Calidad de vida y habitalidad en Logroño, haz y envés de una ciudad lograda
Las ciudades están hechas para ser habitadas, pero no todas han sido concebidas para ser vividas con calidad, ya sea por sus residentes permanentes (ciudadanos) o aquellos que están de paso (visitantes). Por suerte, hoy más que nunca, el mínimo necesario para (sobre)vivir en la cotidianeidad urbana –entendida esta supervivencia en criterios de baja exigencia en requisitos de habitabilidad–, está siendo superado por proyectos urbanísticos sostenibles. ¿Esto qué quiere decir? Simplemente que los nuevos gestores urbanos planifican la oferta de servicios económicos y sociales básicos teniendo en cuenta la preservación del entorno natural cuyos beneficios probados, en términos de mejora de calidad de vida, son innumerables. Y puesto que estamos Logroño, no está de más apuntar que, según expertos en gestión urbana, es una de las ciudades españolas más sostenibles (con un notable decimocuarto puesto en el ranking global de 2010), a lo que contribuye muy particularmente su metabolismo urbano.
Determinar los avances en la calidad de vida o, lo que se quiere llamar “bienestar social”, no es, sin embargo, una tarea banal, precisamente porque, la mencionada calidad de vida es, ante todo, un concepto revestido de subjetividad. Atiende a un sistema de valores fundamentados en la experiencia y vivencia personales, de sus necesidades (una vez saciadas las básicas: alimentación, salud, vivienda, etc.) y expectativas, capacidades oportunidades. Pero obviamente, también cuenta con criterios de valoración objetivos: nivel adquisitivo, empleabilidad, educación,salud, entorno físico, etc. Establecer mecanismos de medición no es capricho de un puñado de académicos (sociólogos, antropólogos, politólogos…) que quieran analizar las sociedades de nuestros días, sino que son una herramienta muy útil para los gobernantes, para conocer las necesidades reales de sus ciudadanos, desarrollar y ejecutar políticas acordes.
España, desde hace varios años cuenta con Merco Ciudad, un monitor empresarial de reputación corporativa que dispone de la mayor base española de información sobre prestigio urbano (social y democrática, de gestión, competitiva, medioambiental). En 2010, su última edición hecha pública hace escasos meses, 95 expertos en gestión urbana analiza los datos correspondientes a 81 grandes ciudades, obtenidos de sus respectivos ayuntamientos y de la encuesta a 9.100 personas. Se sirvieron de 250 indicadores de ciudad que contribuyen a dibujar la realidad social, económica, funcional y física de las urbes españolas, además de la gestión municipal e imagen del alcalde; mientras que la reputación de la ciudad y sus méritos se miden por la sostenibilidad urbana, movilidad sostenible, competitividad urbana, conocimiento, apertura y solidaridad, excelencia en gestión urbana.
Los resultados concluyen que Madrid es la mejor ciudad española para estudiar, trabajar, hacer negocios y divertirse; seguida de Barcelona, que ocupa el primer rango de ciudades para visitar. Pero el título de “la mejor ciudad para vivir” lo ha conseguido Logroño, que ya el año pasado estuvio cerca con un notorio tercer puesto. Destrona así a Madrid, Barcelona y Bilbao que acaparan todos los podios de la macroencuesta de Merco Ciudad 2010. Por su parte, los resultados globales sitúan a Logroño en el puesto duodécimo, once puntos más arriba que en el año 2008. Los expertos la emplazan en la decimocuarta posición en sostenibilidad urbana, solidaridad y apertura social.
Llegados a este punto nos preguntamos ¿por qué Logroño ha sido considerada la mejor
ciudad para vivir?, ¿qué es lo mejor de la ciudad de la ciudad de Logroño? Los logroñeses consideran que su ciudad es atractiva y están satisfechos de sus espacios verdes y distancias cortas, de su clima y ubicación, de su oferta comercial, deportiva y de entretenimiento. En los servicios e infraestructuras que ofrece la ciudad, valoran positivamente la educación y la sanidad, los transportes y la limpieza de los espacios públicos. Si lo más valorado de la ciudad es su tamaño, tranquilidad y zonas verdes, lo más criticado, o al menos aquello que disgusta más a los logroñeses, es la dificultad para encontrar empleo, el tráfico y los atascos que genera y, muy relacionado con lo anterior, el escaso aparcamiento en zonas públicas. Llama la atención este primer dato, el del desempleo, porque, en comparación con otras ciudades, uno de los puntos fuertes de Logroño (entendidos como las variables donde hay más diferencia positiva respecto a la media de las 81 ciudades analizadas) es precisament la oferta de empleo. En niveles absolutos, los puntos más fuertes son la escasa contaminación, la poca masificación (densidad poblacional) y los espacios verdes [una vez más].
Sin embargo tiene que mejorar en comunicaciones y oferta cultural (que son las principales debilidades de Logroño, según el estudio de Merco Ciudad). Los ciudadanos también critican el nivel de los precios y consideran que debiera ganar en atractivo. A nivel global Logroño obtiene un notable: 7,86; más que las media de las ciudades que alcanzan un 7, 41. ¿Y cómo valoran los ciudadanos la gestión municipal? ¿detecta el Ayuntamiento de Logroño los principales problemas estructurales y coyunturales, así como las necesidades de sus ciudadanos?, ¿qué evaluación merecen las principales áreas de gestión municipal? A nivel nacional, el actual alcalde de Logroño, Tomás Santos, ocupa el decimoctavo puesto (del ranking de 81 ciudades analizadas) en gestión municipal. Los mayores méritos que le atribuyen es la gestión del aparcamiento, el mantenimiento y cuidado de las zonas verdes y, en tercer lugar, la promoción del deporte.
La realidad está ahí: los logroñeses se sienten orgullosos de su ciudad, las encuestas hablan y los ciudadanos de la capital riojana (el 88% de los encuestados) dicen que si pudieran elegir cualquier ciudad de España para vivir elegirían, precisamente, Logroño.
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