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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El “cordón democrático” o cómo convivir en el Parlamento valenciano con la extrema derecha sin entrar en sus marcos

La paradoja de la tolerancia en el sistema democrático ha regresado al debate parlamentario tras las numerosas amenazas que han recibido miembros del Gobierno central y dirigentes de partidos políticos en medio de la bronca campaña de las elecciones madrileñas. Las esquivas excusas de Vox, que insinúa que se trata de montajes del PSOE y Unidas Podemos, así como las bromas de la candidata popular Isabel Díaz Ayuso respecto a los sobres con balas han llevado a las formaciones de izquierdas a rechazar compartir espacios con la ultraderecha y reclamar a la derecha que abandone su marco conceptual.

Hace ya dos años, tras las últimas elecciones autonómicas que Ximo Puig hizo coincidir con las generales, los partidos que componen la mayoría progresista en las Corts Valencianes -PSPV, Compromís y Unides Podem Esquerra Unida- se comprometieron a aislar a la formación de extrema derecha Vox de los espacios de representación institucional. En su primera legislatura con representación en la Comunitat Valenciana Vox quedó fuera de la Mesa de las Corts Valencianes, que ordena los debates parlamentarios con un representante cada uno por parte del PP, Ciudadanos, Unides Podem-EUPV, PSPV y Compromís, que la preside. El acuerdo incluía no firmar declaraciones institucionales con el partido de las siglas verdes ni facilitar que presida ninguna comisión parlamentaria, del mismo modo que, por norma, no se apoyarían en ellos para ningún trámite por situarse fuera de consensos básicos referentes a los derechos humanos.

Tras las amenazas y los mensajes de dirigentes de Vox, los partidos progresistas se han reafirmado en el compromiso, asegurando que “no debatirán” con la extrema derecha, en referencia a los espacios mediáticos. Para la Cámara parlamentaria, en la que tendrán que responder a sus interpelaciones -tanto los portavoces parlamentarios como los consellers- cada grupo ha decidido llevar su propia estrategia. Mientras que Unides Podem-EUPV reducirá al mínimo su expresión en los diálogos con “partidos fascistas” y reclama actuar como “escudo”, aunque, según ha advertido su líder Pilar Lima tras la junta de portavoces, Vox no “podrá silenciarlos”, Compromís aboga por las réplicas, “no para entrar en el marco de la ultraderecha ni en sus debates o iniciativas, sino para desmontarlos”. “Vox no respeta los derechos humanos y, por tanto, es fascista”, ha resumido Ferri, ya que cree que sus campañas se parecen más “a las que utilizaban los nazis en los años 30 que las de un partido del XXI”, ha expresado en sintonía con la portavoz de Unides Podem-EUPV.

Los socialistas creen que su “única arma es la palabra” y el debate parlamentario es “el único instrumento para confrontarles”, en palabras de su portavoz, Manolo Mata. Como indicó el president Puig el lunes, Mata considera peligrosa la “complicidad que le está dando el PP” un escenario “que no pasa en Europa”.“No se puede generar ninguna complicidad con ellos, aunque ellos mismos intenten blanquearse y hacer propuestas razonables”, ha insistido el representante del PSPV.

Para populares y Ciudadanos la situación no pasa por “vetos”. La dirigente popular, Isabel Bonig, cree que la situación política en España se acerca a un terreno peligroso por el tono, que aumenta en los últimos debates, y afea “excluir a un partido legítimo en el parlamento, la casa de la palabra”. La portavoz de Ciudadanos, Ruth Merino, ha defendido el diálogo con todos los partidos elegidos democráticamente porque “hay que convencer con la palabra y sentarse a escuchar al que piensa diferente”, además de condenar “cualquier tipo de violencia, sin matices”. Por su parte, Vox considera que las posturas de los partidos del Pacte del Botànic son “extremadamente graves y crispan el ambiente desde la extrema izquierda” e insultan a sus votantes con esta postura.