En plena crisis en el festival de Eurovisión por la decisión de varias televisiones públicas (entre ellas España) de retirarse si participa Israel, Rusia celebra este sábado su alternativa al certamen musical europeo: Intervisión. Representantes de 23 países, sobre todo aliados del Kremlin, además de Estados Unidos, se darán cita en Moscú para su primera edición.
Según Vladímir Putin, se trata de un evento que pretende promover “los valores tradicionales universales, espirituales y familiares” ante la deriva de Eurovisión, que lleva años asociado a la defensa de los derechos de las personas LGTBI.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró en febrero, tras firmar Putin el decreto de organización del concurso, que en Intervisión no habría “ni perversión ni abusos sobre la naturaleza humana”. Esta semana, añadió que “no se prohíbe ver Eurovisión en Rusia” ni tampoco “votar por un hombre con barba, vestido de mujer y, probablemente, con algunas modificaciones en su cuerpo”.
La ruptura con Eurovisión
Lavrov se refiere a Conchita Wurst, cantante y drag queen que ganó el festival de Eurovisión en 2014. Su victoria sentó muy mal en Rusia, que en su creciente conservadurismo, después de la anexión de Crimea, empezó a gestar la creación de un evento musical y televisivo para alejarse de Europa.
Los esfuerzos no fructificaron inmediatamente y Rusia siguió tomando parte en Eurovisión hasta la invasión de Ucrania, en 2022. A pesar de las reticencias iniciales, al día siguiente de cruzar los tanques rusos la frontera ucraniana, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), la organizadora del festival, optó por excluir a Rusia de la siguiente edición del certamen alegando que su presencia podría “traer descrédito a la competición”.
Las cadenas estatales rusas respondieron abandonando la UER entre acusaciones contra el festival de estar politizado. En un comunicado, recordaron que, en 2016, Ucrania había vencido el concurso con una canción sobre las deportaciones de los tártaros de Crimea durante el periodo estalinista. Según los medios del Kremlin, Eurovisión debería haber prohibido aquel “descarado manifiesto político”, que se produjo en medio de la guerra del Donbás.
Sin embargo, Rusia no siempre despreció Eurovisión. En 2008, su representante, Dima Bilan, ganó el festival con la canción Believe y la edición del año siguiente se celebró en Moscú. Antes, en 2003, fue el dúo ruso t.A.T.u quien vio cómo eran los organizadores europeos del evento los que censuraban su beso lésbico en el escenario, ya que la delegación rusa lo había permitido. Hoy, con el movimiento LGTBI prohibido en Rusia, este gesto sería motivo de apertura de una causa penal.
La representante de EEUU, autocensurada
Putin impulsó Intervisión en 2023 como un arma de diplomacia en un momento de máximo aislamiento internacional. Como era previsible, accedieron a participar las repúblicas exsoviéticas de Bielorrusia, Azerbaiyán, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán; los socios árabes de Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Egipto; los BRICS (Brasil, India China, Sudáfrica); otros tres países latinoamericanos como Cuba, Venezuela y Colombia; además de tres africanos (Kenia, Etiopía y Madagascar).
Solo un país miembro de la UER y habitual participante de Eurovisión actuará también en Intervisión: Serbia. Su presidente, Aleksandar Vucic, trata desde hace años de mantener un complicado equilibrio en las relaciones con Rusia y la Unión Europea.
El gran triunfo para Putin es la inclusión de Estados Unidos, aunque su asistencia ha sido un nido de sorpresas hasta pocas horas antes del festival. El nombre de su representante tardó en hacerse público hasta mediados de agosto e inicialmente se anunció que sería B. Howard, un músico californiano desconocido para el gran público que se hizo popular años atrás al afirmar sin pruebas que era un hijo no reconocido de Michael Jackson.
No obstante, el miércoles, la organización de Intervisión publicó un video de B. Howard en el que renunciaba a actuar este sábado alegando “motivos familiares”. En su lugar, representaría a Estados Unidos Vassy, una artista greco-australiana.
Al poco de conocerse la noticia, varios periódicos rusos independientes, como Nóvaya Gazeta, se fijaron en que se habían eliminado de su biografía de Wikipedia las referencias a la defensa de los derechos de las minorías sexuales. En declaraciones antiguas recogidas por el medio ruso Vazhnie Istorii, Vassy se mostraba a favor de la diversidad sexual y de proteger los derechos de la comunidad LGTBI e incluso aparecía en fotos actuando en eventos del Día del Orgullo.
Un putinista proguerra para representar a Rusia
Rusia estará representada en Intervisión por Shaman, uno de los artistas más populares del país y seguramente la cara más conocida entre los músicos que apoyan a Putin y a su guerra en Ucrania. Es un habitual de los conciertos pro-Kremlin y fue de los primeros en actuar en los territorios ucranianos que el presidente ruso se anexionó a finales de 2022.
