Con una larga trayectoria en radio y televisión, el que fuera director de “La Mandrágora”, Rafael Herrero, saca a relucir la mejor de sus plumas en su novela “La plaza del silencio” para transportarnos al barrio de Chueca de finales de la dictadura. Publicada por la editorial Alrevés, es una obra marcada por la tensión psicológica y con un fuerte componente de denuncia social, protagonizada por un grupo de cobardes perdedores en busca de la verdad.
Tal y como nos recuerda el autor, el barrio de Chueca no ha sido siempre un espacio de libertad ni el emblema para los colectivos LGTB que es en la actualidad. No hace tantos años, esta zona de Madrid era el refugio de los que no disfrutaban de la tan ansiada libertad. Un espacio oscuro y sombrío, muy alejado de la estela multicolor que ondea hoy en muchos de sus balcones y escaparates.
Es a esos años en los que un agónico dictador gobernada el país donde se remonta Rafael Herrero. A través de sus páginas, Herrero nos propone un oscuro viaje al mundo de las emociones humanas: de la amistad, de los amores (posibles e imposibles), de los recuerdos y también del odio, el fanatismo y el crimen.
La historia de “La plaza del silencio” se desarrolla durante los últimos días de la vida de Franco. Una de esas noches su protagonista será testigo indeseado de un asesinato en un bar de la misma plaza de Chueca que le cambiará por completo la vida. De manera indirecta el lector asistirá a situaciones en las que la homofobia será una constante, amparada en aquellos tiempos por la “Ley de vagos y maleantes”.
Después de escribir obras dramáticas como Apaga la luz, Al escondite, Estudias o trabajas (en colaboración con el autor chileno Jorge Díaz), No me hagas daño o Adiós Carmen, en su primera novela el autor regresa a Chueca, el que fuera su barrio, para ambientar una su historia. Un barrio que, con los años, se ha convertido en el símbolo de la homosexualidad y la modernidad, y que es todo un ejemplo de evolución y transformación.