El truco de la botella de agua congelada para refrescar tu cama y a tus animales si no tienes aire acondicionado: ¿es realmente efectivo?

Edu Molina

12 de agosto de 2025 11:13 h

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En periodos de calor intenso, muchas viviendas afrontan el reto de mantener temperaturas soportables sin recurrir al aire acondicionado. Factores como el coste energético, la ausencia de instalación o la intención de reducir el consumo motivan la búsqueda de métodos alternativos. Entre las soluciones se encuentra un procedimiento simple que utiliza únicamente una botella de agua congelada para refrescar espacios pequeños o áreas concretas como la cama o el lugar de descanso de las mascotas.

El método, popularizado a raíz de su uso en Alemania, consiste en congelar agua en botellas de plástico de gran capacidad y colocarlas estratégicamente para que, al derretirse, generen un descenso de temperatura en su entorno inmediato. Se trata de una práctica de bajo coste, que aprovecha principios físicos básicos para ofrecer alivio térmico, y que ha traspasado fronteras gracias a su sencillez y accesibilidad.

El interés por este recurso se ha incrementado en el contexto de veranos cada vez más calurosos y prolongados. Tanto para personas que buscan dormir en ambientes menos sofocantes como para quienes desean mejorar el confort de sus animales de compañía, esta alternativa se plantea como una manera de reducir la sensación térmica de forma localizada. Aunque la efectividad depende de múltiples factores, su popularidad demuestra que, ante la necesidad, la creatividad doméstica sigue encontrando soluciones simples y asequibles.

¿En qué consiste el truco?

El procedimiento es simple y requiere pocos materiales: una botella de plástico de entre 1,5 y 2 litros, agua y un congelador doméstico. Se debe llenar la botella dejando un pequeño margen vacío para que el agua tenga espacio al expandirse durante la congelación, evitando que el envase se deforme o se rompa. Una vez congelada, se coloca en un punto elevado de la estancia que se quiere refrescar, sobre un plato o recipiente que recoja el agua generada por la condensación y el deshielo. Esta colocación permite que el aire frío generado descienda y se perciba en la zona inferior, donde se encuentran las personas o animales.

El enfriamiento que produce la botella congelada se basa en el principio físico del calor latente de fusión: al pasar de sólido a líquido, el hielo absorbe energía del entorno, lo que provoca un descenso de la temperatura en el aire circundante. Este efecto es más apreciable en habitaciones pequeñas, con puertas y ventanas cerradas para evitar la entrada de aire caliente. Para un uso más directo, como en la cama, se puede envolver la botella en una toalla y situarla cerca de los pies o en el lateral, dejando que transmita frescor durante los primeros momentos de descanso.

¿Es realmente efectivo?

La eficacia de este método varía según las condiciones de uso. En estancias pequeñas y cerradas, el descenso de temperatura puede situarse entre 3 y 5 °C durante el tiempo que dura el deshielo, dependiendo del tamaño de la botella, la temperatura ambiente y el grado de exposición al calor. En espacios grandes o muy calurosos, el efecto se percibe sobre todo en las inmediaciones de la botella, sin lograr un enfriamiento uniforme.

Este truco resulta más útil cuando se emplea en combinación con otras medidas pasivas de control térmico, como cerrar persianas en las horas de mayor insolación, ventilar en momentos de menor temperatura exterior y usar textiles ligeros en ropa de cama. En el caso de las mascotas, actúa como complemento para reducir el calor, pero no sustituye prácticas básicas como ofrecer agua fresca, evitar la actividad física en las horas centrales del día o habilitar zonas sombreadas y ventiladas. La botella congelada, por tanto, aporta un alivio puntual, pero no sustituye a un sistema de refrigeración constante.

En términos de consumo energético, el método es significativamente más eficiente que un aire acondicionado, ya que el único gasto de electricidad corresponde al tiempo necesario para congelar el agua. Esto lo convierte en una opción adecuada para quienes desean reducir su factura eléctrica o su impacto ambiental.

Sin embargo, las limitaciones en cuanto a alcance y duración hacen que se deba considerar como una ayuda temporal y localizada, más que como una solución general para todo un hogar. Su uso continuado, junto con otros métodos, puede contribuir a sobrellevar episodios de calor intenso de forma más económica y sostenible.