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Sobre este blog

Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Que la vergüenza cambie de bando

Maitane Ipiñazar

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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

“Que la vergüenza cambie de bando”. Supongo que reconocerán estas palabras. Son de Gisele Pelicot, la mujer francesa que fue drogada y violada por su marido y varios hombres más sin su consentimiento y en reiteradas ocasiones y que relató su caso ante el mundo entero. La frase se volvió viral para la lucha feminista y creo que es totalmente extrapolable a los abusos sexuales a menores, una problemática que hemos analizado recientemente en un congreso específico celebrado en la sede del Consejo de Europa en Estrasburgo.

Si algo quedó claro en dicha cita fue que para que la vergüenza cambie de bando las instituciones tenemos que reaccionar. Desde Europa ya se han aprobado varias resoluciones que persiguen eso mismo, la resolución 2533 es buen ejemplo de ello.

Antes de nada, sí me gustaría hacer una fotografía de la situación en el Estado español: según un informe reciente de Save the Children España, se estima que entre el 10 y el 20% de la población ha sufrido algún tipo de abuso sexual durante su infancia. Si cogemos como referente un 15%, estamos hablando de 7,25 millones de personas. El 80,3% de las víctimas son niñas y adolescentes y la media de edad a la que comienzan los abusos sexuales es a los 11 años. En cuanto al perfil de la persona agresora, ha cambiado un poco la tendencia. Tras la pandemia de la COVID-19 han aumentado los abusos por parte del entorno conocido no familiar y el entorno desconocido del niño o niña, pasando a un segundo puesto el entorno familiar.