El BCE abre una grieta en la economía: el gasto de las familias en bienes duraderos cae por primera vez desde 2021

Daniel Yebra

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Las subidas de los tipos de interés oficiales del Banco Central Europeo (BCE) para luchar contra la inflación han abierto una primera grieta en la economía de nuestro país. El gasto de las familias en lo que la ciencia económica denomina bienes duraderos, que se reutilizan (que abarcan electrodomésticos, muebles, tecnología o vehículos), se redujo en el segundo trimestre por primera vez desde el arranque de 2021. Es una consecuencia del encarecimiento del crédito al consumo y del resto de la financiación que ha provocado la austeridad monetaria de la institución que preside Christine Lagarde.

Este consumo “duradero”, de mayor valor añadido en general y que además genera actividad relacionada con el mantenimiento y la reparación, alcanzó un récord histórico entre enero y marzo, según los datos de la Contabilidad Nacional que calcula el INE. Superó en un 20% la cifra máxima previa a la pandemia, del primer trimestre de 2019, y en casi un 15% el anterior récord, del cuarto trimestre de 2007.

Es decir, se llegó a batir el récord de justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando se registró el mínimo de paro y se disparó la inversión en vivienda, que va acompañada del gasto en electrodomésticos o muebles. Este proceso ha ido al compás del desenganche de la economía de España del 'ladrillo' en este ciclo de recuperación y crecimiento, tras el shock de la pandemia en 2020.

Sin embargo, entre abril y junio, el consumo de bienes duraderos se redujo un 2,34%, su primera caída después de ocho trimestres consecutivos de ascensos. Como advierte Judith Arnal, investigadora en el Real Instituto Elcano, “hay que tomar los datos con cautela, pues es solo un dato y conviene seguir viendo la evolución de próximos trimestres”. De hecho, en los últimos meses las ventas de vehículos, un bien duradero por excelencia, han seguido al alza, con un incremento de las matriculaciones en el canal de particulares cercano al 9% en junio y del 15% en el primer semestre, según datos de Anfac.

No obstante, como señala Arnal, la caída del consumo de bienes duraderos es una primera señal de que “la política monetaria restrictiva ya se está empezando a notar en indicadores económicos y no sólo financieros (como la escalada del euríbor, la subida del coste de la deuda pública, o el descenso de las firmas de hipotecas).

El BCE busca precisamente ahogar el consumo y la inversión de las empresas y del Estado, para moderar así las subidas de precios. Esta estrategia asume la amenaza de provocar una recesión y de destruir empleo. Y también navega en la incertidumbre del retraso y el alcance con los que se materializa todo su efecto.

“Las investigaciones publicadas sobre la media de meses que tarda en hacer efecto la política monetaria superan los 20 meses en economías desarrolladas. Es decir, que las subidas de tipos actúan enfriando la economía con mucho retraso, bien porque las decisiones de consumo de largo plazo no son tan fáciles de influenciar, bien porque hayan desanimado este tipo de compras antes de que se planteen”, matiza Andrés Villena, profesor de la UCM, quien coincide en que “todo parece indicar que los incrementos de los tipos de interés del BCE están actuando y afectando a las expectativas”.

La institución que decide la política monetaria de la eurozona comenzó a subir el precio del dinero en julio de 2022, desde el 0%. Desde entonces, ha alcanzado el 4,25% actual. Y se espera que todavía lo encarezca más, pese a que el frenazo del crecimiento económico ya es evidente: en Alemania el PIB se ha estancado, incluso llegó a entrar en recesión técnica en el primer trimestre de este año, y hasta en España, que lidera las previsiones por el 'boom' del turismo y la fortaleza del resto del sector exterior, la ralentización también es innegable.

El mercado laboral resiste y apoya el consumo

Hasta ahora, el mercado laboral y su cambio estructural, junto al despliegue del Plan de Recuperación, han plantado cara al daño de las subidas de tipos en nuestro país. Las transformaciones (menor temporalidad, mejores contratos, mayor crecimiento en sectores tecnológicos...) aportan estabilidad para empresas y trabajadores. Una estabilidad que no solo apoya el consumo de las familias en general. También su capacidad para financiarse.

Y cuando una familia acude al banco a pedir dinero significa que pretende hacer una compra 'grande', como la vivienda, u otros bienes duraderos como los coches, la tecnología... “La fortaleza del mercado laboral y el aumento del peso de la contratación indefinida han favorecido la disminución de la probabilidad de perder el empleo percibida por los trabajadores, lo que reduce el ahorro por motivo de precaución y eleva los niveles de gasto de los hogares”, afirmaba recientemente un informe del Banco de España.

El problema es que el coste de tomar la decisión de endeudarse para hacer un gran gasto ha ido subiendo y subiendo. El propio Banco de España documentó hace unas semanas que, “desde principios de 2022, las entidades de crédito españolas han venido trasladando de forma sostenida el aumento de los tipos de interés de mercado” a los nuevos préstamos concedidos a los hogares. Y recalcó que “esta traslación se ha acentuado desde mediados del pasado año y afecta a todas las modalidades de préstamos”.

En el mismo informe, la institución se refiere a la tasa de ahorro de los hogares, que en la pandemia se incrementó extraordinariamente, luego descendió desde 2021 y sobre todo en 2022, y en 2023 “ha repuntado impulsado por la mejora en la capacidad adquisitiva de las familias, así como por la contracción del consumo”.

Por eso, las primeras alertas han saltado en las caídas del consumo de medio y largo plazo y en las firmas de hipotecas, que el pasado mes de junio registraron un descenso del 21,9% interanual, tras llegar a caer en mayo un 24%.

De hecho, el consumo de las familias en el resto de bienes y servicios, que no exigen prácticamente financiación, creció en el segundo trimestre, después de contraerse a finales de 2022. En este caso, la principal razón fue la pérdida de poder adquisitivo por la inflación, que se ha aliviado por la moderación de las subidas de precios y los aumentos salariales.

El BCE insiste en seguir subiendo los tipos de interés

En este contexto, el BCE sigue inclinado a volver a subir los tipos de interés en su reunión sobre política monetaria del 14 de septiembre. Una de las principales ideólogas del comité ejecutivo de la institución, la economista alemana Isabel Schnabel, reconoció el pasado jueves que “la actividad se ha moderado visiblemente y los indicadores prospectivos señalan debilidad en el futuro”.

Pero, inmediatamente después, añadió que “aún quedan importantes focos de resiliencia [en la economía], especialmente en el mercado laboral”, y que, aunque “la inflación general ha disminuido, principalmente gracias a la desaparición de anteriores shocks del lado de la oferta, las presiones subyacentes sobre los precios siguen siendo persistentemente altas”.

“Dadas las recientes noticias sobre la inflación, los datos de actividad y las declaraciones del BCE, seguimos esperando una última subida en septiembre, todavía es una visión muy ajustada, pero quizá con un poco más de convicción que antes de las vacaciones de verano”, opina Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America.