El resultadismo invade al Logroñés
Abadía regresó este domingo al banquillo de Las Gaunas. Al menos moralmente toda vez que la imposiblidad de tramitar fichas del Logroñés (antes deberá liquidar a Setién y solucionar la denuncia presentada por Ailton) le obligó a ver el encuentro a ratos en la grada, a ratos en el túnel de vestuarios. Fue su segundo debut como técnico blanquirrojo y, como en el primero, el partido se cortó siguiendo el mismo patrón. Al menos en cuanto a su resolución.
Hay que remontarse hasta el 8 de junio de 2003 para encontrar a Abadía, por primera vez, al frente del banquillo del Logroñés. La situación, entonces, era antagónica. Era el tercer partido de la fase de ascenso a Segunda división después de una temporada en la que comenzó en el banquillo 'Ico' Aguilar antes de que Mandiá le sustituyera tras su mal inicio de temporada. Con Hortelano en la presidencia y Mandiá en el banquillo el club logró retomar la competición y pese a la huelga de jugadores y el partido en el que no se presentaron en Binéfar, se logró la clasificación para la fase de ascenso. Pero las derrotas de Cádiz y Las Palmas provocaron la llegada de Abadía al banquillo de Las Gaunas. En su estreno, ante el Universidad de Las Palmas, el Logroñés ganó sufriendo gracias al solitario gol de Morales en la segunda parte desde el punto de penalti.
Este domingo Jaume ejerció de Morales y se convirtió en el ejecutor de la Real Sociedad B en el segundo estreno de Abadía. La victoria no saca al Logroñés de los puestos de descenso pero le permite mantener las distancias con sus rivales más directos (Logroñés CF y Palencia) y afrontar con optimismo el próximo partido ante el Real Unión. En lo puramente deportivo la llegada de Abadía apenas deparó cambios. Con los mismos mimbres con que contó Quique Setién ante la Cultural, el oscense tejió un equipo más sólido, menos ofensivo y, al menos en su estreno, más eficaz. Fue una clase práctica de resultadismo.
Quique Setién dijo en su presentación que lo importante era alcanzar la meta, pero que había muchas formas de llegar. Él apostó por un fútbol elaborado y relativamente agradable para la grada. Abadía hizo lo contrario en su estreno. Llegados a este punto sólo vale ganar y sólo hay una forma: que no te marquen goles. Por eso Jaume jugó más retrasado que de costumbre y colaboró activamente con los cuatro defensas; por eso el balón atravesó la divisoria, una y otra vez, sin tocar el suelo; y por eso cuando Jaume, en una de sus escasas llegadas, marcó el 1-0, Abadía reaccionó renunciando al extremo de Zeki para así reforzar la línea de atrás con Negredo.
Ese cambió dejó claro que los goles llegarán a Las Gaunas con cuentagotas. Tanto a favor como en contra ya que si en algo mejoró el Logroñés fue en su juego defensivo. Incluso en las jugadas a balón parado en las que, aunque con apuros, los blanquirrojos supieron hacer bien su trabajo. Tanto que sólo el riojano Viguera, desde fuera del área e in extremis puso en entredicho el triunfo del Logroñés en la primera lección de resultadismo del año. Habrá más.
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