De un país de propietarios a un planeta de inquilinos: la vivienda como problema de ayer y hoy en un ciclo de cine en Madrid
Más de una veintena de películas sobre el hogar o la especulación inmobiliaria pasan por el Cine Doré de Filmoteca Española y el Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes. Impulsa la iniciativa la restauración de 'El inquilino', obra que el franquismo censuró por mostrar la difícil coyuntara de este tema en los cincuenta
Fotograma de la película 'Las manos sobre la ciudad' (Francesco Rosi, 1963). Janus Films
“La frase si los pobres no nos ayudamos entre nosotros... fue totalmente suprimida”. La proyección de El inquilino (1957) el pasado domingo 5 de octubre en el Cine Doré fue acompañada de las escenas modificadas o cortadas por la dictadura franquista. En principio la película de José Antonio Nieves Conde, sobre un hombre interpretado por Fernando Fernán Gómez que no encuentra un hogar para su familia mientras enfrenta un inminenete derribo, eludió la censura. Pero cuando el Ministerio de la Vivienda vio el corte estrenado en salas ordenó su retirada, la secuestró durante meses, eliminó secuencias y diálogos, añadió otros en doblaje para matizar que la casa había sido declarada en ruina e impuso un final alternativo y edulcorado.
El ministro que dirigía la cartera era José Luis Arrese, autor de una cita que sintetiza la siniestra transformación ideológica que el franquismo quiso llevar a cabo en el país durante los primeros años del desarrollismo: “No queremos una España de proletarios, sino de propietarios”. Unas declaraciones recogidas el 2 de mayo de 1959 en ABC que ahora Filmoteca Española y el Círculo de Bellas Artes de Madrid (CBA) utilizan como inspiración para nombrar y vertebrar un ciclo inaugurado, precisamente, por la copia restaurada de El inquilino: “Un planeta de inquilinos. El derecho a una vivienda digna”.
“No fue fácil llegar al título”, admite en conversación con Somos Madrid el director de programación de Filmoteca Española, Carlos Reviriego. “Es una derivación y proyección del famoso eslogan de las políticas de vivenda de los cincuenta, que se ha quedado en el ADN del ciudadano español. Luego además se ha mantenido en unos gobiernos democráticos que han seguido estimulando la apreciación de ser propietario. No es hasta la crisis económica de 2008 que todo eso implosiona a la vez que lo hace la burbuja inmobiliaria. Por eso creemos que hay una noción histórica que sirve como reverso a esa idea del propietariado y que es la que nos propusimos explorar”, explica.
Una selección de 21 títulos, después de “muchas renuncias”, que se exhiben entre el Doré (con proyecciones gratuitas) y el Cine Estudio del CBA hasta el próximo 1 de noviembre. Películas eclécticas en sus orígenes, sus géneros, sus épocas o sus perspectivas unidas por un nexo común: la vivienda como epicentro de la vida humana y como espacio repleto de posibilidades cinematográficas. Y por otro elemento que los responsables de confeccionar el programa han tratado de tener muy presente: la mirada humanista y solidaria a los dramas que surgen alrededor del hogar.
“Lo que uno siente viendo estas películas es un sentimiento de solidaridad, de no estar solo ante este problema. No son recetas mágicas, pero sientes que el colectivismo, la acción comunal o la vecindaria son maneras de enfrentar la situación. Algunas tramas encuentran la solución ahí, al menos una solución moral”, destaca Reviriego. “Hay sobre todo una concepción humanista a la que hemos dado prioridad, porque es la visión y la mirada que tenía Nieves Conde”.
“Podemos rastraerla en el Yasujiro Ozu de Historia de un vecindario (1947), en esa solidaridad vecinal para ofrecer una vivenda a un huérfano. Lo mismo con Vittorio De Sica, gran maestro italiano del humanismo, en El techo (1956). O en los kitchen dramas de Mike Leigh y Ken Loach: Meantime (1983) y Cathy Come Home (1966). Por supuesto en la mirada humanista de los Hermanos Dardenne a esa Europa del siglo XXI marcada por la precariedad y la desigualdad en Rosetta (1999). En Pedro Costa, que siempre pone al hombre y la comunidad por encima de todo lo démas. E incluso en Francesco Rosi, aunque lo compagina con una denuncia política y de corrupción muy potente en Las manos sobre la ciudad (1963)”.
Gary Oldman y Tim Roth en 'Meantime' (1983), del británico Mike Leigh.
“Evidentemente a la hora de plantear el ciclo ha tenido peso la importancia del tema de la vivienda en este momento en España”, comenta Manuel Asín, coordinador del área de cine del Círculo, en declaraciones a este periódico. “A raíz de la restauración de El inquilino, pensamos en hasta qué punto la Ley de Vivienda de Arrese ha sido una cuestión clave en el desarrollo de las políticas de vivienda en aquellos tiempos y hasta hoy. Luego empezamos a pensar en otros países del contexto europeo, como Italia, y poco a poco fuimos trazando una pequeña investigación dentro de los medios que tenemos”.
