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Calle 30, y seguimos con las calles

Esta es la historia de una crónica fallida… Nos dirigimos E., M. y yo hacia el Mercado Barceló, en concreto hacia su nuevo “espacio gastronómico”, denominado Era. Son las 21.45 de un día de esos en los que el calor de Madrid te hace sentir como si fueras el mismísimo Sr. Lucifer a cualquier hora del día, esos días maravillosos. Llegamos, E. y M. estupendos, yo ya asqueada de salir a la calle y ver gente por todas partes encantada con el “veranito” y el calor, ese calor (nota mental: trasladar mi residencia permanente al Polo Norte), pero sonriendo, allá donde me pongas sonreiré (no sé qué pasa, no lo puedo controlar). Pues llegamos y el lugar en cuestión está cerrando; a pesar de que decían que estaban abiertos hasta las 23.30 todos los días, en realidad parece que solo abren con ese horario el fin de semana (considerando el jueves ya como tal). Una pena, tenía buena pinta. Soy una mujer de recursos, así que propongo el sitio de moda últimamente en el barrio, por su terraza y su edificio: El Paracaidista. Vamos para allá, no tenemos reserva, niente da fare. Pienso en el Passenger, pero al entrar huele a ambientador de bareto, mejor no. Pez tortilla, hasta arriba. Acabamos en Calle 30, a M. le había guiñado un ojo un churrasco mientras pasábamos. Mis recursos no han valido para nada, se ha hecho tarde y hemos acabado en un sitio del que no sé nada. Vamos a ver…

Para acompañar os dejo la música que deleita mis horas de traducción últimamente. Siempre me acuerdo de S. (a.k.a. Meencantaair) cuando la escucho, ella es fan total de este grupo. Cuando escribo con este disco me vienen a la cabeza Los Ángeles de Charlie, Clint Eastwood, Ennio Morricone y Cowboy de Medianoche, y así estoy.

https://www.youtube.com/watch?v=99myH1orbs4

El sitio en cuestión se define como “Bar y parrilla – Restaurante de tipo americano” y también como “Grill y divertida cocina de mercado”. Un poco de todo. El local está decorado según los cánones actuales, mesas de hierro de colores, lámparas con bombillas NYC style, columnas originales de hierro negras (pilares) que, seguramente, les han vuelto un poco locos a los interioristas pues están justo en medio de la zona de paso de este establecimiento largo como un tren y un poquito más ancho que un tren. También hay un gran mural de Madrid.

Nos ponen un entrante de crema de melón templada con jamón en una cuchara de esas de cerámica que se llevan desde hace unos cuantos años. Simpático, una forma sencilla y diferente de ofrecer melón con jamón.

Nos dan el agua del grifo directamente, sin pedirla, bravissimi. Siempre me gusta cuando tienen estos detalles.

La carta de vinos está bien estructurada y es interesante, con vinos tanto españoles como extranjeros y una sección de vinos para curiosos y de autor. Es agradable ver cartas así, variadas, diferentes. Nosotros elegimos un tinto visto que nos vamos a dar principalmente a la carnaza, Petit Pittacum 2014 (16 €), D.O. Bierzo. Pertenece a Bodegas Gouda, tiene una graduación alcohólica de 13,5% y 3 meses de crianza. De uva mencía y color granate oscuro (o así, porque con la luz que había no lo pude ver bien en copa), es un vino suculento, con sabor a arándano, a maderas al final y buena permanencia en boca dentro de que tiene un punto fresco. Muy recomendable.

De primero, empezamos con “ligereza” (no Ligeresa): gambones a la plancha “Pad Thai” con teriyaki y guacamole de mango Pad Thaiteriyaki(11,50 €). Pues eso, unos gambones a la plancha a los que no sé por qué motivo le ponen lo de “pad thai” pues no son salteados, y sería lo propio para llamarse así, o tal vez, se lo han puesto porque llevan cilantro y algo parecido a salsa de tamarindo, no sé. El teriyaki no parece haberles servido para macerar los gambones, no se nota excesivamente. Los gambones están planchados de hace un tiempo y el lecho de guacamole de mango es más de aguacate que de mango. En conjunto resulta sabroso aunque no tenga mucho que ver con la descripción.

