La recaudación de Hacienda supera el nivel prepandemia porque el IRPF suple la caída en el IVA e impuestos especiales

Diego Larrouy

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La pandemia, el cierre de la actividad económica y el desplome del consumo trajeron consigo un desplome de la recaudación tributaria del Estado. Con todo, y pese a un retroceso de casi el 7%, el nivel en el que quedaron los tributos que se abonan en los distintos niveles de la Administración cerró 2020 con el cuarto mejor registro histórico. Ahora, cerrado el primer semestre del año, los datos vuelven a estar al alza y ya se encuentran por encima del año previo a la crisis sanitaria, 2019, que acabó cerrando como el ejercicio con mayor recaudación fiscal en España. Restando las devoluciones, los ingresos del Estado quedan en 90.470 millones de euros, lo que supone un avance de más del 16% respecto a 2020 y superior al 3% frente a 2019.

La Agencia Tributaria analiza en su informe del primer semestre que conviene hacer la comparación respecto a 2019 porque el año 2020 se vio excepcionalmente afectado por la pandemia, lo que lleva a que respecto al pasado ejercicio se produzcan en algunas de las figuras fiscales incrementos muy fuertes. Por ejemplo, apunta que el mes de junio tuvo un incremento de casi el 50%, pero es que venía del peor mes de junio desde 2006. De hecho, subraya el organismo que pese al avance y la recuperación de los datos previos a la pandemia, todavía hay determinadas figuras tributarias que siguen por debajo de los niveles previos. Es el caso del IVA o de los impuestos especiales, muy vinculados ambos al consumo y a la actividad económica. “A pesar de las altas tasas que se ven ahora, aún no han recuperado la normalidad”, señala.

El IVA es una de las principales figuras fiscales por volumen de ingresos en España pero está muy vinculado al consumo, por lo que sus resultados se siguen viendo afectados por la incompleta recuperación que ha ofrecido hasta el momento la economía. Según los registros de la Agencia Tributaria, sí que se vive un fuerte aumento de su tributación respecto al año pasado, de más del 5%. Sin embargo, en la comparación con 2019, todavía no ha alcanzado aquel registro. Las estadísticas muestran, eso sí, un fuerte incremento del IVA que se cobra por las importaciones.

Algo similar se puede apreciar en las figuras fiscales que se engloban dentro del apartado de impuestos especiales (alcohol, cerveza, electricidad, hidrocarburos, o tabaco), también muy vinculados a la actividad económica y al consumo, especialmente en áreas como la hostelería. En este caso, la distancia frente a 2019 es todavía más amplia que en lo vivido en aquel tributo. Si bien han crecido un 3% frente al año pasado, dando cierta muestra de recuperación, el dato todavía está un 9% por debajo de lo que se obtuvo antes del estallido de la pandemia.

Ninguna de las figuras que componen este apartado se encuentran todavía en positivo frente a 2019. Un ejemplo es el de los ingresos del impuesto sobre bebidas alcohólicas, que grava el consumo de aquellos destilados de mayor graduación. Al cierre de 2020 los datos de recaudación de esta figura mostraban que los cierres de la hostelería habían llevado a su registro más bajo desde mediados de los años noventa. En el primer semestre de este año todavía no se ha producido la recuperación, situándose un 14% por debajo de 2020 y un 22% más bajo que en 2019. Aunque más moderada, la caída se mantiene también en cuanto a la cerveza, con retrocesos del 2% y el 8%, respectivamente.

Los impuestos sobre los hidrocarburos tampoco se salvan en este periodo. Aunque el crecimiento ronda el 10% durante el primer semestre de este año frente a 2020, es prácticamente el mismo porcentaje de pérdida que todavía tiene respecto a 2019. Dentro de los impuestos especiales también está el que se aplica a las labores del tabaco, que pese a que su evolución es más estable que en el resto de componentes de este apartado, también pierde frente a 2019 y 2020. La electricidad se encuentra incluida entre los impuestos especiales y la Agencia Tributaria señala que pese a la “situación de precios elevados” que se está viviendo este curso, los datos se encuentran un por debajo 7% del nivel de hace dos años.

Buena culpa de que el Estado ya recaude más que antes de la pandemia se ha producido especialmente por el IRPF, la principal fuente de ingresos públicos. Según figura en el informe de la Agencia Tributaria sobre la recaudación del primer semestre de este año, los ingresos homogéneos (comparables con años anteriores) crecieron un 5,5% respecto a 2020 y más de un 7% respecto a 2019. Ocurre que esta figura fiscal fue prácticamente la única que resistió a la pandemia. Pese al aumento del desempleo, campañas como los ERTE, que aguantaron cientos de miles de puestos de trabajo desde que se declarara el confinamiento en marzo del pasado año, permitieron mantener la recaudación.

La otra gran figura tributaria que resiste a la pandemia, pese a las circunstancias, es el Impuesto de Sociedades. El citado informe subraya que durante el primer semestre del año los ingresos homogéneos por este tributo sobre el beneficio de las empresas superan en un 60% a los de 2020. Esto es lógico teniendo en cuenta que los resultados de las compañías españolas se vieron negativamente impactados durante el curso pasado por la crisis sanitaria.

Los datos de entre enero y junio traen una novedad respecto a los periodos anteriores. Este curso ha sido el de la entrada en vigor del impuesto sobre transacciones financieras, conocido popularmente como Tasa Tobin, aunque guarde diferencias con aquella histórica reivindicación. En el mes de junio se registraron las declaraciones de este impuesto correspondientes al periodo entre enero y mayo, que supuso la entrada de 128 millones de euros. Este impuesto grava la compra y venta de acciones, con algunas limitaciones, de empresas cotizadas españolas que tengan un valor bursátil superior a los 1.000 millones de euros.

El avance en los ingresos durante este semestre no oculta distintos retos pendientes de cara a los próximos meses. El primero y más inmediato es que todavía se aprecia el efecto de la pandemia en algunos de los impuestos más importantes para el Estado. El segundo, que España tiene un problema de ingresos respecto a su PIB, la conocida como presión fiscal, que va a obligar a elevar la recaudación en el futuro para intentar aproximarse a la media europea, algo que se asume que llevará años. En tercer y último lugar, relacionado con lo anterior, la famosa reforma fiscal que pretende realizar el Gobierno y que divide a los socios. El ala socialista aboga por acometerla el próximo año, con el informe del comité de expertos sobre la mesa y con una recuperación económica más cimentada. Por su lado, el ala de Unidas Podemos ha solicitado que se incluya ya en los próximos presupuestos del Estado, que se deben redactar en los próximos meses para que estén listos antes del cierre del año.