Relata que el ciclo nació de la “conversación permanentemente abierta” entre Filmoteca y CBA, dos instituciones que “programan mucho cine de patrimonio, recuperado, a través de colaboraciones en distintas iniciativas”. Un objetivo común por “recuperar películas del pasado invisibilizadas, sin buenos materiales o que necesitan actualización permanente en la coyuntura digital”.
“Filmoteca nos habló de que El inquilino era su restauración más importante del año [impulsada por el Centro de Conservación y Restauración de Fondos Fílmicos Carlos Saura]. Octubre es el mes del archivo y el pasado día 6 fue el día del cine español. Detectamos que había una posibilidad de hacer un ciclo de cine de patrimonio (con copias restauradas, recuperadas o de calidad) sobre la vivienda o el acceso a la vivienda, un tema vital en la historia del cine”, expone Asín. Hay que señalar, eso sí, que esta calidad no está presente en todas las proyecciones: la de Mi tío (1958) fueun anodino Blu-Ray, una pena teniendo en cuenta el mimo y la belleza que Tati pone en el color.
Este arduo proceso de indagación y gestión de derechos ha acabado dando forma a un ciclo en el que de lo local se ha llegado a lo global, sin perder la perspectiva humana y empática que domina la mayoría de obras programadas: “En la época de El inquilino se produjeron varias películas españolas en la que la cuestión de la vivienda y las dificultades en su acceso tenían gran peso, como Esa pareja feliz (Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, 1951) o El pisito (Marco Ferreri, 1958). Pero, más que algo específico, pensamos que la escala debía ser planetaria. Una invitación a seguir el tema con diversos títulos, equilibrando épocas y países, desde los años treinta hasta la contemporaneidad”, subraya. Enriquecen el ciclo el retrato de Sara Gómez sobre los intentos de regenaración urbana en Cuba con De cierta manera (1974) o el documental sobre migrantes africanos en París Nationalité inmigré (1976), del mauritano Sydney Sokhona.
Cine y políticas de vivienda, ¿dos derrotas paralelas?
“Investigando para el ciclo casi se puede construir una historia del cine paralela a partir de este tema de la vivienda, que siempre nos ha preocupado”, cuenta Reviriego. De ahí surge este “carácter planetario” de la muestra: “Viendo películas sobre la Gran Depresión, como Lazos humanos (1945), de Elia Kazan o El precio de una vida (1949), de Edward Dmytryk, nos damos cuenta de lo vigentes que son en sus preocupaciones”.
Apunta Asín que “la historia de las políticas de la vivienda social y la del cine son casi contemporáneas, comienzan a desarrollarse en temporalidades muy parecidas”. Y añade: “La casa, la vivienda, el hogar, y la crisis de la familia que lo habita son asuntos centrales en la historia del cine y del arte moderno. Es algo que todos reconocemos de manera muy fácil, se tenga o no cultura cinéfila, por ejemplo en las series. En ellas el espacio base suele ser la vivienda, y si no lo es suele serlo su falta”.
Un fotograma de 'Lazos humanos' (1945), de Elia Kazan.
“Es también la imagen primordial del cine. Lo primero que filman los Hermanos Lumière no fue una casa, fue la fábrica, pero en esa pieza la casa es el umbral al que se dirigen los oberos, el primer fuera de campo. Poco después se llevan la cámara a su casa de verano y hacen una docena de pequeñas películas en las que vemos todo lo que pasa alrededor de ella: el jardinero, la partida de cartas, las escenas familiares... El propio nombre de la cámara remite a una habitación. Incluso películas de gigante ambición en las que se habla de la génesis de un país, como El nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915), son también y ante todo la historia de dos familias”.
Para Reviriego, la vivienda es además un escenario profundamente cinematográfico. Así lo demuestran cineastas muy dispares presenten en el ciclo, desde la maestría intimista de Ozu hasta el derroche de creatividad lúdica en Jacques Tati (en una película que apuesta por la sátira sin renunciar al humanismo): “Siempre se dice que las películas de boxeo representan la esencia del espacio en el cine y son muy adecuadas para este medio por cómo el ring delimita. Algo similar se puede decir de la vivienda, aunque eso no signifique quen todas las películas estén encerradas”.
No en vano, Manuel Asín desgrana cómo la noción de vivienda del ciclo desborda los límites del hogar: “Hay también una dimensión a gran escala, más vinculada con la ciudad. Una película muy representativa de todas estas tendencias es la de Jean-Luc Godard, Dos o tres cosas que sé de ella (1967), donde está todo. Es una reflexión sobre la vivienda casi filosófica que empieza en lo mínimo, en el cobijo, en mujeres que trabajaban y se prostituían en sus casas para mejorar su nivel de vida y acceder a bienes de consumo. Así acaba llegando a otros niveles de reflexión con un montaje brutal de realidades que muestran problemas en escalas múltiples. Godard entiende y transmite que la vivienda es un derecho humano y como tal hay que ver sus profundas implicaciones humanas”.
