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Un 27% de los estudiantes que se van de Erasmus encuentra el amor lejos de casa

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Salir de casa, cruzar fronteras, explorar nuevos lugares, hacer nuevas amistades, aprender nuevos idiomas, conocer nuevas culturas e incluso encontrar al amor de tu vida. La experiencia Erasmus se puede vivir de muchas maneras diferentes, pero si algo tiene en común esta movilidad es que es mucho más que un simple intercambio académico. La sexóloga Judith Viudes explica que quizás también haya una razón científica: “Erasmus es sinónimo de viajar, de conocer una nueva ciudad, gente nueva, nuevas costumbres. Y todo lo nuevo genera una gran fuente de dopamina, que cuando nos inunda, nos llena por completo de placer”. 

Iraia, Onni, Ghita, Damian, Marta y Adrián son el claro ejemplo de que la beca Erasmus es una oportunidad única para encontrar el amor y empezar una relación a pesar de las diferencias interculturales.

En busca de una ciudad más abierta

Iraia es de Bilbao, tiene 21 años y es estudiante de último curso de Periodismo en la UPV/EHU. Su destino de Erasmus fue Ámsterdam. Lo eligió porque, en su opinión, en Países Bajos tienen una mentalidad más abierta que la que se tiene en España. Le apetecía vivir algo diferente, aprender cosas nuevas y mejorar su nivel de inglés así que sin dudarlo ni un segundo, cuando le concedieron la plaza, se embarcó en una experiencia que le iba a cambiar su vida por completo. 

Se alojó en una residencia en la que había mucha gente de diferentes lugares del mundo. Uno de los primeros días allí conoció a un chico alemán con el que se llevó muy bien y al de pocos días fue a cenar con él y unos amigos al centro de la ciudad. Allí conoció a Otti, un finlandés de 25 años, estudiante de servicios sociales que al igual que Iraia se encontraba de Erasmus en Ámsterdam. En un principio, Otti no tenía intención de ir a Ámsterdam y su destino era Nottingham, en el Reino Unido, pero tuvo que cancelarlo por la delicada situación de la pandemia en esos momentos. Así que se decantó por Ámsterdam, una ciudad con una “cultura abierta y un interesante plan de estudios”.

Yo tenía una relación abierta en ese momento, pero la relación se había vuelto algo tensa

En la cena hubo muy buena conexión entre ambos, pero no se volvieron a ver hasta unos días más tarde y fue allí cuando estuvieron hablando durante varias horas y empezaron a surgir las chispas. Él tenía novia, pero era una relación abierta así que no había ningún inconveniente en quedar más veces los dos juntos. Prácticamente los seis meses que estuvieron allí los pasaron juntos, viajando, con los mismos amigos y aficiones similares. Se puede decir que estuvieron 6 meses juntos sin estarlo, además señalan que fue algo inesperado, “como amor a primera vista''. 

Durante ese tiempo se creó un vínculo muy fuerte entre ambos y días antes de despedirse y tras una larga conversación y dejar claro lo que sentían el uno por el otro, Otti decidió dejar la relación con su pareja con la que llevaba diez años de noviazgo para empezar una relación con Iraia. En su regreso a sus respectivos países, ninguno de los dos tenía la certeza de si la relación iba a salir bien o no porque él tenía una conversación pendiente con su pareja de entonces. 

Es difícil saber si de verdad hemos conectado o ha sido todo por la burbuja Erasmus

Finalmente, Otti regresó a Finlandia y tras hablar con su pareja, decidieron dejarlo porque la relación se había vuelto algo tensa. Sin embargo, la realidad era el comienzo de una relación a distancia tras haber estado seis meses conviviendo. El tiempo que estuvieron separados les sirvió para fortalecer la relación y darse tiempo para saber si de verdad habían conectado o “ha sido todo por la burbuja Erasmus'', relataba Iraia. ”La distancia es realmente difícil, pero estamos en contacto todos los días con mensajes y tratamos de tener videollamadas cada dos días o tan a menudo como sea posible y en general sólo ser honesto y abierto acerca de cómo nos sentimos acerca de la distancia“, contaba Otti.

