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El cuaderno y EiTB

Jasone Agirre Garitaonandia

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Lanzando un cuaderno al suelo es cómo solía explicar cuál es la base del periodismo al alumnado de Teoría de la Comunicación en Mondragon Unibertsitatea. Les explicaba así las múltiples maneras que hay de contar un mismo hecho objetivo que en ese caso había visto toda la clase. Se podía contar diciendo que un cuaderno había caído al suelo, o ir un poco más allá y enfatizar que yo lo había tirado. Se podía contar el contexto y explicar que lo había tirado a modo de ejemplo ante mis estudiantes. También se podía reportajear y contar lo que había sucedido desde la perspectiva personal de una estudiante que asistía a su primera clase de periodismo en la universidad. Y así sucesivamente. Les invitaba a que propuesieran todas las maneras de contar que se les ocurriesen. Todas correctas, todas legítimas. Eso es el periodismo, para mí.

Pero también es periodismo decidir si contarlo o no, y de contarlo, valorar qué importancia darle.

Así, cuando decidimos comprar una determinada prensa lo hacemos por las cosas que nos cuenta y la forma o el idioma en que lo hace, aunque nuestra elección no siempre concuerde con nuestra ideología. Sin duda, el mejor ejercicio es leer más de una publicación y ampliar así la perspectiva de la información.

Sin embargo, cuando el medio de comunicación es público ¿Qué es lo que le pedimos? ¿Cómo queremos que cuente las cosas de tal manera que satisfaga a la mayoría de las personas?

Es un ejercicio muy difícil, lo digo por mi propia experiencia de 25 años como redactora en los informativos diarios de ETB, y también por mis cuatro años de parlamentaria de EH Bildu, diríamos que al otro lado de la barrera.

Personalmente no creo en la objetividad absoluta. No tengo una visión idealizada del periodismo aunque me parezca uno de los oficios más bellos del mundo. Creo que todas y cada una de las personas tenemos nuestra propia historia personal, nuestra ideología, nuestras sensibilidades políticas o de afección a un idioma u otro. Sería iluso pensar que eso no afecta a la hora de decidir si un hecho es noticia o no, cuál es su relevancia o el modo en que debe contarse.

Pero aunque no crea en la objetividad plena, sí creo, en cambio, en el equilibrio, en la elegancia y en la honestidad. Y eso es, en mi opinión, lo que hay que exigirle a un medio de comunicación público más que a ningún otro.

Si volviese a dar clases en la universidad tendría un buen ejemplo a ese respecto para mis estudiantes. Mucha gente recordará la entrevista en directo, desde los propios estudios de EiTB, al presidente de Confebask, en plena pandemia. Ofrecerle un espacio así a un invitado es algo bastante inusual en los informativos de ETB, por lo que le otorgarba una entidad como pocas, y más teniendo en cuenta que en la pandemia se pedía que todo el mundo se quedase en casa, incluso a buena parte de la propia plantilla de ETB. Llamó muchísimo la atención, y a mucha gente indignó también, que en ese informativo en el que se hablaba de la parada de la actividad no esencial no apareciese nadie en representantación de los y las miles de trabajadoras que ese día se quedaron en casa. Se podría defender que fue por criterios meramente profesionales, periodísticos. Es un debate. Sin embargo, para el informativo de la noche, ETB cambió ese criterio profesional y sí incluyó a un representante sindical en la noticia del día, aunque no con el mismo rango que el representante empresarial. Y este sí que es un debate. Pues las cuestión no es tanto cómo se redactan las noticias en la televisión pública vasca si no el cómo se decide qué es o no noticia y la importancia que tiene dentro del informativo.

En una encuesta encargada por el Parlamento Vasco, dentro de la inconclusa ponencia para la reforma integral de EiTB, se desprendía que más del setenta por ciento de los y las trabajadoras de ETB opinaba que los informativos eran favorables al Gobierno Vasco.

¿Pero cómo puede ser eso? ¿Quién toma las decisiones en los informativos? Las personas que redactan las noticias no, desde luego. Las decisiones se toman en la jerarquía que empieza en la dirección de ETB, sigue en la dirección de informativos, pasa por la jefatura de redacción, después por la edición sea de mañana, tarde o fin de semana, y acaba en las jefaturas de área. Se da la circunstancia de que todos esos puestos son cargos de confianza, no existe un proceso público, objetivo y transparente para acceder a ellos. Es la dirección de EiTB quien les elige, una dirección que, a su vez, depende de quién esté en el gobierno. Un ejemplo bonito para explicar esto al alumnado de comunicación sería el baile de sillas que hubo en EiTB cuando Patxi López fue lehendakari.

EiTB es un modelo claro de televisión gubernamental mediterránea, al estilo de la RAI italiana o la RTVE española. Existen en Europa otros modelos no tan gubernamentalizados como el anglosajón o el de los países nórdicos, pero no son referentes para EiTB.

EiTB necesita su propio modelo de gobernanza que garantice su independencia política, y comercial también, con una dirección elegida de forma más democrática. Una gobernanza en la que se pueda acceder a los puestos de responsabilidad a través de procesos públicos, transparentes y con igualdad de oportunidades.

Los medios de comunicación públicos vascos no tienen que estar al servicio del gobierno de turno, sino del país. Sería un primer y buen paso para una nueva EiTB. Y una bonita lección para impartir en cualquier facultad de comunicación.

(*) Jasone Agirre Garitaonandia, parlamentaria de EH Bildu y periodista

Lanzando un cuaderno al suelo es cómo solía explicar cuál es la base del periodismo al alumnado de Teoría de la Comunicación en Mondragon Unibertsitatea. Les explicaba así las múltiples maneras que hay de contar un mismo hecho objetivo que en ese caso había visto toda la clase. Se podía contar diciendo que un cuaderno había caído al suelo, o ir un poco más allá y enfatizar que yo lo había tirado. Se podía contar el contexto y explicar que lo había tirado a modo de ejemplo ante mis estudiantes. También se podía reportajear y contar lo que había sucedido desde la perspectiva personal de una estudiante que asistía a su primera clase de periodismo en la universidad. Y así sucesivamente. Les invitaba a que propuesieran todas las maneras de contar que se les ocurriesen. Todas correctas, todas legítimas. Eso es el periodismo, para mí.

Pero también es periodismo decidir si contarlo o no, y de contarlo, valorar qué importancia darle.