El Festival Amal, que se celebra hasta este viernes en Santiago de Compostela, tiene la virtud de utilizar el cine como herramienta para sacudir la conciencia de los ciudadanos. A través de sus películas, el público se acerca a realidades del mundo árabe que de otra forma no hubiesen tenido visibilidad. Uno de estos ejemplos es el documental This is Gaza (Esto es Gaza), que abrió esta semana el certamen. Un documental con una banda sonora de bombas y llantos que provocó un río imparable de lágrimas y dejó noqueado al público. Su protagonista es el periodista palestino Yousef Hammash, quien tras la proyección protagonizó un coloquio con la periodista del elDiario.es Olga Rodríguez.
Producido por el Channel 4 británico, y reconocido con el Premio Bafta 2024 y con un Emmy, el film parte de las imágenes grabadas por este reportero y su equipo en los primeros meses de conflicto, desde octubre de 2023 a abril de 2024. En ese momento, Yousef Hammash emprendió con su familia una huida desde el norte, en el campo de refugiados de Jabalia, donde se crio, hasta el paso fronterizo de Rafah, en el sur. Ahora vive entre Londres y Madrid. El diario.es conversó en Santiago con Hammash sobre el documental que protagoniza y sobre cómo ha cambiado su vida desde que “el tiempo se paró”, el 7 de octubre de 2023, cuando “Hamás nos arrojó a los pies de la bestia”.
Protagoniza usted un documental con imágenes muy duras, que revuelven y conmueven. ¿Cómo percibe el público europeo su documental cuando asiste a festivales y coloquios?
He filmado esto en los seis meses siguientes al inicio del genocidio en Gaza y después pude escapar. Quería mostrar lo que está pasando allí dentro, donde Israel ha prohibido la entrada a los periodistas internacionales porque no quiere testigos. He producido el documental en Londres y ha tenido una gran acogida en muchos países, además de varios premios.
¿Cómo decidió afrontar la idea de este documental?
Ante todo, lo primero es que desearía que nadie pasase por esto que yo pasé. Quise rodarlo desde mi punto de vista y el de mi propia vida, desde una perspectiva puramente humana para que tuviese interés para un público internacional. No era necesario envolverlo en una cuestión política, sino en una cuestión humanitaria. Esa era mi idea.
En una secuencia del documental aparece usted hablando con sus hijos de 7 y 5 años, que saben distinguir el ruido de un dron del de un tanque. ¿Cómo es ese momento en el que debe dejar de contarles cuentos para dormir y debe explicarles la guerra?
En 2020 o 2021, cuando había algún bombardeo yo les contaba a mis hijos que eran fuegos artificiales de alguna celebración. Pero en 2023 ya fue diferente. Mi hija mayor tenía 6 años y entendía todo lo que estaba pasando. Tú puedes engañar algún tiempo a los niños, pero eso no puede extenderse mucho. Hay bombardeos continuos, tu edificio tiembla como si fuese un terremoto, tenemos que ir de un lado a otro a protegernos, entonces el cuento de los juegos artificiales ya no se sostiene. Llega un momento en que distinguen el ruido del dron del de un tanque, ya no queda más salida que ser honesto: “Hija mía, es una guerra y esto son bombas”.
¿Notan cómo los niños perciben el miedo de los adultos?
Claro, tenemos miedo porque somos seres humanos y no estamos hechos de acero. Nos ven horrorizados, tenemos pánico, pero como padre tampoco he entrado en intentar explicarles para que lo entendiesen qué significa una guerra.
En relación a los ruidos de fondo, como tanques y drones, hay algo muy impactante en su película. Es esa banda sonora sobrecogedora, que mezcla bombas, edificios que se desploman y llantos inconsolables…
Al final, estos ruidos de fondo están ahí todo el tiempo. Yo soy cineasta y hago una combinación intencionada de todo esto. Es parte de un lenguaje para llegar al espectador y que conozca lo que está pasando. Me ocurrió algo muy inquietante. Al llegar a Egipto, después de huir de Gaza, las primeras noches tardé en conciliar el sueño. Como si me molestase el silencio después de estar acostumbrado tantos meses a ese zumbido permanente, como un gran enjambre de abejas, de los drones israelíes sobre nuestras cabezas.
Vamos viendo en su documental cómo todo va quedando arrasado: pierde parte de su familia, pierde amigos, desaparece el espacio físico en el que creció, en el Campo de Refugiados de Jabalia, y pierde, en definitiva, la memoria del lugar de su infancia. ¿Cómo se digiere todo esto a nivel personal?
(Profunda pausa y momento de reflexión) Para ser sincero, es complicado pararse a reflexionar sobre todo esto. Somos una familia extensa y, desde el 7 de octubre, no estoy seguro del número, pero han podido morir 20 o 25 personas de nuestra familia. No hemos tenido ni tiempo para poder llorarlos, ni casi de entristecernos. Teníamos otra urgencia, como era sobrevivir día tras día. Tan pronto los enterrábamos, teníamos que ir corriendo a por comida, a tratar de conseguir agua y alimentos para nuestros hijos. Ni nos da tiempo a pensar en lo que está pasando, en recordar como era mi casa. Solo sé que el tiempo para nosotros se detuvo el 7 de octubre de 2023. Cuando esto se acabe ya tendremos algo de tiempo para llorar a nuestros muertos, reflexionar sobre lo que perdimos y volver a nuestros recuerdos.
