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OPINIÓN | Huérfanos, por Enric González

Unión bancaria: ¿Qué es? ¿Para qué sirve? ¿Abaratará el crédito?

Casi 14 años después de fijar las bases del euro, Europa se ha puesto de acuerdo en que es necesaria una unión bancaria. Aunque en gran medida la construcción del proyecto económico europeo ha empezado la casa por el tejado, los actores implicados en el proceso defienden que este paso es crucial para caminar hacia una unión más simétrica y que, por así decirlo, tenga “sentido” económico. El Gobierno, además, ha asegurado que esta unión va a llegar a los ciudadanos en forma de créditos a las pymes a un precio más reducido. Pero, ¿cómo puede suceder esto?

Antecedentes y contexto

Los países que decidieron entrar en el euro, 11 en un principio, cedieron parte de su soberanía al Banco Central Europeo. La paradoja es que se cedió un elemento tan fundamental para defender la estabilidad económica de un país como la creación de moneda, sin aunar competencias en otras cuestiones como la supervisión del sistema financiero. La crisis financiera en un primer momento, y la segunda vuelta por la crisis sobre la deuda soberana después, pusieron en evidencia que, sin un criterio común en la gestión de la banca, de poco servían el resto de las cesiones efectuadas en pro de la moneda común. Un lustro después, cuatro países rescatados y varios sistemas bancarios tocados, unos y otros han entrado por el aro.

¿Qué tiene esto que ver con el crédito a las pymes?

Con el actual sistema, cada país era extremadamente responsable de la solvencia de su sector financiero (con unas normas y pruebas de esfuerzo en muchos casos nacionales) y también de su posible rescate. El rescate financiero tiene una contraparte en la deuda pública, que en parte avala su financiación. Esto crea una peligrosa corriente entre deuda pública y solvencia bancaria que en muchos casos se repercute castigando la prima de riesgo. Pero no solo eso. A la banca española le cuesta más acudir a los mercados que a sus homologos europeos. Su financiación es más cara y se la traslada a sus clientes, esencialmente pymes que son las que presentan un perfil más arriesgado para el banco. Tan solo las líneas de crédito ayudan a salvar esta situación. Pero la dependencia de la banca española de esta fuente de financiación es excesiva y el mercado teme, de forma latente, que si se corta el grifo se gripe el engranaje del sector.

¿Cómo cambia ahora?

Según defienden fuentes de Economía, el acuerdo logrado en torno a la unión bancaria favorecerá la visión de la banca española frente a sus homólogos europeos. El punto clave es que ahora se exigirán las mismas condiciones para todos los bancos europeos, independientemente del regulador local. Esto favorecerá a los bancos españoles que estén sanos, ya que se les comparará en términos internacionales y no locales. Entre las nuevas reglas adoptadas la fundamental es la de definir un mecanismo igual y estándar para todos los países que fuerza automáticamente a los bancos a rescatarse en primer lugar a sí mismos, alejando así el riesgo sobre la deuda soberana.

¿Cómo se hará el autorescate de un banco?

Aunque aún queda mucho camino por recorrer en cuanto a la letra pequeña, en términos generales ya se ha sellado el proceso de rescate en caso de que un banco esté “tocado”. En primer lugar, el banco siempre tendrá que rescatarse a sí mismo, al menos, por el equivalente al 8% de su pasivo (esto es la deuda que tiene emitida) en forma de acciones (capital) o reservas. Ni un euro de dinero público entrará hasta que el banco cubra esa proporción. Si un banco se queda corto en acciones para cubrir ese 8%, tendrá que echar mano de sus acreedores por el llamado orden de prelación: de los que tienen menos derecho a cobrar al que más, como en los concursos de acreedores.

Así, se podría hacer una quita a los que tienen deuda del banco de peor calidad (la deuda júnior), y también de los que tienen las famosas preferentes. El banco tendría que ir arañando ese dinero hasta llegar incluso a los depósitos de grandes empresas por encima de 100.000 euros. Esa, por así decirlo, es la última frontera y a partir de ahí los depósitos de menos de 100.000 euros y la deuda de alta calidad (la llamada deuda sénior) son intocables y entraría en acción una inyección de dinero público.

