Los cuatro trucos efectivos para quitar el olor a humedad de la ropa que teníamos guardada

El olor a humedad en la ropa que ha estado guardada durante semanas o meses en armarios y cajones es un problema doméstico frecuente. La falta de ventilación en los espacios cerrados, la acumulación de partículas en las fibras o el hecho de no secar completamente las prendas antes de guardarlas son algunas de las causas más habituales. Cuando esto sucede, la ropa adquiere un aroma desagradable, que obliga a buscar soluciones prácticas para devolverle frescura.

Este tipo de olores no solo aparecen en prendas olvidadas, también pueden estar presentes en mantas, sábanas o toallas que se almacenan por temporadas. En muchos casos, aunque las piezas estén limpias, la humedad ambiental o la escasa circulación de aire en los armarios termina impregnando el tejido. El resultado es un olor persistente que no siempre desaparece con un simple lavado convencional.

Frente a esta situación, existen métodos domésticos sencillos para eliminar el problema y evitar que vuelva a repetirse. Desde volver a lavar con productos específicos hasta el uso de absorbentes naturales o pequeños trucos de conservación en el armario, las alternativas son variadas y no requieren grandes gastos. 

Lavado con vinagre blanco o desinfectante textil

Una de las recomendaciones más extendidas es volver a lavar la prenda que huele a humedad, incluso si ya estaba limpia. El objetivo es eliminar los microorganismos responsables del mal olor y neutralizar cualquier resto de humedad en las fibras. Para ello, se puede añadir al ciclo de lavado un producto desinfectante textil, disponible en supermercados, o emplear vinagre blanco de limpieza como alternativa casera.

El vinagre actúa como neutralizador de olores y ayuda a descomponer los residuos que generan el mal olor. Para aplicarlo, basta con añadir media taza en el compartimento del suavizante o directamente en el tambor de la lavadora. Tras este lavado adicional, la ropa suele recuperar un aroma neutro y estar lista para secarse correctamente antes de guardarse de nuevo.

Secado completo al aire libre

El paso siguiente, y en muchos casos determinante, es el secado. Ninguna prenda debe guardarse sin estar completamente seca, ya que incluso una pequeña humedad residual favorece la proliferación de olores. Lo más recomendable es dejar las prendas al aire libre, preferiblemente expuestas a la luz solar, que contribuye a la desinfección natural.

Si las condiciones climáticas no lo permiten, se puede optar por secado en interiores, siempre en un lugar ventilado y evitando apilar la ropa húmeda. El uso de secadora también es válido, pero conviene comprobar que las piezas salen sin restos de humedad antes de doblarlas y almacenarlas. Este hábito reduce notablemente la probabilidad de que aparezca el característico olor a humedad al abrir el armario.

Bicarbonato de sodio como absorbente de olores

El bicarbonato de sodio es otro recurso doméstico útil. Se trata de un producto económico, fácil de encontrar y seguro para la mayoría de tejidos. Su función principal es absorber olores persistentes sin necesidad de realizar un nuevo lavado. Para aplicarlo, se puede espolvorear una pequeña cantidad directamente sobre la prenda y dejar actuar varias horas antes de sacudir o cepillar suavemente el polvo restante.

Otra forma de uso consiste en añadir bicarbonato al tambor de la lavadora en un ciclo corto de lavado. En ambos casos, este ingrediente contribuye a devolver frescura a las fibras y resulta especialmente adecuado para prendas delicadas o que no se lavan con frecuencia, como abrigos o chaquetas de temporada.

Bolsitas y absorbentes en los armarios

Prevenir la aparición del olor es tan importante como eliminarlo. Para ello, colocar pequeñas bolsas con materiales absorbentes dentro de cajones y armarios es una medida eficaz. Entre las opciones más habituales se encuentran los sacos de tela rellenas de arroz, café en grano, sales aromáticas o flores secas como la lavanda. Estos elementos actúan como absorbentes naturales de la humedad ambiental y, en algunos casos, aportan un aroma agradable.

En el mercado también existen productos específicos, como saquitos antihumedad o pastillas desodorizantes para armarios, que cumplen la misma función. Incorporar alguno de estos recursos al espacio de almacenaje reduce la posibilidad de que los olores regresen y ayuda a conservar la ropa fresca durante más tiempo.