AHM: “Tememos que el Ayuntamiento recorte una hora la noche de Malasaña”

Los hosteleros de Malasaña están preocupados. Y mirando de reojo al hacha de guerra. La reciente aprobación de la Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE) en la cercana Chamberí por parte del Ayuntamiento ha hecho saltar las alarmas en un sector que se considera castigado “injustamente” desde hace muchos años y que creía que con el cambio de gobierno municipal las cosas irían a mejor.

Dos años después de la llegada de Carmena al poder, hablamos con Juanma Alonso, responsable del Penta, uno de los locales míticos de Madrid, y presidente de la Asociación de Hosteleros de Malasaña (AHM), que agrupa a una treintena de comercios de hostelería del barrio, la mayoría de ellos con gran solera. “Estamos muy preocupados”, nos confiesa nada más comenzar la entrevista. “Tememos que el Ayuntamiento quiera recortar una hora a la noche de Malasaña, igual que ya ha hecho en Chamberí”, lamenta.

Los temores de Juanma y del resto de hosteleros no son infundados: cuando se aprobó la primera ZPAE, en los bajos de Argüelles, se adelantó una hora el cierre a todos sus locales. Y solo la movilización de la hostelería de Malasaña impidió que sucediera lo mismo en la ZPAE de Universidad, implantada poco después. A cinco años vista de esta actuación municipal, el Ayuntamiento está volviendo a medir el ruido de todas las calles del centro, y sobre esos datos actuará en consecuencia.

“El error que está cometiendo el Ayuntamiento es culpar a los bares del ruido”, se queja el presidente de la AHM. “El ruido no es nuestro: todos los miembros de la AHM tenemos los locales insonorizados. Los que generan ruido son los que están en la calle. No se nos puede imputar el jaleo que se forma en nuestra puerta”, explica.

“El problema es que haya gente en la calle gritando. Yo quiero que esa gente esté dentro del bar, donde no molesta”. Pero lo que desea el dueño del Penta no puede suceder sin controlar lo que ocurre alrededor, fenómenos como el botellón o los lateros que Juanma asegura que “van a más” cada año que pasa. “Mucha culpa del ruido de la calle la tienen los lateros. Hace 15 años había jaleo, pero no es lo de ahora. Ellos han ayudado a que se incremente muchísimo la cultura del botellón: ahora tenemos botellones los fines de semana en la puerta de nuestros bares. Y la policía no hace nada”.

Desde su experiencia, “cada vez hay más lateros y se mueven a donde está la gente por la noche. El día en que el Madrid ganó la Champions en Malasaña no había ni un solo. Se habían ido todos a Cibeles”. La abundancia de lateros facilita que la gente permanezca en la calle, muchas veces con actitudes molestas para los vecinos. Y pone un ejemplo: el de un grupo de jóvenes que el miércoles de la pasada semana se puso a tocar la guitarra frente al Penta. “Cuando salimos les dijimos algo, aunque no nos gusta regañar. Se callaron dos minutos y, después, volvieron a ponerse a cantar”.

“Entiendo que es un tema complejo, pero lo que no se puede hacer es acabar con la noche madrileña para atajarlo”, protesta Juanma Alonso, quien explica que adelantar una hora su cierre condenaría “a la ruina” a casi todos los bares de copas de Malasaña, debido a los hábitos nocturnos de los madrileños, que han ido cambiando: “Antes teníamos para trabajar desde que las cenas acababan, a las 0.00, hasta las 3.30; pero ahora hay restaurantes que hacen turnos de comida a las 22.00 y las 0.00, lo que nos deja muy poco margen”, detalla.

Propuesta: más horas de apertura

Propuesta: más horas de apertura

Juanma detalla que los socios de la AHM han acometido obras “carísimas” para dejar sus locales completamente insonorizados. “En mi caso, en El Penta, contamos con el triple de insonorización que la exigencia legal”, apunta antes de admitir que si un bar genera molestias por su música al edificio en el que se encuentra, tiene que solucionarlo o cerrar. “No hay derecho que un vecino no pueda dormir porque un bar emita ruido hasta las 3 de la mañana”.

Partiendo de esa base, la AHM propone que Madrid aumente los horarios de los locales en lugar de disminuirlos, para que la gente pueda estar dentro, donde no molestan, y baje el ruido de la calle. Lo hacen fijándose en las medidas que ha adoptado recientemente la capital británica: “En Londres han ampliado horarios, han escalonado cierres y los problemas del ruido son mucho menores”, explica.

Pero esta oferta no han podido ni siquiera formulársela al área de Medio Ambiente, quienes “no quieren vernos ni recibirnos”, denuncia Juanma Alonso, quien resalta la paradoja de que hace años fuera la actual delegada de Medio Ambiente, Inés Sabanés, la que más luchara contra la ZPAE de Aurrerá. Somos Malasaña ha consultado a su departamento sobre la posibilidad del recorte horario temido por la AHM sin obtener todavía respuesta. Sí que han contestado desde la Junta de Distrito Centro, cuyo concejal presidente se ha reunido varias veces con los hosteleros.

“Malasaña ya tiene restricciones horarias fruto de una ZPAE y no se va a aprobar una nueva normativa adicional”, aclara el concejal de Centro, Jorge García Castaño. El edil de Ahora Madrid también avanza que este año se actualizará la normativa, pero en principio no prevé mayores restricciones horarias a los bares que las existentes. Y, aunque aún es pronto para saberlo con certeza, las mediciones oficiales de ruido podrían arrojar alguna mejoría con respecto a las que se practicaron hace años.

Desde AHM sin embargo creen que la negociación será complicada, sensación acrecentada porque las asociaciones de vecinos se levantaron de la Mesa del Ocio, en la que se reunían con el Ayuntamiento como intermediario. Por su parte los bares han arrojado la idea de una acción de protesta inédita pero de gran impacto: cerrar una noche los bares de Malasaña. “La gente está muy dispuesta a hacerlo, pero es una medida que no se quiere tomar salvo que no haya otra opción”, matiza el presidente de la AHM, quien indica que el 96% de los locales se sumarían a esta huelga.

El cierre de los bares fue algo que estuvo a punto de suceder en 1995, coincidiendo con la reforma de horarios en los bares. Finalmente no salió por algunas concesiones del Ayuntamiento. Pero ahora la amenaza es firme: “Los bares de Malasaña somos locales familiares y nos sentimos parte del barrio. No queremos llegar a este extremo porque puede causar incluso un problema de orden público, que no deseamos que se produzca”, recalca Juanma. “No queremos imaginarnos lo que podría suceder si la gente acuda a salir por Malasaña y se encuentra con todos los bares cerrados”.