Prosigue la campaña de represión en China
Las autoridades de China ha dejado en libertad a Li Fangping, abogado y activista pro Derechos Humanos que desde hace seis días permanecía detenido en secreto, aunque el mismo día se ha conocido la detención de otro letrado. El propio Li hizo pública su liberación: “Fui liberado ayer. Eso es todo lo que puedo decir, lo siento”, fueron sus únicas palabras.
El viernes había llamado a su mujer para comunicarle que estaba siendo custodiado por la Policía secreta del Estado. Este mismo miércoles se informó de la desaparición de otro abogado, Li Xiongbing. Éste se limitó a decir a su esposa, Wu Haiying, que “la situación era un poco extraña”.
“Me ha dicho que no tenga miedo si esto sucede y que diga a su familia, a sus padres, que está fuera por negocios”, añade Wu, que no ha denunciado la desaparición a la Policía.
Tanto Li Fangping como Li Xiongbing, aunque no relacionados entre sí, son miembros de una red de abogados especializados en casos sobre Derechos Humanos que nació hace una década. Luchan contra la detención arbitraria, las restricciones a la expresión y otras limitaciones a los derechos y libertades individuales.
Se trata de dos de los múltiples casos de detención de activistas a favor de los Derechos Humanos. Normalmente, los detenidos no hablan sobre su etapa de cautiverio una vez han quedado en libertad.
Esta oleada de detenciones parece responder a una campaña del Gobierno para disuadir a la disidencia de organizar manifestaciones, después de las revueltas acontecidas en multitud de países árabes.
Human Rights Watch (HRW) aprovecha los últimos acontecimientos para denunciar que esta represión está entrando en una nueva fase, cuyo objetivo es silenciar a la comunidad de “defensores de los derechos”, según Phelim Kine, investigador de la ONG. “Esta pauta de comportamiento flagrantemente ilegal sugiere una política de facto de represión por goteo junto a intimidación y miedo”, ha comentado.
Kine cree que el régimen chino ataca al colectivo de abogados para trasladar a la población la impresión de que nadie está a salvo y de que cualquiera puede ser la próxima víctima.
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