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Por qué no es buena idea colgar los paños de cocina en la puerta del horno

Colgar los paños de cocina en la puerta del horno es una costumbre extendida en muchos hogares. Es cómodo, parece práctico y, a simple vista, no representa ningún peligro. El acceso fácil a un paño mientras se cocina puede parecer una decisión lógica, sobre todo cuando se tiene poco espacio o se busca mantener el área de trabajo organizada. Sin embargo, lo que parece un simple gesto rutinario puede tener consecuencias poco evidentes para la higiene dentro de la cocina.

El ambiente de la cocina está lleno de agentes contaminantes, especialmente cuando se manipulan alimentos crudos, se fríe, se hornea o se limpia. Los paños de cocina, al estar en contacto constante con manos, utensilios y superficies, pueden convertirse rápidamente en un foco de bacterias si no se manejan adecuadamente. La ubicación en la que se colocan influye directamente en su nivel de exposición a la suciedad, al calor y a la humedad, tres factores que pueden comprometer su función de limpieza.

La puerta del horno, en particular, reúne condiciones que la convierten en un lugar poco recomendable para colgar textiles que deben mantenerse limpios. El calor intermitente, la grasa acumulada y el contacto frecuente la transforman en una superficie que puede albergar y transferir microorganismos. Lejos de ser una solución inocente, esta costumbre puede estar contribuyendo al problema de la contaminación cruzada en el corazón de la cocina.

Qué función cumplen los paños de cocina

Los paños de cocina son herramientas esenciales y multifuncionales en el entorno doméstico. Se utilizan para una gran variedad de tareas: secar platos, cubiertos, absorber derrames, secar las manos, limpiar superficies y hasta cubrir alimentos o manipular objetos calientes. Esta variedad de usos, aunque práctica, puede representar un problema si no se hace una diferenciación clara entre los paños destinados a cada función.

No todos los paños son iguales ni están hechos para lo mismo. Los de algodón, por ejemplo, son altamente absorbentes y útiles para secar vajilla o manos. Los de microfibra destacan por su capacidad para atrapar suciedad y polvo, ideales para la limpieza de superficies. Los de lino, en cambio, no sueltan pelusa y se prefieren para cristalería o utensilios delicados. Identificar para qué sirve cada tipo de paño es clave para mantener la higiene de la cocina.

Uno de los errores más frecuentes es utilizar el mismo paño para todo. Pasar de secar las manos tras manipular alimentos crudos a limpiar la mesa o secar un plato limpio puede provocar una rápida contaminación cruzada. Por eso se recomienda usar paños distintos para cada tarea y cambiarlos o lavarlos con frecuencia.

Por qué la puerta del horno no es el mejor lugar para colgar un paño

La puerta del horno se convierte con frecuencia en un espacio de contacto habitual durante la cocina: abrimos y cerramos, manipulamos bandejas calientes y a menudo lo tocamos sin lavarnos las manos. Esta repetición convierte esa asa o superficie en un foco potencial de suciedad y microorganismos. Si se cuelgan paños en ella, estos están expuestos directamente a una zona que puede contener grasa, restos de alimentos y bacterias transferidas por las manos.

Además, cuando el paño cuelga sobre el asa o parte frontal del horno, a menudo queda arrugado o en contacto con una superficie ligeramente caldeada. Es común que permanezca húmedo o parcialmente seco durante horas, lo que crea las condiciones ideales para la proliferación bacteriana, malos olores y moho.

Más aún, al colgar un paño sobre la puerta, se multiplica el riesgo de contaminación cruzada: las bacterias presentes en ese trapo pueden transferirse a platos limpios, utensilios o alimentos. Si ese paño posteriormente se usa para secar vajilla o limpiar superficies, está facilitando un ciclo peligroso que puede comprometer la seguridad alimentaria.

También los riesgos físicos están presentes: un paño mal colgado puede enredarse, caer o interponerse al abrir la puerta del horno. Esto puede provocar accidentes como tropiezos o quemaduras en entornos de cocina con líquidos calientes o utensilios pesados.

Estudios y datos relevantes sobre higiene en la cocina

Los paños de cocina, aunque esenciales, son uno de los elementos más contaminados del entorno doméstico si no se manipulan correctamente. Un estudio realizado por la Universidad de Mauricio mostró que el 49% de los paños usados durante un mes presentaban un crecimiento bacteriano. Las bacterias encontradas incluían E. coli, Staphylococcus aureus y Enterococcus, con mayor prevalencia en paños húmedos, en hogares grandes y en aquellos donde se manipulaban carnes crudas.

E. coli es una bacteria que habita normalmente en los intestinos humanos y animales; aunque muchas cepas son inofensivas, algunas pueden provocar intoxicaciones alimentarias graves y diarrea. Por su parte, Staphylococcus aureus es una bacteria común en la piel y mucosas; cuando se multiplica en alimentos puede producir toxinas que causan intoxicaciones alimentarias y problemas en la piel. Enterococcus es un grupo bacteriano que también forma parte de la flora intestinal, pero algunas especies pueden causar infecciones urinarias y heridas, siendo un indicativo de contaminación y riesgo para la salud.

De manera similar, otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Arizona, encontró que en el 89% de los paños de cocina recogidos en distintos hogares había bacterias coliformes, y que en más de una cuarta parte también se detectó E. coli. La presencia de estas bacterias sugiere que podría haber problemas de higiene personal o contaminación cruzada.

Desde el enfoque europeo, el proyecto SafeConsumE, financiado por la Unión Europea, evidenció que gran parte de los consumidores no es plenamente consciente de los riesgos que implica un mal manejo de textiles en la cocina. La investigación destaca que muchos hogares reutilizan los mismos paños durante días sin secarlos adecuadamente ni diferenciarlos por tipo de uso, una práctica que aumenta significativamente la exposición de patógenos.