Su canción Ya Russki (“Soy ruso”) se ha convertido en un himno del nacionalismo ruso y sus letras sirven para subir la moral a las tropas en el frente. También ha actuado para los soldados, se ha reunido con líderes militares y ha recaudado fondos para las Fuerzas Armadas rusas. Es por eso que la Unión Europea lo incluyó en 2024 en la lista de personalidades sancionadas.
Un concurso opaco
Así como la elección de Shaman para subir al escenario de Intervisión en nombre de Rusia es a todas luces una operación de propaganda diseñada desde el Kremlin, el resto de países no han elegido a sus representantes. Al menos, eso ha confesado a EFE la participante colombiana Nidia Góngora, que asegura que ha sido un jurado ruso el que ha ido a buscar a los artistas.
¿Esto significa que no cuentan con el visto bueno de sus gobiernos? En Eurovisión son las cadenas de televisión públicas las que llevan a cabo selecciones nacionales en los meses previos al festival y se entiende que, a través del medio estatal, el artista se arroga la representación del país. Sin embargo, en Intervisión no está claro que se haya involucrado a entes públicos, como mínimo en los países democráticos.
De este modo, resulta impreciso afirmar sin matices que Estados Unidos, como país, participa en Intervisión. El ministro Lavrov se limitó a decir que “la administración estadounidense no se opuso” y añadió que en Washington lo consideran una decisión “individual”. En cualquier caso, la simple invitación demuestra la voluntad del Kremlin de profundizar en el deshielo con la Casa Blanca.
Sin los 12 puntos
Tampoco se han hecho públicos demasiados detalles sobre la mecánica del concurso. Se conoce el orden de las actuaciones y se ha presentado un jurado profesional formado por un miembro de cada país participante.
En el caso de Estados Unidos, lo integrará Joe Lynn Turner, de 74 años, antiguo componente de bandas como Deep Purple y Rainbow, que vive a caballo entre Rusia y Bielorrusia. En 2015 se unió a la lista de celebridades que apoyaron a Putin tras la anexión de Crimea y fue amonestado por el Gobierno de Estados Unidos después de actuar en tres conciertos benéficos en esta península ocupada. Recientemente, aseguraba en una entrevista en el podcast Pérvaya Soyúznaya que en Rusia “se siente como en casa”.
A diferencia de Eurovisión, no habrá voto popular. La organización, en su página web, lo justifica porque “el mundo nunca ha visto una competición musical comparable en escala a Intervisión 2025”. Es decir, consideran que, dada “la amplia gama de continentes y husos horarios”, sería imposible que los espectadores de todo el mundo pudiesen ver en directo el evento.
Figurantes en vez de espectadores
Sin embargo, la realidad es que el festival no está generando especial interés ni siquiera en Moscú. La ciudad vive ajena a la cita, a excepción de determinados espacios del centro, decorados con motivos de Intervisión.
Incluso la organización ha optado por contratar a figurantes en lugar de espectadores. Así, tal y como publica el medio ruso polaco Vot Tak, dos días antes del evento, en el ensayo general, se formaron largas colas en frente del recinto donde se celebra el festival, con capacidad para 11.000 personas.
A los asistentes les prometían 6.000 rublos (unos 60 euros) por presenciar el ensayo y la final. Ahora bien, algunos testigos explican que muchos no pudieron entrar tras horas de cola y que otros fueron rechazados por tener antecedentes penales. También cuentan que los reclutadores recibían dinero en función de cuántos extras eran capaces de reunir.
Según relata el canal de Telegram Ostorozhno Nóvosti, ya se recurrió a la misma estrategia en los primeros ensayos y a la hora de recibir a las delegaciones en el aeropuerto. A los figurantes les dieron camisetas, vestidos tradicionales y banderas de cada país dependiendo de su aspecto.
En total, unos 800 figurantes que, mientras veían proyectadas imágenes del festival de Eurovisión, recibían la consigna de “ser más felices que ellos”. “¡La gente más alegre y más feliz está en Rusia!”, gritaban los organizadores desde el escenario.
Los ciudadanos corrientes no pueden asistir al evento porque no se han puesto entradas a la venta y los promotores no lo han publicitado en ningún momento.
El antecedente soviético con participación española
El festival de Intervisión ya existió en la Unión Soviética, en dos periodos, a finales de los años 60 y a finales de los 70. A pesar de que la mayoría de los participantes eran repúblicas soviéticas, la España franquista también actuó en aquel certamen en varias ocasiones.
En la primera de ellas, en Checoslovaquia, en 1968, mandó a Salomé, que quedó tercera con la canción Pase lo que pase, un año antes de triunfar en Eurovisión con Vivo cantando. Entre 1977 y 1980 también representarían a España los catalanes Rumba Tres y la también catalana Gloria.