidas de Timanfaya es la de enormes caravanas de dromedarios que pasean a los turistas por las arenas negras que anteceden a las Montañas del Fuego. Hoy, el Echadero de los Camellos (Dirección: LZ-67 Km 5,1; Horarrio: LD 9.00 – 15.00) más allá de ser el lugar desde donde parten las populares excursiones a lomos de dromedario es también un pequeño centro de información en el que se explica la estrecha relación que este animal, hasta no hace mucho principal ayuda del isleño en sus faenas agrícolas, ha tenido con la isla de Lanzarote.

COMER

Casa Rafa; Restaurante de Mar (Dirección: Avenida Marítima –El Golfo-; Tel: Teléfono (+34) 625 104 330; E-mail: info@restaurantedemar.com). De las mejores opciones de toda la isla para comer los mejores pescados y mariscos. Y a un precio más que interesante. Las lapas y los pulpos tienen buena fama en toda la isla.

Costa Azul (Dirección: Avenida Marítima -EL Golfo-; Tel: (+34) 928 173 199) También uno de los mejores restaurantes de pescado fresco de la zona sur de Lanzarote. Recetas de la cocina tradicional isleña con materias primas de primerísima calidad.

El Diablo (Dirección: Islote de Hilario –Parque Nacional-; Tel: (+34) 928 840 056) menú de cocina internacional. Tiene la particularidad de encontrarse en pleno parque y de cocinar con el calor generado por el volcán. Curioso.

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