Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Urdaibai: 40 años de supervivencia
La Reserva de la Biosfera de Urdaibai, única en Euskadi, acaba de cumplir 40 años este 6 de diciembre en medio de una gran polémica sobre su futuro, amenazado en esta ocasión por el proyecto de expansión del Museo Guggenheim Bilbao. Su nombramiento como Reserva fue un hito que buscaba el equilibrio y la armonía entre la conservación de la naturaleza y el desarrollo económico y social sostenible y que trajo consigo la aprobación de la ley 5/1989 de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Ambos hechos ayudaron indudablemente para preservar una zona natural de altísimo valor ecológico ante diferentes intervenciones desarrollistas no deseadas por la ciudadanía pero también sirvió a las distintas administraciones gestoras como excusa para considerarla, “zona de sacrificio económico” y así, no invertir en ella y llevarla a la situación de declive que presenta hoy en día. Por lo tanto, fue un nombramiento que marcó y cambió el futuro de toda la comarca. Durante los siguientes años se fueron consolidando diferentes figuras de protección, tales como el convenio Ramsar para la Protección de los Humedales o la Red Natura 2000 en la que Urdaibai fue incluida con el objetivo de proteger los hábitats y especies más importantes de Europa, siendo con su rica biodiversidad y ecosistemas únicos, un área clave dentro de esta iniciativa. Cuarenta años después, con los problemas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en primera línea y con la reciente entrada en vigor en Europa de la Ley de Restauración de la Naturaleza nos preguntamos: ¿cuál es la relevancia que quieren dar a Urdaibai? Por el momento, podemos decir que ninguna de las instituciones públicas que repentinamente tanto se preocupan por la adversa situación medioambiental de Urdaibai han celebrado con acto alguno esta significativa fecha. Eso sí, continuamente nos recuerdan la precaria situación de la misma: acuífero contaminado, plantas invasoras, monocultivo del pino y el eucalipto en expansión, tierras contaminadas, zonas del estuario desecadas… y, además, nos “proponen” que la solución a todos estos problemas es construir un nuevo Museo Guggenheim (con dos sedes) en Urdaibai. Según estas instituciones (Gobierno vasco y Diputación de Bizkaia) este proyecto pondrá fin a toda esta situación de deterioro, no solo medioambiental sino, además, económico y social. ¿Bonito verdad? Pues bien, da la casualidad que este plan se financiará en su totalidad con dinero público, por lo que se entiende que son las administraciones públicas (como es su deber) las que solucionarán estos problemas. Eso sí, será después de realizar todas estas actuaciones medioambientales, y no antes, cuando venga la franquicia neoyorquina Guggenheim. Es decir, la construcción de los museos, depende de las actuaciones medioambientales, pero estas actuaciones, sólo precisan de la voluntad de unos dirigentes que solo nos hablan de restauración y del dinero de todos nosotros. Estas instituciones pretenden mejorar la situación de la Reserva de la Biosfera con proyectos supuestamente de restauración que se basan en romper antiguos polders(munas) poco transitables y aun así, muy utilizados, para sustituirlos por una larga pasarela palafítica de madera que será la autopista que unirá los dos tan “deseados” museos. Más allá de este atentado paisajístico, las dos sedes expositivas se quieren construir en zonas de máxima inundabilidad dentro de la zona núcleo de esta Reserva de la Biosfera y que, además, coinciden con zonas de especial conservación (ZEC) o zona de especial protección para aves (ZEPA). Este es el plan de futuro para Urdaibai: 140.000 visitantes durante 4 meses transitando por la zona más sensible de la Reserva. Un indeseado futuro para un estuario estratégico en la migración de las aves en el que, a día de hoy, ya se sienten incómodas a la hora de establecerse en Urdaibai. No podemos olvidar que la reducida superficie del estuario y la actividad humana habitual actuarán como caja de resonancia, perturbando la necesaria tranquilidad que requieren las aves en cuanto a espacio y alimentación. Todos estos cuidados necesarios para la vida de la fauna y la flora (compatibles con un desarrollo armónico de la humana) son imposibles de proteger si no se respetan las normas básicas de convivencia que nos hemos dado como sociedad. Y esto, desgraciadamente, es lo que le está pasando a Urdaibai. Y es que la situación se ha tornado aún más grave a raíz de una reciente modificación en la ley de Costas de 1988, por la que se reduce la protección de servidumbre de 100 metros a 20, concretamente en la parcela que ocupa el Astillero con el único objetivo de hacer sitio al Museo. También asistimos perplejos a la modificación del Plan Territorial Parcial Gernika-Markina que afecta a tres términos municipales por lo que se define un ámbito supramunicipal que se ordenará mediante un Plan de Compatibilización, promovido por la Diputación Foral de Bizkaia y que abordará las modificaciones de los planeamientos generales afectados (municipios de Murueta, Forua y Gernika-Lumo), posibilitando el cambio de uso industrial al uso dotacional de equipamiento cultural singular. Todo ello solo con el fin de construir un museo… Y, como no , también se pretende modificar el Plan Rector de Uso y Gestión de Urdaibai 2016 (PRUG), es decir, el documento normativo que ordena las actividades a realizar en el suelo no urbanizable de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai desde un enfoque de sostenibilidad. Todo esto nos lleva a una única y dramática conclusión: son demasiadas las normativas y leyes que se intentan cambiar a la carta para hacer viable un proyecto que se supone sostenible y respetuoso con el medioambiente y que, en lugar de conservar y proteger hábitats y especie, lo que se pretende, es hacer otra cosa: servirle en bandeja de plata y a coste cero un Museo Guggenheim a los “patrones” del otro lado del Atlántico. Así que lo que toca es restaurar hábitats degradados o perdidos por muchísimos años de actividad humana industrial y agrícola, por dragados incontrolados y por la expansión de especies invasoras. Y esto sí que es irrenunciable, es un proyecto de nación y hay que hacerlo ¡Sí o Sí! ¡Zorionak Urdaibai por sobrevivir!
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