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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Una ampliación que no puede ser en Urdaibai

Rserva de la Biosfera de Urdaibai

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El proyecto de ampliación del Museo Guggenheim en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai ha generado una gran preocupación por sus más que posibles impactos medioambientales en este enclave protegido de alto valor ecológico y cultural. Urdaibai alberga hábitats de gran importancia, tales como marismas, humedales y bosques autóctonos, que son esenciales para la biodiversidad del país. La construcción del museo podría perturbar estos ecosistemas, afectando a especies de flora y fauna, algunas de ellas en peligro de extinción, y comprometiendo la integridad de áreas designadas como Zonas de Especial Conservación (ZEC) y Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) . Nos dicen que el nuevo museo atraerá aproximadamente 150.000 visitantes, lo que sin duda, desbordara la afluencia turística actual en una zona ya saturada sobre todo, durante los meses de verano. Este aumento ejercerá una presión adicional sobre infraestructuras locales, recursos hídricos y servicios públicos, además de contribuir a la degradación del entorno natural, erosión y pérdida de hábitats naturales.

La construcción y actividad del museo en áreas cercanas a la ría y marismas afectarán la calidad del agua debido a posibles vertidos y alteraciones en la dinámica hidrológica. La transformación del paisaje y el aumento del turismo afectarán a la propia cultura local y al modo de vida tradicional de la comarca. Es por ello que los residentes estamos preocupados por la “turistificación” de la zona y la pérdida de su carácter distintivo. Ante este futuro incierto, el presente que vivimos también tiene gran importancia y complejidad. Día a día luchamos en defensa de nuestra tierra y nuestra naturaleza, de la que sin duda somos parte, pero también en defensa de un futuro que queremos decidir. Una lucha desigual: con claros tintes antidemocráticos, desbroces administrativos con intereses privados, desinformación y negación de los procesos participativos que este tipo de proyectos requiere.

Un proyecto que las instituciones avalan, impulsan y financian, pero no hacen público; pero sí podemos verlo publicado en la página web del museo Guggenheim Bilbao. Sin duda, el gran beneficiario de esta gran inversión. El video donde se presenta el proyecto de ampliación del Museo Guggenheim Bilbao en Urdaibai, ofrece una visión detallada de la propuesta arquitectónica y conceptual para integrar el arte contemporáneo en un entorno natural protegido. Destaca el compromiso del proyecto con la sostenibilidad, subrayando la intención de minimizar el impacto ecológico en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Se mencionan estrategias como la rehabilitación de espacios industriales en desuso y la implementación de tecnologías respetuosas con el medio ambiente. También se aborda la importancia de la participación de las comunidades locales en el desarrollo del proyecto, promoviendo un diálogo abierto para incorporar sus perspectivas y necesidades. Sin embargo, no es esta la realidad que estamos viviendo.

Se hace mención a la “intención de minimizar el impacto ecológico en la Reserva de la Biosfera” y en este punto es donde debemos profundizar. Cuando un proyecto se plantea en una zona de alta protección ambiental, como una Zona de Especial Conservación (ZEC), Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA) (directiva Hábitats de la UE), un Humedal Ramsar (protección internacional de humedales), y una Reserva de la Biosfera (programa UNESCO), el concepto de “mínimo impacto ecológico” no se puede tratar como una cuestión de mitigación ordinaria o de compensación. El límite aceptable es extremadamente restrictivo y, en muchos casos, el principio rector es la no alteración. Desde un punto de vista legal y científico, el límite debería ser la ausencia de efectos significativos, la ampliación del principio de precaución y la preservación del estado de conservación favorable.

Según la Directiva Hábitats (art. 6), cualquier plan o proyecto que pueda afectar de forma significativa a una ZEC no puede autorizarse salvo excepciones muy estrictas (interés público imperioso y ausencia de alternativas, art. 6.4). Si existe cualquier riesgo de daño irreversible o deterioro del hábitat o de las especies protegidas, el proyecto no debería de realizarse. No se trata de “reducir” el impacto, sino de garantizar que no exista. El principio de precaución recogido en la normativa comunitaria y en convenios internacionales, obliga a paralizar o no ejecutar proyectos cuando no se pueda demostrar con claridad que no van a causar daño. Y en lo que se refiere a la preservación del estado de conservación favorable, el estado de conservación de los hábitats y especies protegidos debe mantenerse o mejorarse. Cualquier intervención que conlleve una pérdida neta —aunque sea ligera— puede considerarse incompatible. ¿Dónde están las alternativas a este proyecto?

A todo este desmán habría que sumarle la construcción de una pasarela palafítica de casi un kilómetro de largo que unirá Punta Murueta con Teileria. Una infraestructura que sustituirá las actuales polders y sin ninguna duda, atraerá muchísimas más visitas a una zona núcleo muy sensible, actualmente ya muy castigada y degradada. El PRUG de Urdaibai, aprobado por el Decreto 139/2016, de 27 de septiembre, establece que en las zonas núcleo, que son áreas de máxima protección, se prohíbe cualquier actuación que pueda alterar su estado natural. Esto incluye la construcción de nuevas infraestructuras o edificaciones que no estén directamente relacionadas con la conservación o investigación científica. ¿Dónde está la relación entre el palafito y la conservación o investigación?

Además, cualquier intervención en el dominio público marítimo-terrestre, debe cumplir con la legislación estatal en materia de costas, que también restringe las construcciones en estas áreas para preservar el litoral y los ecosistemas asociados. Así, la construcción de una pasarela de 940 metros anclada en el estuario de Urdaibai, que se encuentra en suelo de dominio público marítimo-terrestre, zona núcleo de la Reserva de la Biosfera, sitio Ramsar y ZEC, enfrentaría enormes obstáculos jurídicos y medioambientales. Según la legislación estatal: Ley de Costas (Ley 22/1988 y su reglamento), el dominio público marítimo-terrestre (DPMT) es inalienable, imprescriptible y no susceptible de apropiación. En el artículo 44.5 del reglamento de desarrollo (Real Decreto 876/2014), se establece que las obras en DPMT deben estar justificadas por su utilidad pública y no pueden alterar sustancialmente el medio, no siendo este el caso de las pasarelas, puentes o instalaciones permanentes.

Por lo tanto, una obra de esa magnitud en este entorno va contra el principio de no regresión ambiental y sería muy difícil de justificar, legalizar o defender desde un punto de vista ecológico, jurídico o institucional. Si el Museo Guggenheim Bilbao requiere de una ampliación para cumplir sus objetivos estratégicos y realmente el proyecto Guggenheim Urdaibai tiene una base cultural, tendrán que buscar otro lugar donde desarrollarlo. ¡Está claro que en Urdaibai no es posible!

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