M. elige churrasco argentino con chimichurri y picadillo criollo (13,75 €). Además de lo que dicen en la denominación del plato, viene acompañado de pimiento verde italiano a la plancha, pimientos rojos del piquillo, una patata y un trozo de maíz. El chimichurri muy rico, con prevalencia de perejil, punto cítrico/vinagre, leve sabor a ajo y pizca de picante. Y lo que llaman picadillo criollo son pimientos de varios colores y cebolla cortados en brunoise. El churrasco argentino, que sería entraña aquí, está bien pero no es el de La Finca, le falta jugosidad y parece pasado por la parrilla con demasiado calor (más bien fuego directo), el exterior resulta demasiado duro. Por si os interesa, aquí tenéis una explicación sobre el corte de churrasco en España y en Argentina.

E. y yo, como buenas chicarronas del Norte, decidimos afrontar el calorón con algo ligerito, un chuletón de buey trinchado al carbón para 2 (37 €). 800 g. con el mismo acompañamiento que el plato anterior por 2 menos el chimichurri y el picadillo criollo. Las patatas duras y secas, el pimiento verde italiano normal, bien, los del piquillo dulces y agradables y el maíz insípido. La carne tiene sabor pero resulta, también, algo dura. Es como si la hubieran pasado hace un tiempo por las brasas y después la hubieran recalentado, la grasa prácticamente carbonizada. Sea como sea, somos unos cerdos, hace calor y lo que queremos es suicidarnos (al estilo de La Gran Comilona) ya de una vez.

Los Humberts me saludan amablemente, parecen contentos. Me dicen que están pensando en abandonarme, que se han comprado una casa en Benidorm y se van a ir allí a vivir. Les felicito. Humbert I me dice “¿no te da pena que nos vayamos?”. “No sé, me hacéis gracia y me gusta pelearme con vosotros, bueno, contigo, pero si vuestra vida es Benidorm allá con ella”, le digo en modo “no me importa la vida es corta” que, entre paréntesis, es mi modo vital normal. Humbert II sonríe entre un ronquido y otro. Humbert I dice “¡Qué poco encanto tienes! Con todo lo que hemos compartido ¿y no te importa si nos vamos? ¿No nos echarás de menos?”, dice algo alicaído. “A lo mejor al principio, luego me olvido de todo y de todos, debe ser una forma de autodefensa o algo”, comento en modo Dra. Melfi. “Bueno, todavía no es seguro, hemos mirado un pisito en 1ª línea de playa fantástico; estamos negociando el precio”, dice Humbert I emocionado. “Precioso”, comento sin ni siquiera una sonrisa maléfica. No tengo ganas de hacer valer mis opiniones sobre las suyas, no tengo ganas de demostrar nada, estoy cansada, entre la carne y el calor solo pienso en dormir. Se van.

De postre, cheesecake con mascarpone y crujiente de galletacheesecake (4,75 €). Viene en forma de copa, es decir, modelo desestructurado. El helado no es todo lo cremoso que debería. Pero la combinación de este con el crujiente de galleta y la mermelada asiropada de frutos del bosque resulta bien. Agradable, refrescante y sabroso, ácido y dulce.

El cubierto cuesta 1,25 € por persona e incluye pan congelado recién horneado.

Aunque había un Sr. oriental cocinando, la carta de vinos era cuidada y tenían una parrilla (en funcionamiento) a la entrada, había en todo ello un aire de quinta gama particolare. Lo recomiendo si tienes hambre y si te gusta el local o quieres tomar un vino decente o la comida no es lo más importante. El servicio era amable.quinta gamaparticolare