Es impactante comprobar en su película los efectos devastadores de la hambruna en la salud mental de las personas…
Es horrible. Ves a tus hijos morir de hambre y no puedes hacer nada. Nada. No tienes nada para alimentarlos. Casi preferiría morir si ellos se mueren. Hay un millón de personas desplazándose constantemente sin saber a donde ir ni de qué alimentarse. Esto lleva a situaciones donde la gente compite y es capar de matarse por un trozo de comida. Hay colas larguísimas para buscar un trozo de comida y el ejército israelí dispara sobre esas personas en las colas. No se pueden imaginar cómo es sobrevivir allí cada día. Las personas compiten con los animales por su comida. Cocinamos usando plástico, ¡plástico! La gente está matando por la comida, pero posiblemente no tengan otra opción. Con esta hambruna inducida están conduciendo a la gente a la locura. Literalmente.
¿Cómo afecta esta situación a la propia dignidad de cada ser humano?
Le pondré un ejemplo de algo que puede parecer básico. Necesitábamos un baño para mis hermanas y mi madre cuando nos movíamos hacia el sur. Puedes dormir en el coche, en las calles, en una escuela, pero necesitamos un baño. Es algo que parece simple, pero arriesgas la vida por encontrar un baño. Teníamos una vida respetable, hemos perdido todo y disponer de un baño es algo que afecta a nuestra dignidad como personas. Puede que la gente desde fuera no comprenda estos detalles.
En This is Gaza, usted se sienta ante las imágenes terribles de los ataques y reflexiona sobre el grado de sensibilidad con el que afrontarlas. ¿Se puede separar ser ciudadano palestino de ser periodista ejerciendo un trabajo?
Después de llegar a Londres, he seguido recibiendo imágenes a diario a través de una red de periodistas valientes que hemos organizado desde dentro de Gaza. Para mí fue un horror ir viendo las imágenes que recibía, muchas sobre personas que yo conocía. Sinceramente, no podía imaginar que íbamos a vivir esto ni en mis peores pesadillas. La diferencia es cuando tú estás detrás de la cámara. Es mi trabajo, pero yo soy palestino, estoy filmando a mi gente y trato de ayudarlos. Más que afrontarlo con una determinada sensibilidad, lo que realmente se impone es la responsabilidad. Estoy muy orgulloso cuando veo a colegas resistiendo en este genocidio perpetrado con Inteligencia Artificial y las armas más avanzadas del mundo, y enviado imágenes para ver día tras día lo que allí sucede. Están haciendo un ejercicio de responsabilidad.
¿Cuántos miembros de su equipo han desaparecido y cuántos se mantienen en Gaza enviándoles todavía imágenes?
Ahora tengo un equipo amplio montado en Gaza, de unos diez o doce periodistas, porque estoy en diferentes proyectos al mismo tiempo, tanto en Inglaterra como en Hollywood. Tenemos otro proyecto en España titulado Todos somos Gaza, con el productor y director Hernan Zin, que estrenaremos en diciembre. Recibo producción diaria para estos proyectos y para las noticias en el Channel 4 en Londres. Pero hemos tenido también muchas bajas. Hace un mes, por ejemplo, nuestros dos cámaras principales fueron tiroteados por el ejército israelí. Los dos en la misma semana. Un día uno y tres días después el otro.
¿Quiere decir que eran objetivos seleccionados con precisión por el ejército de Israel?
Uno de ellos fue atacado con un dron especializado enfrente su ventana cuando estaba sentado dentro de su oficina. Este es el precio que pagamos por hacer esto y que millones de personas lo vean cada día. Intentan apagar nuestro trabajo pero ¿cuál es el sentido de este trabajo si no puedes verlo con tus propios ojos?
Vivía en Gaza bajo constantes amenazas, ¿sigue recibiendo amenazas en Londres también?
Convivo con amenazas constantes de ciudadanos israelíes. He cometido un error imperdonable porque he olvidado borrar mi número de teléfono en mi cuenta de Twitter y me han amenazado por todas las vías que han podido. Me controlan, me atacan… Pero estoy en Londres y afortunadamente ahora aquí no pueden bombardearme.
Usted se crió en el seno de una familia de refugiados en Gaza, ¿sigue pensando todavía en regresar a allí?
No sé lo que pasará, pero yo quiero volver a Gaza. Yo soy gazatí, soy palestino, vengo de una familia de refugiados. Mi familia debió abandonar su hogar en 1948, a cinco kilómetros de Gaza. Vivo en Jabeli y puedo ver el lugar donde nací desde mi ventana, pero pese a estar a cinco kilómetros nunca me fue posible ir allí. Mi casa fue bombardeada en 2021 y el pasado octubre mi otra casa. Yo preferiría ver crecer a mis hijos dentro de Palestina, pero para eso necesitamos ahora infraestructuras, hospitales, escuelas... Ahí está mi lugar, mi memoria y quiero construirlo otra vez.
¿Qué espera del supuesto acuerdo de paz?
Es un fake. ¿Qué paz? La paz significa un Estado Palestino. Paz y ocupación son términos antagónicos, no puede haber paz si hay una ocupación. Son términos que no pueden ir juntos. Para lograr la paz precisamos antes finalizar esta ocupación que ha llevado a que el 84% de la gente asesinada en Gaza sean civiles. Esto no ha pasado nunca en ningún genocidio en la historia de la humanidad. Ahora ni han parado ni los bombardeos. Israel sigue bombardeando Gaza a diario e impidiendo la entrada de un número necesario de camiones con ayuda humanitaria.