Señala Asín que cine y políticas sociales de vivienda son dos novedades que marcaron el paso del siglo XIX al XX y que han enfrentado múltiples dificultades en las últimas décadas, en un mundo que parece avanzar dejándolas atrás: “El ciclo, tal como ha salido (lo cual no quiere decir que sea una tesis ni una receta, es solo una imagen posible), muestra que sobre todo en los cincuenta o sesenta hay una mirada muy honda, humanista y comprometida. Según llegamos a la actualidad, con cineastas tan diversos como Pedro Costa, Wang Bing y Adam McKay, parece que el problema se ha ido volviendo más crítico y agudo. Hay una sensación de emergencia, de negrura y de desarraigo enorme. Es una imagen de urgencia”.
Preguntado acerca de si esta tendencia a lo urgente u oscuro responde a un deterioro en las condiciones de la vivienda, a la evolución de las realidades o historias que se muestran en el cine y cómo se cuentan o a una mezcla de factores, Asín reflexiona que “la historia del cine es la de una marginación progresiva respecto a lo que prometió ser”. “Ahora esa marginación afecta a la esfera audiovisual en su conjunto, que es muchas cosas. Empezó con un papel que, con el paso del tiempo, ha entrado en esa misma crisis. Ha pasado a formar parte de políticas que le dejan en una situación crítica”, apostilla.
Entrando en un terreno más pragmático, define la división entre las películas que se proyectan en el CBA y las de Filmoteca como “orgánica”: “Hemos partido de acoger lo propuesto desde cada sede, no hay grandes diferencias entre un espacio y otro pero hay particularidades, cosas prácticas. Por ejemplo, la de Godard o la de Frank Borzage [Fueros humanos, 1933] se pusieron hace poco tiempo en el Doré”. Sobre esta obra, comenta que es “distinta” a las demás que podrán verse en el Círculo, pero “sirve para ligar la programación a la de Filmoteca y va bien que sea la última aunque haya sido azaroso”. Así, dice, “no acabamos con la desesperanza, es una película que tiene su dureza, pero permite buscar la luz”.
'Fueros humanos', dirigida por Frank Borzage y estrenada en 1933.
Para Reviriego sí hay quizá una diferencia estilística ente las películas de cada cine, aunque no estén escritas en mármol. “Cuando empezamos a idear el ciclo se planteó apostar por solo una vertiente claramente social o militante, pero no queríamos dejar de lado películas en las que el tema va más en la forma. Quizá estas dos corrientes están un poco divididas por sedes, las de Filmoteca son apuestas formales puede que no tan radicales. Pero luego siempre hay excepciones, en el Doré hemos tenido por ejemplo Juventud en marcha (2006), de Pedro Costa”.
'El inquilino' desmonta el mito de la idílica situación de la vivienda en el franquismo
La película de Nieves Conde, autor que ya hizo tambalear los cimientos de la segunda etapa del franquismo con su crítica al éxodo rural en Surcos (1951), es el motor y eje del ciclo. A través del costumbrismo y la comedia amarga, El inquilino desmonta ese lugar común de que el acceso a la vivienda no era un problema en la Dictadura. Cuando un derribo promovido por la especulación inmobiliaria se cierne sobre la última familia que queda en un edificio, el progenitor redobla esfuerzos por encontrar un sitio al que mudarse. Los altos precios, el afán acumulativo capitalista o las inhumanas condiciones de las promociones más modernas, unidas a una cierta incompetencia y orgullo del hombre, vuelven el objetivo casi imposible. Todo ello pese a que la cuadrilla encargada del derrumbe hace todo lo que está en su mano por postergarlo frente a las presiones de la empresa, apelando a la solidaridad obrera.
El inquilino se exhibió el pasado 5 de octubre y Carlos Reviriego avanza que trabajan para darle un segundo pase “en diciembre o enero”. Las obras de accesibilidad en el Cine Doré, que mantienen fuera de servicio la sala 2 y permiten solo una sesión al día, dificultan esas reprogramaciones. Pero sería una forma de volver a poner en valor una restauración que se ha llevado a cabo siguiendo las indicaciones que dejó el propio Nieves Conde, que en un montaje elaborado en 1993 marcó los aspectos censurados o modificados por la censura franquista (detallados al final de la proyección del pasado domingo). Bien merece una nueva oportunidad para su visionado una película que, como señala Reviriego, es “absolutamente pertinente en estos momentos”.
Información práctica
Qué: Ciclo Un planeta de inquilinos. El derecho a una vivienda digna
Dónde: Cine Doré de Filmoteca Española [calle de Santa Isabel, 3 - Metro: Antón Martín (línea 1) o Lavapiés (línea 3)] / Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes de Madrid [calle Alcalá, 42 - Metro: Banco de España (línea 2)]
Cuándo: Hasta el sábado 1 de noviembre. Sesiones del Doré a las 19.00, sesiones del CBA a las 17.00 o 19.30
Cuánto: Entrada gratuita a las sesiones del Doré / 5,50€ sesiones del Círculo (reducidas a 4€ y socios del CBA a 3,50€)