Bilbao también fue testigo del comienzo de una relación entre dos personas que se encontraban de Erasmus. Ellos son Ghita y Damian. Ghita es una marroquí de 22 años que a causa de la pandemia vio reducidas sus opciones considerablemente y, como quería un destino costero, se decantó por Bilbao. Damian es polaco, tiene 23 años y la única razón por la que eligió Bilbao fue porque era el único lugar cálido disponible con su programa universitario.

Así que en febrero de 2021 ambos decidieron hacer las maletas y comenzar su aventura lejos de sus casas. No era la primera vez que vivían fuera de casa: Ghita estudiaba la carrera en París y Damian en Escocia, por lo que se consideraban “muy abiertos en ese sentido”. No tenían miedo a las relaciones interculturales y Ghita asegura que para ella “es mejor estar con una persona que no es de tu misma cultura y así puedes descubrir una cultura nueva, aprender y ver cosas que nunca sabías”.

Amor en tiempos de pandemia

El principal problema que se encontraron en su llegada a Bilbao fueron las restricciones que se habían impuesto por el aumento de casos de coronavirus. Cierres perimetrales, temprano cierre de locales y comercios, lugares de ocio nocturno cerrados y toques de queda fueron varias de las medidas que se encontraron estos jóvenes nada más llegar. Sin embargo, no perdían la esperanza de que Erasmus era posible a pesar de las severas medidas así que lo que hacían era juntarse en las casas para conocer a gente en su misma situación.

En una de esas cenas en casa de Ghita, Damian apareció con varios amigos y tras hablar largo y tendido, se intercambiaron los perfiles de redes sociales y comenzaron a hablar todos los días. Vivían a escasos cinco minutos el uno del otro, por lo que empezaron a realizar más planes los dos juntos para conocerse mejor. 

Al cabo de un mes, ya compartían las mismas amistades y los planes y viajes los hacían siempre juntos. Damian explica que fue uno de esos viajes en concreto lo que hizo despegar su relación. A mediados de marzo, Ghita, Damian y dos amigos más alquilaron un coche para recorrer Andalucía por carretera y fue precisamente en su regreso a Bilbao cuando definitivamente se dieron cuenta de que podía surgir una relación más allá de la amistad.

La relación fue muy buena en todo momento, pero en junio terminó la experiencia. En vez de volver con sus familias, decidieron “viajar los tres meses de verano, para poder aprovechar el tiempo juntos”. En ese tiempo forjaron aún más la relación y se dieron cuenta de que esto verdaderamente podía ir en serio. Pero en septiembre cada uno tenía que volver a sus respectivas ciudades para continuar con sus estudios. 

No sabíamos cuando nos íbamos a volver a ver

Y así fue: Ghita puso rumbo a París y Damian se fue a Escocia. “Cuando nos despedimos fue muy duro porque no sabíamos cuando nos íbamos a volver a ver”, relata Ghita. Cada uno es de un país diferente y vive en un país que no es el suyo. Había que poner mucho de ambas partes para que todo siguiera adelante. Ellos decidieron apostar por el amor y ganaron. Se ven mínimo una vez al mes ya sea en Polonia, Marruecos, Escocia, París o incluso España que según ellos “ocupa un hueco muy importante en su corazón”.

El Erasmus es muy intenso porque convives con mucha gente

Marta tiene 21 años, es de Bilbao pero estudia ADE (en inglés) en la Universidad Carlos III de Madrid. Se embarcó en la experiencia Erasmus hace casi un año y su destino fue la ciudad de Wiener Neustadt, en Austria. No es un destino que tuviera en mente la verdad sino que es el que le tocó. Al principio no estaba muy convencida de aceptar la plaza pero finalmente decidió dar una oportunidad a la ciudad y a Erasmus. 

