Síndromes KARS: una enfermedad ultra-rara sin cura que afecta al desarrollo de la pequeña Laia

Laia es una bebé de dos años que le diagnosticaron sordera profunda al nacer. Unos resultados negativos apuntaban a esta deficiencia cognitiva en la hija de Almudena Velasco y Pablo Garrigós. Sin embargo, a los cuatro meses no podía mantener la cabeza erguida, lo que hizo saltar las alarmas de sus padres. “Al ser sorda y tener un tono bajo muscular supimos que algo sucedía”, cuentan.

Es en ese momento cuando la pediatra la deriva a la neuropediatra para confirmar o descartar una posible patología. “Los resultados genéticos llegan en torno a los nueve meses, y a partir de ahí, le empiezan a hacer una serie de pruebas a Laia, descartan la parte vírica, le hacen una punción lumbar...”, explica la madre.

Tras este proceso, los médicos les confirman que existe una mutación genética en el KARS1 y que se trata de una enfermedad ultra-rara, que no tiene cura y que se lleva diagnosticando “relativamente pocos años”.

“Nos comentan que en este tipo de enfermedades hay que ir al día con los niños según la sintomatología que experimenten, pero que en el caso de Laia iba a tener problemas en el desarrollo, en el habla, el aprendizaje, etc...”, detallan sus progenitores, quienes decidieron iniciar un periplo para conocer con más detalle qué se había estudiado en la comunidad científica sobre los síndromes KARS.

Para ellos, la rutina que llevan a cabo con Laia es “intensa”: tiene sesiones con la logopeda, acude al fisio “prácticamente todos los días”, tiene visitas regulares con la neuropediatra y le facilitan la leche a través de una máquina porque come a través de un botón gástrico.

Descubieron que en la literatura científica había 50 casos registrados, y solamente 30 papers dedicados a esta patología: “Fuimos contactando con los científicos que publicaban estas investigaciones y nos decían que todo estaba en una fase prematura. Estamos lejos de los ensayos clínicos”, subrayan.

Tras esta primera toma de contacto de intentar encontrar una “posible cura”, los padres de la pequeña de dos años dieron con las terapias génicas, un tratamiento que pretende corregir la sintomatología a través de un gen KARS1 funcional en las células mutantes.

“Empezamos a aproximarnos al mundo científico con otras preguntas y es cuando contactamos con el Instituto de Salud Carlos III (ISCII), concretamente con el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras (IIER)”, narra esta familia. En un primer momento, el coordinador de esta unidad e investigador Ignacio Pérez de Castro les ofrecía asesorías científicas. Sin embargo, empezaron a tener llamadas regulares y durante estas conversaciones se planteó la iniciativa de empezar un proyecto en el ISCII que investigara sobre esta enfermedad.

“Ignacio nos animó a crear comunidad y a poder unir a todas las familias afectadas por este gen”, insisten. Fue a partir de ese momento cuando nació la fundación Cure Kars – Laia Foundation, fundada por Almudena y Pablo, y constituida este mismo año en Bélgica país en el que reside la familia.

Y es que el instituto, como organismo público, aportará recursos propios “como el equipamiento, la salas de cultivo y los investigadores”, tal y como confirma Pérez de Castro. A su vez, desde la fundación cubrirán todos los gastos restantes durante los próximos cuatro años con una partida de 250.000 euros que recaudarán a través de donaciones, la responsabilidad social corporativa o presentando el proyecto en “convocatorias competitivas de financiación público-privada”.

Asimismo, los padres de Laia han conocido a otras familias con este caso a nivel mundial, con las que han creado una comunidad en Facebook: “Hay gente de Canadá, de Egipto, de Estados Unidos, de Rusia, etc.”. Para el año que viene, uno de las ilusiones de la familia es organizar congresos con la comunidad científica, la médica y con las personas protagonistas que viven con la mutación del gen y sus respectivos miembros familiares. De cara a septiembre, Velasco y Garrigós pretenden crear una carrera global en la que unirte a través de las redes sociales o la propia página web. “En unas semanas pondremos imágenes de otros niños afectados en el portal”, añaden, aclarando que la cura del proyecto no es exclusiva para Laia, sino para toda persona con esta mutación.

Gen apto para corregir las mutaciones

“Hay menos de un caso por un millón de habitantes. De hecho, en España solamente hay una persona identificada con esta enfermedad ultra-rara”, explica el investigador del ISCII, quien agrega que el 80% de las enfermedades raras son genéticas, y además, monogénicas.

A preguntas de este medio sobre la edad de diagnóstico habitual, Pérez de Castro manifiesta que los síntomas por esta patología aparecen temprano al ser “una enfermedad neurodegenerativa”, a través de la sordera, las dificultades en la visión, “el avance rápido de la calcificación del sistema nervioso central, con episodios de epilepsia y llegando a afectar al desarrollo cognitivo de la persona”.

El investigador, que coordina el proyecto y dirige esta área de enfermedades raras, asegura que contarán con un par de técnicos superiores de laboratorio; y que con los fondos privados de la fundación podrán contar un investigador pre doctoral. Pérez de Castro, en una entrevista con elDiario.es, concreta que el gen KARS1 alterado lo ha heredado de una mutación de su padre y otra de su madre, por lo cual tiene esas dos copias alteradas, impidiendo que se produzca la proteína lisil-ARNt sintetasa.

El proceso consistirá en introducir genes funcionales, sin mutaciones en las células afectadas de Laia. “Es una de las aproximaciones más sencillas en el mundo de las enfermedades raras porque no necesitamos corregir la mutación desde el inicio, sino introducir un gen sano dentro de esas células”.

Como primera prueba de concepto, los investigadores obtendrán células de pacientes- de momento, solamente con las de la pequeña de dos años. “Vamos a trabajar con células madre para diferenciarlas de otro tipo celular, como una neurona. Ahí introduciremos las copias funcionales de ese gen defectuoso y veremos si se puede corregir el problema”.

En segunda instancia, se llevará a cabo un modelo in vivo usando un ratón que presente las mutaciones que Laia, que funcionará como un avatar experimental. Este modelo permitirá evaluar la administración del tratamiento, concretamente en las células del sistema nervioso. “El ratón nos va a servir para tener un doble uso. El primero, conocer mejor la enfermedad; y, por otro lado, servir como plataforma de ensayo de la terapia que hayamos empezado a poner a punto en las células de Laia”.

Todo este trabajo se desarrollará a lo largo de los cuatro años previstos para este primer proyecto preclínico. “Si todo avanza como esperamos, nos permitirá plantear una estrategia terapéutica definitiva”, puntualiza.