Se da la circunstacia de que debido a las fuertes provisiones que han tenido que hacer los bancos españoles la mayoría ya tienen el equivalente de alrededor de un 7-8% de su pasivo en forma de capital. Es decir, en el supuesto de que un banco español tuviera que ser rescatado, lo primero que haría sería poner ese capital (recordemos que es el dinero de los accionistas en bolsa también), pero ya no tendría necesidad de tocar a sus otros acreedores. Es decir, los preferentistas, por ejemplo, hubieran salido indemnes con la nueva fórmula.

Por el contrario, los grandes bancos europeos tienen alrededor de un 4% de ese colchón necesario en forma de capital. Esto hace que si el banco necesita ser rescatado, tendrá que echar mano de los que tienen bonos y los que tienen preferentes. Esta circunstancia hace que para ese banco sea mucho más caro financiarse, ya que cuando la entidad financiera salga a los mercados le pedirán mucha más rentabilidad para comprar ese tipo de productos que no están garantizados.

En definitiva, entre un banco alemán y un español, con la foto fija actual de sus condiciones y la regulación que entra en vigor, un inversor preferiría al banco español. Si la teoría funciona, esto hará que poco a poco a los bancos españoles les sea más barato pedir dinero y, por ende prestarlo. Si los otros bancos europeos quieren igularse no tendrán más remedio que dedicar parte de su negocio a aumentar ese colchón, con la consiguiente merma en los beneficios.

Una vez superada esta frontera del primer tramo del rescate (que siempre tendrá que equivaler al 8% del pasivo del banco), se podrá hacer una inyección adicional que suponga otro 5% del pasivo del banco. Para completar este nuevo montante se tirará, en primer lugar, del Fondo de Garantía de Depósitos que pasará a ser paneuropeo y se llamará Fondo Europeo de Resolución. El fondo se tiene que dotar con al menos el 0,8% de los depósitos de cada país, pero llegará a suponer el 1,3% de los depósitos con una dotación adicional que aún tiene que terminar de perfilarse.

Como esta cantidad puede ser todavía insuficiente, ya entra en juego el dinero del contribuyente, por la vía del Tesoro de cada Estado que puede hacer una inyección con deuda pública. Y si por la vía del Tesoro tampoco se rellena el agujero, se podrá hacer una inyección desde el mecanismo de rescate europeo, que se conoce por sus siglas MEDE.

Recapitulando: cualquier entidad financiera que tenga más de un 8% de sus deudas en forma de acciones, garantiza a sus acreedores que no van a sufrir ninguna quita. Si la banca española sigue como hasta ahora, cumple este requisito y el resto, no. Esto mejora la foto, la comparación y las perspectivas.

Lo medio entiendo, pero no sé si lo creo

La teoría que presenta el Gobierno y el resto de sus compañeros tiene sentido pero también en parte es un acto de fe. En primer lugar porque aunque el acuerdo marco entrará en funcionamiento este mismo agosto, como tal la unión bancaria no empezará a caminar hasta 2018. El Ministerio de Economía asegura que los mercados siempre anticipan este tipo de cambios y confían en que adelanten este cambio normativo de forma que se note en el crédito pronto. Pero los gobiernos no se han demostrado muy atinados a la hora de entender lo que quieren los mercados.

Por otro lado, una vez cerrado el acuerdo político, queda la compleja operación de crear la normativa y de dotar al Banco Central Europeo del órgano de supervisión adecuado que estará en marcha en otoño de 2015. Por el camino, se herirán muchas sensibilidades políticas. Además, habrá un órgano, por definir, que será el que valore si el banco debe ser liquidado, si debe recibir inyecciones de capital, las quitas, etc... Este órgano, que haría las funciones del FROB actual, es vital para el desarrollo del plan, y aún no se sabe quién o cómo será.

Y de forma más general, queda por ver cómo se puede desprender la banca y las propias pymes que quieren acceder al crédito del estigma del país en el que viven. Aun suponiendo que en términos comparativos los grandes bancos españoles quedarán mejor en la foto, su situación geográfica en un país en recesión y con una infinita tasa de paro difícilmente les puede liberar de no seguir siendo penalizados a la hora de pedir prestado y de dar un crédito. Casualmente, la mejora de la economía española puede coincidir con la entrada en vigor de la unión bancaria, es decir: en 2018. Será difícil distinguir qué habrá abaratado realmente el crédito.