Tres ideas prácticas para aprovechar las hueveras de cartón

Eva San Martín

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Cuando aprendes que unas hueveras, y algo de pintura, pueden transformarse en un taburete más que resultón, el instinto de manitas que hay en ti, despierta. Pero hay más: también resultan un recipiente estupendo para empezar una huerta en casa sin romperte el lomo. Aquí van tres ideas para que dejes de mirar a esa huevera como si no tuviera nada más que ofrecerte.

1. Hueveras de cartón: conviértelas en un taburete

Si quieres hacer un taburete de tamaño decente, necesitas unas 60 hueveras grandes, de 36 huevos. A no ser que en casa seáis unos “devorahuevos” profesionales, o algún miembro de la familia se esté entrenando para superar la proeza de Paul Newman en 'La leyenda del indomable' (se zampa 50 huevos de una sentada), toca recopilarlos entre familiares y amigos. 

O, más rápido todavía, acudir a algún restaurante donde sepas que los consumen a gran escala (estarán encantados de dártelos). La buena noticia: una vez que los apiles, tendrán una firmeza sorprendente

Cada taburete requiere unas 60 hueveras apiladas y encajadas, una dentro de otra. De este modo, construirás un taburete de entre 45 y 48 centímetros de altura: perfecto para una mesa baja.

Si quieres que, además de práctico, te quede resultón, puedes hacerte con algo de material para decorarlo. Además de las hueveras, necesitarás algo de pintura en aerosol del color que elijas; este paso es meramente estético.

Una vez que la pintura seque, y para que no se desmonte tu taburete, utiliza cinta ancha de arpillera (o yute) para mantener las hueveras en su sitio. Puesto que la cinta se utiliza para rodear todo el taburete a lo largo, es decir, de arriba abajo, y dos veces, necesitarás material suficiente: cuánto exactamente dependerá del tamaño de tu taburete y de cuántos construyas.

Cruza dos trozos de cinta de yute, de arriba abajo, de modo que se crucen en la base y en la parte superior (que hará de asiento); y grápalos por la parte baja entre ellos para que queden fijos.

Un truco: las hueveras se compactarán cuando te sientes en ellas, por lo que conviene ajustar las cintas un poco más de lo que, en un principio, puedas suponer.

¡Y listo! Este es el modelo de taburete fabricado con hueveras de cartón básico, pero permite modificaciones. No solo puedes pasarte al lado creativo y crear patrones y dibujos en los taburetes con la pintura. Además, puedes sustituir la cinta de yute por otros materiales, como cuerda. 

2. Huevera: un semillero para empezar tu huerta

Es barata (la tenemos en casa), con huecos pequeños (del tamaño de medio huevo) y está construida con un material biodegradable, cartón. Tres buenas razones para recurrir a la huevera de cartón si te planteas empezar un huerto en casa. Hay más: también sirve para sembrar cualquier otra planta, con o sin flores -hace unos días te contamos todos los trucos para lograr que tu orquídea vuelva a florecer, una y otra vez-.

Además de la huevera, necesitas tierra o sustrato ecológico (muy recomendable, si pretendes comerte lo que siembres) y una bandeja o un plato de tamaño suficiente como para albergar tu huevera. Si no tienes una bandeja tan grande, puedes romper la huevera en sus módulos individuales. Esto hace que resulte más sencillo colocarlos después en un plato corriente que tengas en casa.

Llena los módulos de tierra o sustrato (también puedes usar compost casero) y aplástala con los dedos para que quede firme; ya que a la mayoría de las plantas (con contadas excepciones, como las habas) les gusta sentir sus raíces en contacto estrecho con la tierra. Esparce tus semillas, y tapa con más tierra (sin pasarte).

Y riega bien. ¿Para qué necesitas la bandeja o el plato? Al usar hueveras como semilleros, no todo son ventajas. Resulta que el cartón también absorbe una barbaridad la humedad de la tierra. Y, si no tienes cuidado, tus semillas acabarán más secas que la mojama. Justo lo contrario de lo que necesitas. 

Para mantener la humedad constante en el semillero, coloca tu huevera (entera, o sus módulos ya recortados), en una bandeja o plato con algo de agua. De este modo, la tierra irá absorbiendo la humedad que necesita; y las semillas te germinarán antes, y más felices.

3. Para germinar tus patatas (y tener más gratis) 

Estamos en época de plantar nuestras propias patatas en casa; algo sencillo que merece la pena probar; y que puede hacerse incluso en macetas, y en la terraza. Ahora bien: para aumentar tus probabilidades de éxito, necesitas que la patata eche los brotes antes de enterrarla, esos pequeños triángulos duros de los que surgirán los tallos de la planta.

Para ello, necesitan ver la luz. Y aquí entra la huevera: un truco para que los brotes nuevos no se rompan (si, por ejemplo, la patata se girase), consiste en colocar las patatas en los módulos de la huevera, donde en su momento estuvieron los huevos. Déjalas unos días en una ventana luminosa. Y cuando veas asomar los brotes, ¡ya las tienes! Listas para enterrar en tu maceta y esperar que crezcan más patatas. Nunca una huevera soñó con resultar tan útil, tantas veces.

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