Muy similar fue la situación de Adrián, un madrileño de 21 años que al igual que Marta estudia ADE en la Universidad Carlos III de Madrid y estuvo de Erasmus en Wiener Neustadt. Él afirma que el destino le tocó “de rebote y no era una de sus preferencias”. Marta y Adrián se conocieron antes de irse a Austria porque cuando les confirmaron su plaza hicieron un grupo entre los españoles que iban a Austria de Erasmus y en ese grupo estaba él. 

A pesar de estudiar en la misma universidad, no se conocían y nunca habían escuchado hablar el uno del otro. Tras darse cuenta de que iban a la misma ciudad, hablaron durante el proceso de papeleo para optar a la beca y al llegar a Wiener Neustadt, ambos se alojaron en la misma residencia. “El Erasmus es muy intenso y sobre todo los primeros días que estás conociendo a gente”, afirmaba Marta sobre su primera impresión al llegar a la residencia la primera semana de septiembre. 

Pasar mucho tiempo juntos ayuda a conocerse mejor

Durante las primeras semanas empezaron a coger confianza y tras las cenas multitudinarias, ambos afirman que cuando terminaban siempre se quedaban hablando mano a mano “hasta la madrugada”. Una de esas tantas noches se dieron cuenta de que su relación era algo más que una amistad y a partir de ese momento empezó su relación. 

Al principio les costó oficializarlo de cara a sus nuevos amigos, ya que era la primera relación de pareja de ambos y todavía estaban en fase de asimilación. Al cabo de dos meses decidieron dejar atrás sus complejos y empezaron a hacer más planes los dos solos. Como eran vecinos en la propia residencia, todo “era muy cómodo” según relata Marta porque sabía que siempre le tenía en la puerta de enfrente. 

Todo era perfecto hasta que a mediados de noviembre se decretó una cuarentena por el aumento de casos de COVID-19. La convivencia se volvió demasiado intensa porque como estaban encerrados y la persona con la que más confianza tenían ambos estaba justo en la habitación de al lado, al final todo el mal humor y la impotencia se la echaban el uno al otro. 

Ahora viéndolo con perspectiva me da pena no estar ahí viéndole todos los días

Como todo en la vida tiene su final, el Erasmus llegó a su fin y la vuelta a la realidad, según asegura Adrián, “fue un golpe duro”. Pasaron de estar juntos las 24 horas de los siete días de la semana a no verse durante un mes. Fue complicado pero hablábamos prácticamente todos los días y por llamada casi todos los días”. Este mes de separación además les vino “bien” para darse cuenta de lo que se necesitaban el uno al otro.

La beca Erasmus ha sido “culpable del nacimiento de alrededor de un millón de niños”, según afirman los estudios realizados por la Comisión Europea. Además, España es el país europeo más solicitado por los estudiantes europeos según la ESN, la Red de Estudiantes de Erasmus. Asimismo, Alemania, Francia y España lideran la lista de estudiantes que se encuentran inmersos una movilidad Erasmus. Por otro lado, el destino favorito para los españoles sigue siendo Italia, seguido por Reino Unido y Alemania.

Salir de casa, cruzar fronteras, explorar nuevos lugares, hacer nuevas amistades, aprender nuevos idiomas, conocer nuevas culturas e incluso encontrar al amor de tu vida. La experiencia Erasmus se puede vivir de muchas maneras diferentes, pero si algo tiene en común esta movilidad es que es mucho más que un simple intercambio académico. La sexóloga Judith Viudes explica que quizás también haya una razón científica: “Erasmus es sinónimo de viajar, de conocer una nueva ciudad, gente nueva, nuevas costumbres. Y todo lo nuevo genera una gran fuente de dopamina, que cuando nos inunda, nos llena por completo de placer”. 

Iraia, Onni, Ghita, Damian, Marta y Adrián son el claro ejemplo de que la beca Erasmus es una oportunidad única para encontrar el amor y empezar una relación a pesar de las diferencias interculturales.